CAPÍTULO 21: RECUERDOS FUGITIVOS DE UNA NEFELIBATA

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Podía hacer una larga lista de cosas que estaban mal, pero la peor de todas era la osadía temporal generada por el alcohol.

A unas cuantas millas del suelo me di cuenta de lo que había sucedido. Huir de los problemas parecía parte de mi rutina. La vida era muy impredecible, al igual que mis acciones. La culpa que sentía se disipaba por la adrenalina presente.

Al bajar del avión comencé a leer los mensajes de Charlie, el cual ya estaba esperando por mí. Me sentía tan emocionada de verlo. California parecía ser la pesadilla de la cual finalmente había despertado.

-¿Qué haces aquí? .- preguntó aún atónito por lo que veía.

-Te extrañé.- le repliqué antes de soltarlo.

Era muy temprano pero Nueva York estaba completamente viva, rodeada de miles de personas con las que probablemente no volvería a coincidir nunca más. 

-¿Qué quieres hacer?.-

-Cualquier cosa estaría bien.- le respondí.

-Sé a dónde te gustaría ir.-

Charlie comenzó a manejar hacia el único lugar en todo el Eastside que amábamos tanto. Cuando vivíamos juntos solíamos desayunar en esa pequeña cafetería todos los domingos, a veces me veía obligada a romper la tradición a causa del delicioso Chai latte

-¿Qué fue lo que pasó?.- preguntó cuando entramos al lugar.- ¿Mis papás saben que estás aquí?.-

El silencio incomodo obligó a Charlie a refugiarse en su teléfono, por el contrario yo lo veía detenidamente tratando de volver a llamar su atención.

-¿Cómo está todo en Stanford? .- preguntó después de un rato.

-Como es de esperarse.- intenté continuar pero fue imposible, un nudo en mi garganta comenzaba a formarse para finalmente dar paso a las lágrimas.

-Estoy aquí para escucharte Eloane, siempre te voy a escuchar.- Se acercó lo más rápido que pudo y sentí que el peso que llevaba encima se equilibraba.

-¿Cómo se puede soportar tanto dolor?.-

Charlie fue incapaz de responderme, pero continuó sosteniendome, aunque todo parecía caótico, estar a su lado generaba paz.

-La vida está hecha de muchos sentimientos Eloane.- dijo con voz calmada .- Cada uno de ellos, sean buenos o malos nos ayudan a aprender...-

Antes que pudiera decir algo más mi incesable llanto lo interrumpió. Era la primera vez en mucho tiempo que me sentía de esa manera. El profundo dolor me obligaba a regresar al abismo y la opresión en el pecho exacerbaba. Sabía que estaba completa y viva, pero en mi interior me sentía en ruinas, quizá la única manera de dejar de sentirme así era ponerle fin a la vida que pasaba.

Las lágrimas continuaron confluyendo hasta desaparecer por debajo de mis mejillas, cada gota reducía el dolor.

El sentimiento me estaba haciendo creer que todo lo que había pasado era solo una ilusión, un sueño profundo que terminaba por convertirse en una pesadilla, pero no lo era.

-¿Por qué no vamos a casa?.- preguntó Charlie cuando finalmente el llanto cesó.- Hay alguien que quiere verte.-

-¿Marie?.- no respondió, esperó tranquilamente para poder salir de la cafetería e ir hasta casa.

El lugar parecía permanecer iluminado, haciéndome creer que la única persona que no resplandecía era yo. A primera vista se veía igual que cuando me fui, pero unos cuantos cambios en la decoración se hacían notorios después de centrar la atención.

Donde el Destino Decida LlevarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora