Trece - Reconciliación

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CAPÍTULO 13

"No quiero pelear, quiero que me des un besito y acariciar tu cara de caramelito"

"No quiero pelear, quiero que me des un besito y acariciar tu cara de caramelito"

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Sebastian suspiró y guardó el celular en su bolsillo.

La llamada con la morocha había sido corta. Ella le dijo que estaba perdida, no sabía en que parte de la ciudad estaba, y necesitaba que fuera a buscarla.

Así que eso iba a hacer. Un favor no se le niega a nadie, le enseñó su madre.

Sacó su motocicleta del garage de su casa, se subió a la misma y salió con el GPS de su celular prendido hasta encontrarse con Karen.

Cuando llegó al lugar indicado por la chica, la encontró sentada en un escalón de piedra vestida de ropa deportiva y con su cara algo roja. Dedujo que había salido a hacer ejercicio, y no pudo no observar lo linda que se veía con ese conjunto tan apretado.

- Subí que te llevo hasta tu casa - le dijo en un tono cortante cuando estacionó frente a ella

Esta lo miró durante unos segundos para después levantarse y acercarse a él.

Por su mente pasaron mil maneras diferentes de aclararle la situación, contarle como habían sido en verdad las cosas y que ella no había mandado ese mensaje.

Pero lo único que pudo hacer fue lanzarse a sus brazos.

- No me toques - pidió Neo poniendo sus manos en la cadera de ella e intentando separarla

No lo logró. Karen se aferró aún más a su pecho. Así como lo había hecho cuando casi cae en la terraza de ese boliche la segunda vez que se vieron.

No quería estar peleada con el tatuado, no después de entender que había reaccionado mal a causa de pensar que ella ya no lo quería.

- No fui yo - sostuvo mientras salía de su pecho y lo miraba a los ojos - No te pediría jamás que te alejes de mí, no después de que me hicieras sentir todo lo que siento ahora

- ¿Y qué sentis? - le preguntó con su voz algo temblorosa

La morocha bajó su mirada. Le daba vergüenza confesarle que lo quería, que sentía un cariño increíble hacia él a pesar de lo poco que lo conocía. Sentía que se iba a burlar de ella o a rechazarla.

Por eso, aún mirando al piso, susurró levemente la respuesta a esa interrogante.

- Siento que necesito tus labios sobre los mios justo ahora - le dijo

Sebastian agarró el mentón de la chica, hizo que levante su rostro y unió sus bocas tal como ella se lo había pedido.

Enseguida le respondió, pasando sus brazos alrededor de su nuca, y haciendo del beso algo mucho más intenso y necesitado.

Las manos de él fueron a parar a sus glúteos, aunque después de unos segundos, la adolescente colocó las suyas sobre estas y las subió hasta su cintura.

- No me toques la cola en el medio de la plaza Sebastian, van a pensar cualquier cosa - habló, dando por finalizado el beso

- Es que quería hacerlo desde que llegue y te vi con esta ropa - respondió - Igual estoy enojado con vos eh

Karen le dedicó una breve sonrisa. Acunó la cara del tatuado con sus manos y se acercó para rozar sus narices.

Le gustaba muchísimo y no lo podía negar.

- No te enojes conmigo, una de mis mejores amigas me agarró el celular y te mandó ese mensaje - le explicó brevemente

Neo se alejó un poco y la miró extrañado. ¿Cómo alguien que se consideraba tu mejor amiga podía hacer algo así?. Esperaba que la morocha se hubiera alejado lo más posible de esa mentirosa y entrometida.

Osea que, pensándolo bien, esas palabras que le habían dolido al leerlas no fueron escritas por ella. Y no era lo que sentía, no lo culpaba por haberla corrompido ni lo quería fuera de su vida.

Él dejó nuevamente un beso corto en sus labios y después otro en su frente.

- Se me puede pasar el enojo, pero todo tiene un precio - expresó con cierto doble sentido

Ella se dió cuenta de lo que buscaba con eso, y deslizó su mano derecha por todo el abdomen del joven hasta llegar a su zona íntima y dar un leve apretón.

- Bebe, me dijiste que no te agarrara el culo y ahora me andas tocando todo - le replicó

Ambos rieron. Era bueno volver a estar juntos, a ninguno de los dos les gustaba estar peleados.

Sebastian se subió a su moto, y ella se colocó detrás de él. Una vez que el vehículo arrancó emprendieron el recorrido de vuelta a la casa de la menor.

Al llegar, el hombre de seguridad los observó intimidante. Karen suspiró sabiendo que este iba a contarle a sus padres, pero la verdad es que ya no le importaba.

No quería ocultarlo porque no veía el problema o lo malo de salir con él. Las clases sociales le importaban muy poco o nada, ella veía el interior de las personas y el chico que estaba a su lado tenía un corazón enorme.

La misma descendió de la moto y le devolvió el casco. Posterior a eso, se posicionó frente a él y le dió un beso en los labios.

- Chau lindo - lo despidió

Sabía que cada vez la empeoraba más.

El personal de seguridad no sacaba sus ojos de la pareja, parecía como memorizando cada detalle para después relatar todo a la familia Marino.

No se imaginaba lo que sucedería.

Pobre pero rico | Neo PisteaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora