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Advertencia: Hay menciones gráficas de sangre y quemaduras, aunque sólo una pequeña sección.

〖 〄 〗

Sasuke debatió en cuántas veces Naruto había sido envenenado por la manera natural y fluida en la que cortaba su piel y extraía manualmente un líquido espeso y negro (que supuso era el veneno coagulado) con un rostro sereno. Era algo bastante impresionante a pesar de su naturaleza extraña.

Una hora entera en silencio transcurrió con el tenue sonido de pelaje rozando con tela y con los pensamiento de Sasuke arrasando con su tranquilidad por las últimas palabras que Kakashi había murmurado antes de irse.

No asistan al banquete de esta noche, habrá un poco de disturbio.

Debatía en qué decir para no atender el banquete al que prometió asistir. No quería que sospecharán ni que se preocuparán, eso llamaría demasiado la atención. Su mejor opción sería atender. Pero el recuerdo de los intensos ojos del Hatake con su aura amenazante le indicaba lo contrario.

El sonido de pasos acercándose lo devolvió a la realidad sólo para hundirlo nuevamente en la fantasía al ver a la persona frente a él. La respiración se atoró en su garganta cuando los pacíficos pero intensos ojos azulados se posaron en los suyos. Sasuke creyó que se ahogaría en ellos.

Naruto soltó una jovial risa, fuerte pero no burlona. Miró con inmensa ternura las orbes oscuras del Uchiha, admirando como sus labios entreabiertos se cerraban cuando reaccionó y soltó una tos falsa.

—Hm, ah, hola, uhm, ¿cómo te sientes? —Sasuke alcanzó a pronunciar finalmente. Cerró sus ojos para enfocar sus sentidos en la calidez de los otros labios sobre su frente antes de abrirlos y encontrarse mirando el traje azul marino al que Naruto se había cambiado.

—No lo sé —respondió sincero con una pequeña sonrisa. Claro, se sentía más liviano y ya no sudaba con escalofríos, pero siendo sincero, no sabía decir si así se sentía una persona "normal". Habían pasado siglos desde que perdió su sentido de normalidad.

Sus manos se encontraron automáticamente para entrelazar sus dedos. Un pulgar acarició el otro dorso y una mano le dio dos apretones a la otra; los dos se miraron por un largo rato, admirando al otro y cada uno suspirando al darse cuenta de que ahí estaban, los dos, juntos, a salvo. La atmósfera relajada duró hasta que un grito retumbó por los pasillos hasta su habitación. El mensaje de este era claro, el salón principal donde estaba empezando el banquete estaba en llamas.

El primer impulso que tuvieron no fue uno heroico. No era una simple casualidad de que hubiera un incendio donde Kakashi les advirtió no ir. No se necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta de que el dúo tenía algo que ver con el fuego y si era así, era mejor que no se involucrarán. Pero les fue imposible cuando una muchacha desaliñada con quemaduras leves en todo su cuerpo y ropa les suplicó mientras lloraba torrencialmente. Entre sus sollozos, les tomó un rato entender que era una sirvienta de la heredera Yamanaka y que su princesa (como ella la llamaba) quedó atrapada en escombros cuando el techo colapsó, sin poder salir a tiempo porque se preocupó por que sus sirvientes salieran primero. Sasuke fue el primero en ceder a ayudarla, sin prometer el bienestar de su princesa. Naruto, naturalmente, lo siguió.

Fue así como acabaron quitando pedazos de escombros mientras la sirvienta llamaba desesperada a su princesa. No estaba muerta para cuando la encontraron, pero si parecía estarlo. Quemaduras rojas feas con ocasionales marcas oscuras cubrían la mayoría de su cuerpo, junto con cortes pequeños pero sangrantes y moretones de todo tamaño. Su antes traje elegante morado largo ahora era harapiento con manchas desconocidas. Su rubio cabello era una maraña y sus ojos azules pálidos parpadearon mirando el rostro de Sasuke cuando este quiso apoyar sus dedos en su muñeca para revisar si aún tenía pulso pero siendo interrumpido por la sirvienta que literalmente lo echó a un lado para tomar las manos de su princesa y llorar desesperada, murmurando incoherencias.

—Heredera Yamanaka, es bueno que siga con vida —Sasuke dijo pero su tono no tuvo mucho cambio de emoción. No tenía sentimientos positivos ni negativos hacia la familia Yamanaka y no era un "héroe" que se lanzaría al peligro para salvar a un desconocido.

—Príncipe Heredero Uchiha —aún en su estado crítico, no olvidó dar un saludo educado pero al intentar incorporarse, sintió un mano presionando su hombro para que volviera a acostarse en el suelo. Sus ojos pálidos azules se encontraron con unos marinos tan hermosos que Ino creyó estaba a punto de ir al cielo.

—Heredera Yamanaka, le daré una pastilla para detener el sangrado, ¿está bien? —Naruto habló lo más suave que pudo, intentando no exaltar a la mujer que asintió, tragando la pastilla sin decir nada.

—¿Usted es...? —exhaló con un tono cansado, sus ojos volviendo a cerrarse pero no dejó que su estado de insconciencia volviera. Mordió sus mejillas dejando que dolor la mantuviera despierta.

—Naruto. Ahora, la llevaré a una habitación para poder sanar sus heridas, ¿le parece bien?

—Uhm —respondió vagamente, sus ojos volviendo a encontrarse con los del otro rubio. Quiso comentar lo cansada que estaba, y lo extraño que era porque con la energía espiritual que tenía, no debería ni siquiera sentir sueño ni mucho menos estar en su estado actual.

Naruto extendió sus dedos índice y medio hacia una zona del cuello de Ino, quien se estremeció ante la calidez de los falanges. El rubio no mostró ningún cambio de emoción, pero Sasuke notó como su temperamento dio un vuelco entero.

Solo le tomó un parpadeo sacar su espada, patear a la sirvienta al suelo e inmovilizarla con una fría daga en su cuello. Ino pareció suspirar aliviada cuando su agotada mente procesó lo que ocurrió. Naruto le extendió una pastilla a Sasuke, haciendo un gesto hacia Ino para que se la diera.

Ino decidió confiar en el rubio por segunda vez y tomar la pastilla. Una sensación de calidez empezó a esparcirse desde su estómago hacia sus demás extremidades. La calidez devolvió la energía a su cuerpo en cuestión de unos minutos, minutos en los que Naruto pacientemente sostenía su arma firme contra el cuello de la sirvienta quien ya no lloraba lastimosamente y tenía ahora una expresión estoica con sus ojos rojizos por el llanto.

Una vez que el cansancio dejó de nublar sus pensamientos, Ino incorporó su cuerpo, dio unos pasos tambaleantes antes de equilibrarse en sus piernas debilitadas pero firmes. Su mano empuñó con rabia el mango de su arma, un látigo dentado que agitó con un sonido satisfactorio para su rencoroso corazón. Sasuke y Naruto se dedicaron una mirada.

—Heredera Yamanaka, no deje que su ira nuble sus pensamientos. Este asunto no es tan sencillo, será mejor que interrogue a esta sirvienta suya —Naruto aconsejó con un tono sereno antes de retirar su arma y alejarse de la sirvienta.

—Este favor, se los devolveré —Ino dijo con sinceridad porque por más enojada que estuviera, también estaba agradecida de que el rubio se hubiera dado cuenta de lo raro que circulaba por su cuerpo y que le diera una pastilla para contrarrestar el efecto. Pastilla que sabía no era barata, por lo que también dedujo que Naruto no era tan simple como se había presentado.

—Su promesa, la recordaré —Naruto respondió, Sasuke optando por dar un asentimiento educado. El rubio hizo un gesto hacia la sirvienta en el suelo, preguntando—¿Qué pasó exactamente?

—No es el mejor momento para hablar de eso, pero si tenemos otra oportunidad, se lo contaré con detalles.

—Nos vemos en otra ocasión, Heredera Yamanaka. No tardará en llegar otras personas y no quiero que sepan que estuvimos aquí —Naruto comentó sincero, recibiendo una mirada entendible de la rubia quien hizo un gesto de cerrar su guardar silencio tanto en promesa como en señal. Un segundo después, pasos acelerados se acercaron como habían predicho.

Ino tenía una mentalidad neutral ante el Príncipe Heredero Uchiha, pero por lo que había oído, era un hombre serio con un corazón frío y no entendía bien porqué se sentía incómoda alrededor de él. Sin embargo, cuando vio la pequeña sonrisa que mostró cuando el rubio entrelazó sus dedos, supo que o los rumores eran bastantes irreales o que Sasuke realmente amaba a Naruto, como se había presentado el rubio de ojos azules preciosos.

Cuando se desvanecieron con una nube de humo, Ino pensó en la perfecto que se sentían ellos como pareja. Claro, estaba extrañada de porqué unos desconocidos para ella parecían tan ideales uno para el otro. Eran como una pareja forjada por los mismos cielos y eso provocó una pequeña sonrisa en ella, tal vez, podría verlos de nuevo.

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