Capítulo 0 - Prólogo

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La noche había caído hacía ya algunas horas, la luna se encontraba justo en el medio del cielo, iluminando la oscura ciudad dormida. Las luces de todas las casas se hallaban ya apagadas, excepto una. En una de las habitaciones del palacio, la luz estaba encendida, iluminando la habitación de aquel chico que, desesperado, sacaba prendas de ropa aleatorias de sus grandes y numerosos cajones, metiéndolos sin siquiera doblar en un gran bolso negro que había robado del almacén, junto con un saco de dormir.

Metía también algunas otras pertenencias, que para él eran de uso básico: algunos artículos de higiene personal que ni siquiera sabía si podría utilizar, algo de dinero que sacó de una pequeña caja escondida debajo de su ropero, algunas brochas y maquillaje, el cual tenía escondido al fondo de un cajón, pues su padre le había prohibido utilizarlo.

Caminó rápidamente al baño, tomando una maquinilla de afeitar que había comprado al peluquero de la familia, haciéndole jurar que no le contaría a nadie. En un acto de rebeldía, comenzó a rasurar los costados de su cabeza, dejando únicamente una franja en la mitad de la misma, que iba desde donde comenzaba su cabello, en su frente, hasta la parte baja de la nuca.

Se había cansado de ser el chico bueno, el que siempre obedecía a su padre en todo y que se esforzaba por complacerle. Pasó toda su vida esforzándose para ser el mejor estudiante, el mejor en combate, aprendiendo múltiples técnicas de batalla y autodefensa, todo para enorgullecer a su progenitor, que no parecía estar contento con nada.

Había hecho todo por mantener a su padre feliz, no le gustaba verlo enojado, menos aún cuando recordaba su infancia, en donde la furia de aquel hombre lo volvió víctima de golpes, burlas y maltratos, así como severos castigos para "aprender a respetar la autoridad".

Pero todos tienen un límite, y su límite llegó cuando esa tarde, al llegar a casa, le presentaron a la que sería su futura esposa.

Una mujer de la que apenas conocía el nombre. Era hermosa, no lo negaría, pero no era lo que él buscaba. Pasó su vida soñando en encontrar a una persona a la que ame, y que lo ame de regreso, soñó con bodas espectaculares como las que leía en libros, una pareja a la que pudiera entregarse sin miedo, que juntos se enfrenten al mundo.

Era el único sueño que mantuvo presente en sus 21 años de vida. No permitiría que se lo arrebaten así, de repente, tan de la nada. Podía permitir que controlen cada aspecto de su vida, pero no permitiría que intenten controlar lo que siente su corazón.

Es por eso por lo que ahora se encontraba escabulléndose en cada pasillo de la casa, vigilando que nadie pudiera verlo, con cautela, caminaba en dirección a la puerta, la cual abrió lentamente, saliendo y cerrando tras de él. Abandonó el lugar que lo vio crecer, sufrir, llorar y algunas veces le hizo sonreír.

No negaría que pasó momentos alegres, pero podían fácilmente anularse con cada segundo de tristeza o dolor que tuvo que vivir sólo para mantener contento al emperador.

No sentía remordimiento alguno. Cada paso que daba lejos de aquella casa le hacía sentir más libre, sentía el peso de sus hombros comenzar a aligerarse, no miraba hacia atrás, y tampoco sentía ganas de hacerlo. 

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Bueno, comenzamos con una nueva historia. He estado trabajando en esto varios meses, así que espero que la disfruten tanto como yo he disfrutado escribirla. No será demasiado larga (o no tengo planeado que lo sea jeje). De momento las actualizaciones serán semanales, pero les avisaré de cualquier cambio.

Disfruten.<3

Fugitivo || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora