✧ 𝐁𝐢𝐭𝐭𝐞𝐫𝐒𝐰𝐞𝐞𝐭 [Fanfics Beyblade Burst] ✧

✧ Desastroso corazón [BellxBasara]

Los largos pasillos de la tetrica mansión Daikokuten, era un poco temeroso caminar por aquel lugar.

Seguro pensarán que había un fantasma o algo así, pero no, a lo que tenían miedo era a caer a una trampa de las que ponía Bell.

—Basara...Basara...—se escuchaba una y otra vez  por las paredes, era Bell.

Odiaba que su hermana no hubiera podido ir con él.

Porque en realidad el chico solía ser bastante pesado con sus bromas a veces. Tan sólo la semana pasada casi lo mata de un infarto cuando le dejó caer una araña de plástico en la cabeza.

—¡Bell, déjate de tonterías!—exclamó a lo largo, aparentando valor, uno que definitivamente no tenía en ese momento—. ¡No es gracioso!

Pero para Bell sí lo era, definitivamente con ese chico nunca se cansaría.

Los demás ya se sabían la mayoría de sus bromas, pero Basara no.

—Si sigues con esa actitud, te irá mal—se logró escuchar su risa, pero tenía un as bajo la manga.

No estaba precisamente en la cabina, sólo era su voz, porque qué mejor que asustarlo él mismo.

Básara sintió un escalofrío ante ello, apretando sus puños mientras miraba alrededor, no muy seguro de sí quería seguir avanzando hasta llegar a ese pequeño espacio donde  Bell preparaba todas sus bromas.

—¡Ya deja de jugar, Bell!—gritó Suiryu nuevamente, dando un paso más, temeroso.

¿Qué sería esta vez? ¿Un animatrónico? ¿Otra araña? ¿Una sábana que hacía de fantasma? ¿Cubeta de agua? O peor, ¿Pintura? No lo sabía y tampoco quería en realidad.

—¡Y ya te encontré!—gritó energético, pero si daban unos pasos más, quien sabe que pasaría.

Pues no estaba en la cabina, es más ni su abuelito estaba, así que tenía que tener cuidado.

Básara soltó un grito entonces, cubriéndose la cabeza con sus manos, haciéndose bolita en el suelo.

Sí, era muy miedoso en realidad.

—¡JA! deberías de ver tu cara—rió el menor ante ello, aunque claro como dicen nunca uses capa.

Pues de reirse demasiado, terminó pisando la misma y llevándose a Basara de paso.

Y para colmo, gracias a que la mala suerte los perseguía, en ese pasillo estaba otra de las trampas de Bell, la cual se activó en tanto sintió el peso de ambos jóvenes.

El suelo se los tragó a ambos.

Literalmente.

—¡¿Cómo se abre esta cosa!?—espetó el chico, mirando a su alrededor ese pequeño espacio que a penas les daba para moverse.

Muy cerrado. Demasiado tal vez.

—¡Bell, sacanos de aquí!

—Espérate, me estás aplastando—reprochó el menor—. Sólo deja sacar el control-...

Comenzó a buscar entre sus prendas, pero no conseguía nada, cada vez que se movía era incómodo.

—Oh mierda...—maldijo bajo, pues al sacar aquello estaba completamente roto.

—¿B-Bell?—inquirió Suiryu, observando lo mismo que él.

Ahora su histeria escaló niveles exponenciales, empezando a respirar un tanto errático. No le gustaban los espacios así, en lo más mínimo, y siempre terminaba reaccionando de la peor forma.