Capítulo 19

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Llegué a mi apartamento y nada más cerrar la puerta me apoyé en ella, repitiendo la conversación con George una y otra vez.

- ¿Por qué lo hace tan difícil? -. Me pregunté a mí misma mientras caminaba hacia mi salón.

Me tumbé en el sofá y con la tarrina de helado en mano, cogí mi móvil por si tenía algún mensaje, pero nada. Y entonces empecé a llorar, no sabía si era por decepción, por rabia o por tristeza, pero lo único que necesitaba ahora mismo, no estaba conmigo, George no estaba allí.

Me quedé dormida en el mismo sofá y a la mañana siguiente fue el timbre de mi apartamento el que me despertó. Me levanté corriendo y fui directa a abrir y cuando vi quién estaba en mi puerta, las pocas esperanzas que tenía en aquel momento desaparecieron.

-Buenos días, ¿has visto un fantasma? -. Preguntó Lucy mientras se reía. Puse un puchero y en cuanto vio mis ojos aguarse, dejó por completo de reírse y vino a abrazarme. -Pero cariño, ¿qué ha pasado?

Me apoyé en ella y volví a llorar por segunda vez en pocas horas. Noté como cerraba la puerta y despacio íbamos al salón.

-Bien, me tienes preocupada ahora, ¿hablamos? -. Me miró y yo asentí no queriendo decir mucho más.

-Ayer la cita con George no fue como esperaba-. La miré y ella permitió que yo siguiese hablando. -Estuvimos viendo una película, me llevó a cenar y hasta ahí todo bien, pero empezamos a hablar y metió a Mick de nuevo y me insistió en que no pasaba nada si él me gustaba porque ya lo tenía asumido y yo…-. Sorbí mi nariz y Lucy seco mis lágrimas. -Le dije que eso no era así, que era él quien me gustaba y simplemente se calló, no me dijo nada más y me fui, no quería seguir haciendo el ridículo-.

-Amor-. Dijo en un tono apenado y me abrazó de nuevo. -No hiciste el ridículo, hiciste lo que debías-. Hizo que la mirase.

-Le mostraste tus sentimientos y eso nunca está mal, que él haya decidido callarse no es tu culpa, ¿vale? -. Asentí mirando mis manos.

-Igualmente, no se siente bien y sé que seguramente no vamos a hablar en bastante tiempo-.

-Debes darle tiempo, yo sé que le gustas y es más que probable que teniendo la idea equivocada en su cabeza, cuando tú le soltaste eso, se quedase sin palabras-.
Reí sarcástica y la miré. -No creo, pero digamos que te hago caso-. Mi amiga negó sonriendo por mi cabezonería.

-Por supuesto que me harás caso y ahora-. Se levantó y me ofreció su mano. -Usted se va directa a la ducha porque vamos a pasar el día juntas, y nada de hacerse la vaga-. Me dijo amenazante haciendo que me levantase y fuera arrastrando los pies hacia la ducha.

-Si mamá-. Dije antes de entrar al baño.
Salimos por la ciudad y por suerte el día quiso acompañarnos. Londres lucía brillante y eso mejoró mi ánimo más de lo que creí.

Después de comer e ir a mil tiendas, volvimos a casa y Lucy se quedó conmigo el resto de los días, hasta que tuviese que irme de viaje.

-Disfruta de España y piensa en lo que te dije-. Sonreí un poco y asentí. -Todos necesitamos algo de tiempo-. Abracé a mi amiga y saqué la maleta de su coche.

-Gracias por quedarte conmigo estos días, te hablo cuando llegue al hotel-. Dije asomada por la ventanilla.

-Me parece genial, cielo-. Me sonrió y después de despedirme una vez más, entré al aeropuerto dirección a España.

El vuelo iba a ser perfecto para una pequeña siesta, pero George volvió a aparecer por mi mente y abrí su chat. Nada de nuevo. Suspiré guardando mi móvil, dejando sonar mi playlist hasta que aterrizamos.

A Mis PiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora