Ocho - Lugar inseguro

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CAPÍTULO 8

"Al que se te haga el loco yo lo mato, si te toca lo
emboco sin dudarlo"

Salieron del lugar donde todas las personas de clase alta se encontraban almorzando y se dirigieron al estacionamiento, donde se encontraba la moto de Sebastian

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Salieron del lugar donde todas las personas de clase alta se encontraban almorzando y se dirigieron al estacionamiento, donde se encontraba la moto de Sebastian.

El tatuado se colocó adelante y ella se subió después de unos segundos detrás de él. Pasó sus brazos por el torso del joven, abrazándolo fuerte. Neo encendió el motor de la moto y así partieron hacia su casa, el lugar donde semanas anteriores habían tenido intimidad.

- Si te parece podemos estar acá todo el día y a la noche te invito a una fiesta que hay en el barrio - le habló él cuando llegaron a la puerta - No es cómo las fiestas a las que estás acostumbrada a ir, pero te va a gustar

Karen sonrió y se alegró de sentir que el chico que se encontraba frente a ella quería involucrarla en su vida.

Sin pensar mucho, le agarró la cara con sus manos y junto sus labios. No sabía que era lo que le pasaba cuando estaba junto a él: si era la adrenalina de desobedecer a su familia, las ganas de conocer cosas que no fueran de su entorno, la emoción de ver el mundo desde otra perspectiva, o si en el fondo de su corazón el amor empezaba a aparecer.

Abrieron la puerta aún besándose y se tiraron en el sillón. Otra vez no pudieron llegar a la cama, porque aguantar las ganas de sentirse era imposible.

- ¿Qué tenes para atraparme así? - le preguntó ella entre gemidos

- Lo que pasa es que ningún pibito de esos con los que estás te lo hace como yo - susurró agrandándose un poco

Un par de embestidas más y ambos alcanzaron el punto máximo. Se vinieron juntos, y Karen apoyó su cabeza en el hombro de Neo mientras este repartía besos por su cuello y clavícula.

- Que suerte que apareciste ahí, me alegraste el día morocha - le susurró Sebastian en el oído y atrapó el lóbulo con su boca

Estuvieron acostados en ese sillón lo que restó del sábado. Comieron pizzas, miraron una película que Karen lo obligó a ver, y se conocieron mucho más.

Ella descubrió que se sentía cómoda cuando sus brazos la rodeaban. Que le gustaba el sonido de su risa, y que sus besos eran los único que queria recibir.

Él vió que ella no era una cheta más. Que tenía su lado sencillo, humilde, y que podían llevarse bien e intercambiar charlas. Esa adolescente lo había cautivado desde el día del robo en el departamento y ahora que la había probado, sin duda no la iba a dejar ir muy fácil.

Ya era la hora de ir a la joda. Se hacía en la casa de uno de los compañeros de tráfico de drogas de Neo.

- Vamos caminando porque es cerca para sacar la moto - le avisó

La morocha asintió y juntos salieron. Lo que le dijo era cierto, la casa estaba a menos de tres cuadras de distancia. Desde afuera se escuchaba la música y las personas que había, pero cuando entraron fue peor.

Demasiada droga. Demasiado alcohol. Demasiada gente.

La chica se asustó un poco y pensó en que había hecho mal al aceptar, ya que ese no era para nada su ambiente. Agarró la mano de su acompañante y este la apretó más fuerte, como haciéndole entender que no la iba a dejar sola.

La noche iba bien. Algo incómoda para Karen, pero relativamente bien. Cuando las personas se acercaban a saludar a Neo la miraban raro, y sobre todo las mujeres con una mirada despectiva.

- No les des importancia, te tienen envidia porque sos una diosa y estas conmigo - le explicó él

Se acercó para besarla y ella, obviamente, le correspondió el beso. Una vez que se separaron Sebastian le dijo que iba al baño y que lo esperara allí.

Unos minutos después, sintió cómo alguien la agarraba de las caderas y con un brazo rodeaba su cuello. La presión que ejercía la estaba incomodando y rogaba en su interior que no le pasara nada.

- ¿Hoy trajiste tu reloj muñeca? - la asustó

Esas palabras que soltó le hicieron entender que era el otro ladron de esa noche. El que la había maltratado en el baño, y estaba dispuesto a hacerlo nuevamente.

Neo volvía del baño cuando vió la situación y no dudo en correr para enfrentarse a Lucas. Un minuto que la dejaba sola y le hacían esto.

- Soltala porque nos desconocemos - expresó enojado

- ¿La va a proteger otra vez? No me digas que te enganchaste con esta pendeja - habló Lucas - Me parece que lo que queres es enamorarla para después robarle todo

Al fin, dejó a Karen y se paró enfrente del de cara tatuada. Los dos se miraban fijamente y la bronca se sentía en el lugar.

- Andate antes de que te parta la boca - le pidió Neo y Lucas obedeció, no sin antes pegarle un leve empujón en el pecho

Una vez que no estaba a la vista de ninguno de los dos, Neo se acercó a la morocha y la abrazó. La condujo afuera y caminaron lentamente las cuadras que los separaban hasta llegar a la casa de él.

- Llevame a mi casa por favor - rogó ella mirándolo con sus ojos aguados

El tatuado sintió una presión en su pecho al verla tan indefensa, y pensó que nunca debería haberla llevado a ese lugar.

Sacó la moto del garage y emprendieron camino hasta el country donde vivía ella. Al llegar, Karen bajó del vehículo y le devolvió el casco.

- Gracias por traerme, y gracias por salvarme una vez más - dijo nerviosa

- A cualquiera que intente tocarte yo lo mato, eso sabelo - expresó el joven y logró sacarle una sonrisa

Sonrisa que se fue al entrar a su casa y ver a su padre parado detrás de la puerta, mirándola con cara de desaprobación.

- Estas castigada sin salir por una semana de la casa y ya mismo me explicas quién es el negro ese que te trajo - le gritó

Pobre pero rico | Neo PisteaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora