Capítulo 1 - Se busca.

1.2K 150 52
                                    

Un nuevo día comenzaba en la ciudad de Lyon, las calles comenzaban a poblarse de gente, niños jugando en los jardines, personas saliendo, vestidos elegantemente en dirección a sus lugares de trabajo. Las ventanas de los edificios con aquella arquitectura antigua comenzaban a abrirse de par en par, permitiendo llenar los hogares de la calurosa luz solar.

Las calles comenzaron a inundarse de pancartas y volantes, pues empleados del palacio se encargaban de colocarlas en los cristales de las tiendas, mientras otros los entregaban a las personas que cruzaban por la calle. En todas ellas, se encontraba impresa la misma leyenda:

"Se busca

Horacio Pérez, hijo del emperador.

Recompensa millonaria a aquél que lo traiga con vida.

Se entregará la mitad de la recompensa en caso de ser entregado sin vida"

Tomaba el arrugado papel entre sus manos, manchado con las huellas de algunos zapatos que habían pasado por encima.

Leía una y otra vez el nombre impreso en la amarillenta hoja: Horacio Pérez. La foto que tenía era antigua, al príncipe imperial se le había visto en contadas ocasiones en público; todo el tiempo tenía la agenda ocupada, y a él tampoco le interesaba ser visto por personas que sólo lo observaban por la superficie, personas que en él sólo veían al heredero.

A pasos decididos, comenzó a dirigirse hacia su caballo, que aguardaba a la orilla de la polvorienta calle. Subió, impulsándose en el estribo, montando al caballo que había sido su fiel acompañante en cada una de sus aventuras.

Su objetivo era claro: traería de vuelta al príncipe, cobraría la enorme recompensa y así viajaría de vuelta a Rusia, su país natal, donde compraría una cabaña alejada de la capital y pasaría el resto de su vida en paz.

Sonaba demasiado ambicioso, pero así era él. Aquello era esencial en su trabajo, pues constantemente debía enfocarse en localizar las más ostentosas recompensas, que le permitieran llevar una buena vida y amortizaran el riesgo al que se exponía en su oficio.

Tomó el papel, guardándolo en uno de los bolsillos interiores de la gabardina en color marrón oscuro que llevaba puesta, tirando de las riendas del caballo, haciendo que éste comenzara a avanzar a paso tranquilo a través de la ciudad, en dirección al gran edificio donde vivía el emperador con su hijo; necesitaba conseguir algo de información antes de comenzar su búsqueda. Sabía que muchos correrían desesperadamente a buscar por todos lados, pero ese no era su estilo.

Cuando logró visualizar el gran palacio, tiró de las riendas, haciendo al caballo comenzar a caminar más despacio, hasta tirar nuevamente para hacerlo detenerse por completo. Se bajó, acomodando su ropa, la cual se había desarreglado por el galope, y su cabello, el cual se había movido por el viento que le daba directamente en el rostro.

No era primera vez que realizaba algún trabajo para el emperador, por lo que no tuvo mayor problema en pasar a los guardias que se mantenían firmes vigilando las grandes puertas. Se le notificó de su presencia al hombre, quien accedió inmediatamente a verlo, comenzando a intuir el motivo de su visita.

Fue guiado por uno de los hombres hasta una sala, donde le indicaron que esperase. Se sentó en una de las sillas que se encontraban frente al gran escritorio de madera, cubierto con un barniz entintado en un firme tono caoba. Había algunos cuadros colgados alrededor, uno especialmente grande detrás de la acojinada silla que se encontraba al otro lado del mueble. En éste se podía ver un retrato del emperador, sosteniendo una copa dorada en una de las manos, con una falsa expresión amable decorando su rostro.

Del lado izquierdo había un librero lleno de enciclopedias colocadas únicamente a modo decorativo. En general, la sala se encontraba algo vacía y se notaba que no era utilizada de manera frecuente.

Fugitivo || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora