Capítulo 02
hogar, dulce hogarBillie Jean
Brooke y yo no nos demoramos más de diez minutos en llegar al edificio. Fue casi un alivio llegar, de hecho, por un momento llegué a pensar que nos habíamos perdido —de nuevo— y nos tocaría volver a pedir indicaciones. Y no sería un problema muy grave, no me molesta cuando pedimos indicaciones, el problema es que las calles estaban demasiado solitarias y había ese ambiente húmedo y frío que simplemente incitaba a llegar a casa y arroparse sobre sofá, listo para un maratón de películas.
El edificio, que supuestamente era de la señora Yolanda, era de diez pisos, no mucho más, de un blanco muy opaco. Había manchas de suciedad en la parte superior, como si el lodo goteara del techo, al igual que en la parte inferior, pero era diferente, como si el sucio quisiera escalar y subir por el edificio. No se veía del todo mal, al menos no se estaba cayendo a pedazos. Tenía una cerca negra de metal eléctrica rodeándolo, y, a pesar de la oscuridad de la noche, se podía ver un jardín que consistía en hierba verde podada al ras del suelo.
Toqué el pequeño botón blanco que resaltaba en una cajita de metal negra, sobre el seguro de la reja negra, mientras acomodaba mejor la mochila que llevaba sobre los hombros. A pesar de ser una reja eléctrica, también tenía para abrirla con llave. Llave que, por obvias razones, no tenemos.
Debo admitir que al principio me dio miedo tocar el botón que, supongo, hacia de timbre, pues en el sitio web decía que la reja estaba electrificada ¿y si me electrocutaba y moría? Obviamente no pasó, pero seguía teniendo ese pensamiento.
De una pequeña cabina al lado de la reja, que no había notado porque se camuflaba de forma perfecta con la oscuridad del jardín, una pequeña luz fue encendida, seguida de una cabeza masculina, que salió por el agujero de la puerta, nos estaba observando con ojos entornados.
—¿Morgenstern? —nos preguntó.
Yo asentí con la cabeza, Brooke también. La cabeza de hombre desapareció devuelta en la cabina. ¿Y ahora? ¿Nos entregaba una llave o qué debíamos hacer? Miré a Brooke, pero ella estaba tan perdida como yo. De repente, entre todo el repentino silencio, un sonido metálico resonó por todo el lugar, la rubia saltó asustada y se enganchó a mi brazo. Me tensé y me puse alerta. ¿Qué había sido ese sonido? Fruncí el ceño y miré al hombre que estaba en la cabina. Él volvió a asomar la cabeza.
—Deben empujar la reja cuando suene —informó, extrañado.
Oh.
Ohhhh.
A eso se refería el sitio web con "reja electrificada", listo, anotado.
El sonido volvió, Brooke se volvió a asustar, pero esta vez se abalanzó contra la reja, empujando la pequeña puerta hacia atrás y dándonos vía libre para ingresar al edificio.
Okey, pero ¿qué es esta tecnología?
En la mitad del supuesto jardín, había un camino de hormigón pintado del mismo blanco opaco, con la suciedad en los bordes. Es cierto que al edificio le venía una buena retocada en la pintura, o una buena limpieza, pero de resto se veía bastante bien, incluso algo moderno —es decir, tiene una reja que se abre sin llave, eso es un avance—, así que no había nada de que quejarse.
—Un placer conocerlas, soy Cirilo Di Tella, el celador del edificio de doña Yolanda —Cirilo nos sonrió con amabilidad—. No esperaba su llegada, no a esta hora y... solas, disculpen la falta de iluminación.
De no sé dónde, Cirilo encendió las luces que alumbraban el jardín de noche. Eran bombillos de luz blanca acomodados en lugares específicos para mitigar las zonas oscuras del jardín. Gracias a la luz pude notar que, Cirilo, no podría ser unos años mayor que nosotras.
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Sombras [SSC #1]
Teen FictionHISTORIA ORIGINAL Billie Jean Morgenstern estaba segura de una cosa: la vida era injusta para algunas personas. Pero, por alguna curiosa razón que ella no terminaba de entender, la vida parecía tener cierto aprecio por Billie Jean. Ella no había si...