Diez - Amiga traidora

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CAPÍTULO 10

"Lo que digan los demás es solamente la envidia"

De ese día en el que Sebastian se escapó por la ventana sumergido en la adrenalina ya había pasado una semana

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De ese día en el que Sebastian se escapó por la ventana sumergido en la adrenalina ya había pasado una semana.

Una semana en la que ambos no habían dejado de hablar. Ni ella ni él sabían porque la comunicación era tan fluida, pero todo se había vuelto armónico entre ellos. De un momento para el siguiente los dos jóvenes se convirtieron en personas cercanas el uno para el otro.

Por el lado de Karen, ella sentía un cariño que crecía a pasos agigantados. Ya quería a ese morocho que era tan diferente a ella, aunque aún así temía que algo pudiera salir mal.

Del lado del tatuado, sentía que ellos eran dos almas disparejas pero que el destino y su atracción sexual los unía.

Ese día, en su casa, la morocha bajó las escaleras y se sentó al lado de su madre en el sillón del living. Esta miraba una serie sobre desfiles de moda mientras comía galletitas de avena e intentaba hacer dormir a su bebé.

- Mamita - expresó la chica en tono tierno - Estoy aburrida

La mayor la miró con sus ojos entrecerrados.

- ¿Y qué queres hacer? - preguntó su progenitora y le recordó - Estas castigada

- Ya se pero, ¿pueden venir las chicas? Un ratito aunque sea - le pidió

La mujer se sacó los lentes y suspiró. Se tocó el puente de su nariz, haciéndose la pensativa, y luego asintió con su cabeza.

Karen le agradeció y le dió un leve abrazo. Enseguida agarró su celular y les envío mensajes a sus amigas en el grupo, avisándoles que fueran a su casa para tomar el té y charlar.

Unos diez minutos más tarde ya las tenía tocando el timbre. Ella les abrió y se saludaron.

Bárbara ingresó primera y saludó a la mamá y a la hermanita de su amiga.

Después entró Noelia y, al terminar de darle un beso en la mejilla, la mujer le susurró algo en su oído y la adolescente asintió.

Karen miró a Barbi confundida, sin entender a que se debía ese secreto entre su madre y su amiga.

- Vamos a mi pieza - habló interrumpiendo el silencio

Las tres subieron las escaleras que las separaban del lugar y entraron a la habitación. Una vez encerradas allí, pusieron música y se sentaron en el suelo a jugar a un juego de cartas mientras comentaban sobre las últimas novedades de música y famosos.

- Ganeeeeeee - gritó feliz la rubia mientras festejaba haciendo un baile algo extraño

Las otras dos rieron y Karen se levantó.

- Voy a hacer pis - les avisó a las otras dos

Ambas asintieron y, cuando se metió a hacer sus necesidades, escuchó el grito de Noelia.

- Amiga - dijo - Agarro tu celular para cambiar la canción

La morocha le contestó que lo hiciera tranquila, que no tenía problema. Encerrada en el baño privado de su cuarto no veía que su compañera no se metía a Spotify, sino a la aplicación de mensajes.

Por su parte, en el barrio bajo, Neo pasaba su tarde acostado en la cama con un porro entre sus dedos. Miraba el techo y pensaba en su estilo de vida mientras exhalaba el humo.

Muchos recuerdos pasaban por su mente y lo invitaban a reflexionar.

Momentos en los que había tenido que arriesgar su vida para conseguir algo de plata. En los que se había enfrentado a gente peligrosa solo para darle un sustento a su madre. Las ventas ilegales en las que estaba metido y que eran su trabajo. Los robos que realizaba.

Y sin poder evitarlo pensó en esa noche de robo donde la conoció. Tan delicada y asustada se encontraba adentro de ese baño.

Una vibración lo sacó de sus pensamientos por un segundo y lo hizo volver a la realidad. Al instante miró la pantalla y sonrió al ver que la notificación provenía de parte de la morocha, a quien anteriormente estaba pensando.

Le había mandado un mensaje de Whatsapp.

"Mira, lo estuve pensando y la verdad es que no me conviene que sigamos con esto. No te quiero ver más porque estoy convirtiéndome en algo que no quiero y todo es tu culpa. Chau" eran las palabras que contenía ese mensaje.

Sebastian quedó algo confundido por el repentino cambio de la chica, no entendía la causa si venía todo más que bien. Y lo peor de todo es que tampoco le aparecía su foto, lo que indicaba que lo había bloqueado.

Lo enojaba su actitud. Se creía que por tener plata podía jugar con él de esa manera y además atribuirle la culpa de algo que ella también había aceptado. Era una pendeja inmadura.

Si no quería tener más nada, no lo iba a tener.

Decidió bloquearla también y eliminar su chat. Nada de ella por su celular. Había sido una aventura que lo enamoró por unos pocos días.

Lo que Neo no sabía es que ese mensaje no lo había enviado Karen.

Pobre pero rico | Neo PisteaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora