CAPÍTULO 26: DEJA VÚ

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Regina:
La vida cambió de un instante a otro, se convirtió en una completa catástrofe.

No sabíamos donde estaba Eloane. Todo lo que pudimos hacer fue dejarle mensajes, los cuales ignoró.

Llegué a Kappa y fue ahí donde la encontré, permanecía acostada en un gran charco de sangre, en la oscura entrada de la casa. Nadie sabía que había pasado. Estaba sola.

Inmediatamente la trasladaron al hospital. Intenté hacer todo lo posible por mantenerla despierta. Ella tenía una lucha interna por tratar de seguir consciente, incluso cuando llegó al hospital.

Le avisé a todos lo que había sucedido, estábamos aguardando por ella.

Cuando su papá llegó al hospital, quebró la poca cordura que nos sostenía, prometió no descansar hasta encontrar al culpable. Después de eso pidió que trasladaran a Eloane a San Francisco.

El doctor que la atendía se negó, sabía que estaba perdiendo demasiada sangre, pero al papá de Eloane no le importó.

Mi pequeña Eloane.

Decía que la vida era un poco cruel, después de darle la última bocanada de aire a su cigarro. Le gustaba pensar que todo el mundo podía hacer cosas increíbles, sólo se necesitaba encontrar una motivación. Vivía creyendo que la vida valía la pena, aunque por las noches lloraba hasta el cansancio.

Aseguraba que sus problemas se originaron cuando llegó a California, pero ella mejor que nadie sabía que su tristeza tenía origen desde Manhattan. Una neoyorquina millonaria que escondía entre su belleza y lujos la infame tristeza que le arrebataba todo.

Había pasado un mes desde la noche del 20 de abril, aquella noche en que la sostuve por última vez.

Todos creímos que sobreviviría, pero la esperanza nos traicionó. Mientras la trasladaban a San Francisco, todo terminó. No hubo funeral, prefirieron enterrarla sin poder despedirnos de ella.

Ese día inició la investigación. Los agentes encargados del caso creían tener todas las piezas hechas pedazos, sin ninguna clave específica para poder deducir que había pasado realmente, hasta que Maia habló. Estaba tan atemorizada de hablar, pero sabía que era lo correcto.

Bajo la desesperación y el deseo de encontrar a quien podía ser el culpable, confesó que la casa ocultaba cámaras de seguridad,  las cuales mandó a instalar desde el primer robo.

Cuando supimos de eso, pensamos que sería más fácil encontrar al culpable, pero nos quedamos en el mismo lugar, sin ninguna pista concreta. Dos personas estaban involucradas, el problema era que habían ocultado sus caras entre máscaras.

-Pasa.- grité mientras intentaba secarme el último par de lágrimas que caían por mis mejillas.

-Hola.- susurró Luca mientras entraba a la habitación. – Esta mañana hablé con Charlie, en dos días vendrá a California. Me dijo que interrogaran a todas las personas cercanas a Eloane.-

-¿Por qué?.-

-Porque creen que alguien cercano lo hizo... quieren recabar la mayor información posible, para encontrar al culpable y su cómplice.-

-¿Quién haría algo así?.- pregunté desesperada

-No lo sé Regina, pudo ser cualquiera.-

-Nosotros nunca haríamos algo así.- después de terminar la oración, las lágrimas renacieron y me impidieron hablar.

Luca se acercó a abrazarme y ambos comenzamos a llorar. Tratamos de tranquilizarnos, pero después de tantas tragedias resultaba difícil incorporarse.

Donde el Destino Decida LlevarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora