Capítulo 05
los susurros del pasilloBillie Jean
Me encontraba en el aula de clases, de forma física. Mi trasero estaba pegado a la silla, podía sentir el ligero calor que empezaba a hacer en el lugar y, también, la ligera humedad que se había formado en la parte trasera de mi espalda, pues mi cabello no había quedado del todo seco. Pero mi cabeza se encontraba en otro lado.
No dejaba de pensar, mi cabeza no dejaba de torturarme con el chico que tenía al lado. Esa sensación incómoda había estado en todo momento. Era tan intimidante, que, cuando se dignó en quitar su mochila de mi nuevo asiento, juro por Dios que creí que iba a darme un golpe, ocasionó que saltara, golpeando el pupitre de atrás y recibí el primer regaño del señor White.
No podía escuchar ninguna de las palabras del señor White, no dejaba de sentir la presencia del chico, es que era muy raro. De su cuerpo, en vez de emanar calor, una corriente de frialdad lo envolvía. Por pura curiosidad, desvié la mirada hacia él, para ver qué demonios había estado haciendo toda clase.
Como esperaba, estaba inclinado sobre el pupitre, no se había movido ni un milímetro y ese simple detalle me aterraba. ¡¿Quién mantenía la misma exacta posición por tanto tiempo?! Su mano se movía con rapidez sobre una hoja de un cuaderno con encuadernación de cuero, sobre el cual había estado inclinado toda la clase. Noté que no estaba escribiendo lo que el señor White decía, estaba dibujando algo.
Agudicé la vista de forma involuntaria y vi lo que era. Sí, era un dibujo. Uno muy bueno. Era una chica, yo suponía, por su larga cabellera oscura. Estaba sola, en el medio de un bosque. Los detalles eran increíbles. La forma en la que chica miraba sobre su hombro, mientras sostenía una linterna en su mano, la oscuridad del bosque, los árboles, todo parecía tan real. Pero, para darle un toque más abstracto, la cara de la chica era simple manchón, con ciertos rasgos obvios, como la nariz recta y los labios ligeramente delgados.
De repente, la mano del muchacho entró a mi campo de visión de una forma tan repentina, que, de nuevo, me dio la impresión de que me iba a golpear. Evité saltar en la silla, pero un casi imperceptible chillido logro escapar de mi garganta. Mi corazón se relajó cuando lo único que hizo fue cerrar el cuaderno y solté aire con muchísimo cuidado.
Levanté la mirada de una forma dolorosamente lenta, hasta sus ojos. Me estaba mirando. Esos increíbles ojos azules seguían brillando en ira, pero ahora había algo diferente, su mirada que, en un principio, me había parecido un tanto salvaje y desubicada, pasó a ser una muy fría y calculadora, pero ese toque aterrador seguía ahí, dándole un aire tan amenazante al chico que simplemente me obligué a pasar saliva y apartar la mirada tan rápido como pude.
El problema es que no importaba que tanto apartara la mirada y me obligase a mantenerla en el frente, podía sentir sus malditos ojos pegados en mi de una forma tan pesada que me daban ganas de girarle y pedirle de una forma para nada amable que deje de mirarme así. O que dejara de mirarme, en general.
De alguna forma, Brooke se las arregló para captar mi atención, recién salía de un ataqué de risa, lo noté por la forma en la que trataba de inhalar y jugaba con su cabello. La muy maldita estaba coqueteando con el chico de sonrisa perfecta y yo aquí con miedo a moverme. La rubia en diagonal a mi llevó sus ojos verdes a los míos y luego movió su cabeza a la izquierda. Fruncí el ceño.
«Háblale.» Articuló, moviendo solo los labios. Negué con la cabeza muchas veces. «¿Estás loca?» Articulé yo, en respuesta. Brooke puso su cara seria, lanzándome una mirada de pocos amigos. «Anda, hazlo. ¡Háblale!» Esta vez, no parecía una sugerencia, era, más bien una orden que yo no pensaba cumplir ni aunque me pagaran. «No, el chico me aterra.» Le dije, ella rodó los ojos y regresó al chico de sonrisa perfecta.
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Sombras [SSC #1]
Fiksi RemajaHISTORIA ORIGINAL Billie Jean Morgenstern estaba segura de una cosa: la vida era injusta para algunas personas. Pero, por alguna curiosa razón que ella no terminaba de entender, la vida parecía tener cierto aprecio por Billie Jean. Ella no había si...