Sus manos recorrían todo mi cuerpo, profundizando en mis pechos y mis muslos. Pronto empezaron a deshacerse de mi ropa como si verdaderamente fuese un incordio, cuando yo solo la veía como mi única protección en ese momento.
Sentía como mis lágrimas iban inundando mis mejillas poco a poco y la terrible necesidad de moverme y gritar era casi tan fuerte como cualquier colacuerno en acción.
-Para ser una mestiza no estás mal- Goyle era sin duda el que más asco me daba en estos momentos. Su lengua había recorrido mi cuello y mis labios repetidas veces, como si se pudiera deleitar de mi estado de inmovilidad. Era realmente asqueroso.
-La verdad es que sería mejor incluso si pudiésemos oírla gritar- Las risas de ambos, acompañadas de sus miradas, sus caricias y sus burdas palabras estaban consiguiendo volverme loca de remate.
Por secuencias, iba viendo toda mi vida pasar, flagelándome mis propios recuerdos iba marchitándome como los pétalos de cualquier flor que no se riega.¿Por qué no me habría ido con Gin cuando pude?, ¿Qué demonios hice yo tan mal para merecer que me hagan esto?
En cualquier libro o película de ensueño, al final aparece el chico, salva a la chica y todo sale bien. Lástima que esto no sea nada de eso.
-Bueno Potter- Medio rió Crabbe colocándose el uniforme en perfecto estado -Esperemos que sepas guardar un buen secreto
-Por tu bien.
-Finite incantatem.
Entre risas, tanto el uno como el otro acabaron saliendo de allí, yo ni siquiera tenía fuerzas para moverme, para poder vestirme y salir de ahí. Todo era mucho más complicado que eso. Yo, Maxime Potter, acababa de ser violada.
Mis piernas temblaban, era sumamente difícil mantenerme en pie, pero aun así lo hice. Me levanté entre continuos temblores para poder vestirme todo lo bien que podía en ese momento. Suerte de que nunca me haya caracterizado por mantener el uniforme en perfecto estado, sino, cualquiera que pudiera verme ahora mismo pensaría en lo peor, aunque en este caso, acertaría.
El pobre sonido del viento me hacía sentir mal, era como si hasta el propio bosque estuviera juzgándome y es que, si decía algo era eso lo que pasaría, me juzgarían. Me juzgarían a mi haciéndome creer que todo fue mi culpa, pero yo no podía permitir que eso pasara, no podía consentir que la gente me hiciera creer en algo que no era para nada cierto. Yo sabía perfectamente que en este caso solo he sido una víctima, una víctima más de ese 99% de mujeres que han pasado por esto, pero no podía permitir que me hundiera.
Con dificultad tomé una bocanada de aire llenando así mis pulmones, como si fuera el oxígeno el que me diera esas fuerzas que necesitaba para enfrentarme a todo esto sola. Mis pasos eran muy lentos, no se si porque realmente no podía acelerar mucho más o porque ni yo era capaz a controlar mi sistema locomotor. Lo que si tenía claro, era lo mal que me encontraba.
Tenía la lengua seca y un mar de náuseas amenazaba con acentuarse más por segundos. Las manos me sudaban pero a la vez sentía que nunca antes había tenido tanto frío como ahora. Mi vista empezaba a fallar cada vez más, me costaba enfocar, por no hablar de la pesadilla que suponía el tener que coordinar mis pasos y enfocar la mirada a la vez.
-Eh, Potter.
Ahí estaba, de nuevo su voz, la misma voz que lograba tensarme con tan solo su repentina aparición, ahora solo me traía muchísima paz interior.
Lo miré como si tan solo mi mirada pudiese hacer algo, como si pudiese darle el mensaje que realmente quería transmitir. Y al parecer así fue.-¿Qué te han hecho? -Su voz sonaba a auténtica rabia y por más que me hubiera gustado contestar acabé desplomándome sobre sus brazos.
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[Pov. Harry]
-Aun queda mucho por hacer Hermione- Solté un ligero suspiro que casi era más característico en mi que la cicatriz.
-Si, pero tampoco es momento de agobiarte Harry, además estás dejando de lado tus estudios.
-Hermione, creo que ahora podemos preocuparnos de otras cosas aparte de las notas- Ron dejó escapar una media sonrisa seguramente sabiendo que a Hermione le molestaría mucho más que cualquier otra cosa.
-Harry, ¿sabes donde está tu hermana?- Ahí estaba Gin, parada frente a mi con su tenue mirada brindándome de ese calor tan específico en ella. Su presencia solo me hacía confundirme una y otra vez, no solo en lo que decía sino en lo que pensaba -Harry, ¿me estás oyendo?
-¿Eh?, ¿qué?, sí
-Genial entonces, ¿dónde está?
-¿Quién?
-Harry, tu hermana- La pelirroja frunció el ceño en muestra de reproche total y no me extraña, cada vez que me hablaba, debía pensar que soy idiota.
-Ah Max, ¿no está con vosotras?
-No, después del entrenamiento quiso irse sola y...eso fue hace más de dos horas Harry...
-¿Qué?- Me levanté de golpe con el ceño completamente fruncido, no tenía ni la menor idea de dónde podía estar mi hermana, pero lo que tenía claro era que algo no estaba yendo bien, nada bien.
-Quizá esté haciendo alguna broma con los gemelos, Harry no te pongas en lo peor- Sabía que Hermione era la más racional del grupo, pero en este momento no me servían las palabras de consuelo.
-¿Y si no?
-Señor Potter- La voz de McGonagall a mis espaldas era todo lo que temía y todo lo que me llevaba a la perdición. Podía perder a muchas personas, pero me negaba a perder a mi hermana.
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[Pov. Max]
Mis párpados cada vez iban siendo menos pesados, forzándome a mi misma a abrir los ojos. De primeras no era capaz de reconocer el sitio en el que estaba, era como si mi cerebro no quisiera funcionar en estos momentos, como si se hubiese cansado de hacerlo.
-Max- El susurro de mi hermano y su fuerte abrazo de golpe si que me hizo caer del guindo por completo. Lamentablemente recordaba todo lo que había pasado, pero no era necesario que nadie lo supiera.
-No sabes el susto que nos has dado- Maggie se llevó una mano al pecho a la par que suspiraba aliviada -¡Helena el chocolate era para Max!
-¡Que se hubiera despertado antes!- No pude evitar soltar una leve sonrisa, aunque pronto se borró al percatarme de la ausencia de alguien.
¿Dónde se había metido Draco?
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Lily y James a través de los tiempos
FantasyLa historia de Lily y James desde que termina Hogwarts hasta el final.