Bailando.

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 Así que las leyendas eran ciertas, a un que en el fondo ella, sospechaba que por muy exageradas que fuera, el noventa por ciento de estas eran verdad.

Sonrió en el instante que su compañero, le diera otra vuelta, atrapándola a continuación entre sus brazos.

-- -- Bailas mejor, de lo que me dijiste – murmuro su mejor amigo, con una pequeña sonrisa de complicidad adornando sus labios.

Ocasionando un leve rubor en las mejillas de la chica, que internamente agradeció, que la canción parara en ese momento.

No era fácil, mantener la compostura, mientras una bailaba con el bomboncito de Lincoln Loud, se lo había dicho, Stella, Jordán, Chloe, Paige, incluso su hermanita, le remarco con una sonrisa, que en el momento en que él le sonriera, estaría cautiva entre sus brazos.

Pero ahora no era momento en pensar en esas cosas, era momento de ganar el concurso de baile, en ganarlo, y luego hacer que Ronalda se tragara, cada una de las palabras, que dijera hace dos meses, sobre sus oportunidades de ganar el evento.

Flash Back.

Había ocasiones, en que Sid, se cuestionaba, su amistad con Ronnie Anne no es que fuera una mala persona, pero en ciertos momentos, la latina, dejaba salir su mala sangre a flote, y convertía una salida de amigas, en una de las situaciones más desagradables que tenía que soportar en esa semana.

-- -- Por favor – cuestiono Ronnie Anne, comiendo otra rebanada de pizza – tienes literalmente dos pies izquierdos – no sabía que le molestaba más, el comentario, o que su amiga, se lo dijera con la boca atiborrada de pizza.

Sid respiro internamente antes de contestar – con un compañero de baile, que me guiara tendría alguna posibilidad -- enfatizo, intentando convencer a su amiga, a un que más bien, parecía intentar convencerse a ella misma, de que ganar el concurso era posible.

-- -- ¿Y quién sería ese caballero de brillante armadura? – pregunto la latina sonriendo – porque bailando eres un asco – puntualizo antes de tomar un trago de su soda.

No es que Ronnie Anne, fuera una mala amiga, pero no quería que Sid, se ilusionara de más, no estaba preparada para otros tres meses de depresión de su mejor amiga, la ropa negra, los poemas tenebrosos, esa idea rara de tatuarse un corazón sangrante en su pelvis o la parte superior de sus nalgas, la última vez, por poco su amiga, comete esa estupidez, así que mientras más rápido la hiciera desistir, mejor para ambas.

- -- -- Creo que me cobrare ese favor, que Lincoln me debe – respondió Sid, ocasionando que su amiga, escupiera su soda, ante su respuesta.

Ronnie Anne, negó enfáticamente – No, no puedes bailar con el – exclamo casi al borde del ahogamiento, estúpida soda, a un sentía rastros de esta en sus fosas nasales – por lo que más quiera no bailes con el – puntualizo.

-- --¿Por qué no? – replico la chica molesta – temes que gane el concurso – gruño molesta – caso crees que no puedo ganar – dijo poniéndose de pie – pues te demostrare lo contrario Ronalda – refunfuño, saliendo demasiado rápido, para que su amiga, pudiera detenerla.

-- -- Diablos – bufo, la latina, sentándose de nueva cuenta en su silla, solo esperaba, que Lincoln hubiera controlado, ese pequeño, mal habito, o Sid, podría estar en una situación, un tanto delicada.

Fin del flash back.

El concurso, había pasado de rápidas canciones de rock & roll, a baladas tranquilas, terminando con un ligero vals, que obligaba a bailar, a un más pegadas, a las parejas restantes de la competencia.

Sus mejillas sonrojadas, eran apenas visibles gracias a la iluminación, a un que podía notar también un ligero rastro de sonrojo, en las mejillas de su compañero.

-- -- Gracias por invitarme – susurro el chico – me estoy divirtiendo bastante – Sid, recargo su cabeza, contra el pecho de su compañero – lo mismo dijo – susurro la chica.

Al diablo, con el concurso o la leyenda negra, que circulaba detrás de su amigo, real o no, ellos iban a bailar, para divertirse, y si esa noche, pasaba algo más, no es como si ninguno de los dos no deseara tal cosa.

O al menos eso pensó, antes de sentir a Lincoln, tocándole un poco más abajo de su espalda, arrancándole una pequeña risita de nerviosismo.

-- -- ¿Te apetece ir a cenar? – pregunto el chico – conozco un buen restaurante muy cerca de aquí – pego más a su pecho a la chica, que sentía emoción e inseguridad a partes iguales.

-- -- Tal vez – respondió la chica, con una pequeña sonrisa – preferirías ir a cenar a mi departamento – sugirió, atrapando la cabeza del chico, obligándole a bajarla, a escasos centímetros de su rostro – o tal vez prefieres desayunar --.

El sonrojo se intensifico en el rostro de ambos ante ese pequeño beso robado, quizás las otras, habían caído en las redes de Lincoln Loud, pero ella no era como las otras, si Lincoln quería entrar, primero tendría que ganárselo.

Después de todo, él no era el único, con algo de experiencia en el tema, no por nada, ella también tenía un apodo, que ni si quiera su hermana conocía; y si Lincoln quería llegarlo a conocer, le costaría un poco más, que un baile y una noche de revolcón de una sola noche.

30 momentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora