Capítulo 10: ¡A Tokio!
Los días pasaron y el equipo de cuervos ya estaba a menos de 24 hs de emprender viaje a Tokio.
Ukai suspendió el último día de entrenamiento para darles un poco de descanso, puesto que las últimas semanas entrenaron muy arduamente, también para que tuvieran tiempo de armar sus bolsos de viaje.El día llegó, y siendo casi las cuatro de la mañana, todo el grupo estaba reunido a las afueras del gimnasio. Muchos estaban enérgicos a pesar del horario y la temperatura, excepto por dos chicos deprimidos debido a que Kiyoko no iría con ellos por asuntos personales.
Hinata quedó a cargo de todo el trabajo como mánager. Normalmente ella era consentida por Kiyoko por el tema de su espalda, pero ahora tendría que hacer todo el trabajo sola.
—¡Shoyo!—
—¡Hinata!—
Gritaron detrás de ella y se volteó a verlos.
—¡Kiyoko-san nos pidió que te ayudemos en todo lo que podamos!—
A Hinata no le sorprendió ésto y agradecida aceptó la ayuda de sus compañeros. Pues no tenía sentido negarse, los conocía suficiente como para saber que harían cualquier cosa que Kiyoko les pidiera, sin importar qué.
Subieron al vehículo y Hinata junto a los profesores fueron los últimos en hacerlo. Hinata buscó con su vista un lugar libre y, no le sorprendió ver a Kageyama sentado solo, del lado de las ventanas. Hinata se acercó.
—Yo quería sentarme junto a la ventana, pero es muy temprano para discutir así que te dejaré ese lugar por hoy— dijo, y prácticamente se tiró en el asiento, ganándose una queja de parte de Tsukishima, que estaba detrás de ellos.
—Si querías el lado de la ventana, podrías haber elegido otro lugar— Kageyama, con la cara seria pero sin arrugas, se recostó bien en su lugar, cruzó los brazos y cerró los ojos.
—Te veías muy solo, y soy tan buena persona que no me podía permitir verte de ese modo— Hinata empezó a usar un tono dramático, de forma sarcástica. Dió frutos.
Kageyama intentó resistir ante la tentación, pero terminó por dejar escapar una risita, dejando como huella en su rostro, una sonrisa de más de cinco segundos acompañada de un suave color rosa en sus pómulos.Hinata por su parte, tuvo un presentimiento de que éste día sería uno muy, muy bueno, y todo gracias a la sonrisa que su amigo le había regalado, pero por supuesto, ella ni siquiera supo que fué debido a eso.
Los amaneceres de Japón en sí tenían una pizca de magia, son hermosos, sin importar en que parte del extenso territorio uno se encuentre. El terreno montaño, los colores del cielo y el sonido de las aves anunciando un nuevo día, era lo que, sin dudas, hacían de esos momentos, el paisaje más bello y admirable que la naturaleza podría ofrecer, pero para Kageyama, el amanecer perfecto no fué brindado por la vista de la ventana que allí se encontraba, si no por la que tenía del otro lado.
Cuando él abrió los ojos, se encontró con una Hinata profundamente dormida sobre su hombro izquierdo, babeaba, de vez en cuando hacía gestos y hasta parecía estar hablando en sueños.—... tor-tortugas...—
Estaba hablando en sueños.
Kageyama tenía los pies adormecidos, un hombro húmedo, picazón en la espalda y ganas de orinar. Se sentía incómodo y molesto, pero Hinata estaba dormida sobre su hombro, no podía hacer nada contra eso.
Fué entonces cuando se dió cuenta que no podía... no, no quería apartar sus ojos del rostro dormido de su compañera, que Kageyama casi entra en pánico. Pero al ver como los ojos de Hinata se abrían casi en cámara lenta, totalmente tranquila, él se sintió contagiado por esa paz.
Kageyama jamás la vió tan tranquila y serena. Normalmente ella estaría hablando, gritando, bailando, jugando y cantando, todo con el máximo de potencia.
Pero allí estaba ella, quieta sobre su hombro, viendo el cielo por la ventana.—Babeas como un bebé— dijo Kageyama, voz grave, tratando de hacer que Hinata se mueva, porque sus pies no eran lo único adormecido.
—Tu roncas como viejo fumador— Hinata se movió de su hombro y estiró los brazos mientras bostezaba.
Kageyama sintió el alivio inmediato, pero se preguntó si para Hinata era normal dormir sobre el hombro de las personas y se imaginó a ella durmiendo sobre el hombro de Nishinoya o Suga, como resultado tuvo una sensación similar a la que sintió cuando prestó su primer balón de vóley cuando era pequeño.
No le gustó. Ese era su balón.Tras horas de viaje, llegaron a su destino: una casita de alquiler.
Se instalaron y dedicaron un poco de tiempo a descansar, pues tanto movimiento dejó algunos mareados.
El primer día sería libre, así que para hacer algo, los de terceros se pusieron de acuerdo con los profesores para hacer carreras de velocidad, porque estaban aburridos y no querían quedarse quietos.Había una colina, con un camino intransitado, lugar perfecto para correr y ejercitar las piernas a la vez.
Ukai y Takeda se quedaron en la casa, pero Hinata insistió en que quería ir con los chicos, y al final si los acompañó.Hinata se encargó de dar la orden de salida. Dos chicos se ponían a la par y después de un aplauso empezaban a correr a toda velocidad para ganarle al otro. Hasta que llegó al último aplauso y nadie salió, entonces Hinata vió que solo había un chico, Kageyama.
—¿Por qué no corres?— y aplaudió otra vez.
—No puedo correr una carrera conmigo mismo, tonta—
Hinata se dió cuenta, y rió por eso.
—Entonces corre conmigo— dió un paso al frente y estiró las piernas.
—No, solo caminemos— dijo y empezó a caminar, para evitar una idea en su contra.
Y aunque Hinata seguía insistiendo para correr, ella terminó cediendo y empezó a seguir a Kageyama hasta alcanzarlo.
La colina era empinada, más que el camino que Hinata recorría todos los días para ir a la escuela, por eso, después de unos minutos, ya estaba sudando por la frente y suspirando.
Las piernas de Hinata eran cortas, por lo que tenía que hacer más esfuerzo para llevarle el paso al chico más alto. Claro que él no lo notó hasta después de un tiempo cuando, al hecharle un ojo a su compañera, vió que estaba un poco más lejos de él y su cara estaba roja.—Oye, ¿Estás bien?— Kageyama paró para mirar más detalladamente a Hinata.
—Si...— ella también se detuvo —...ya casi llegamos, hay que seguir— empezó a caminar otra vez.
—No, regresemos a la casa, además arriba no hay nada— Kageyama tomó a Hinata de la muñeca y la miró, serio.
—Mentira, los demás nos están esperando— ella quitó su sonrisa y la cambió por un semblante serio.
Kageyama conocía a Hinata, pero había muchas cosas que él no sabía, por lo que temió que la chica tenga otra secuela de ese accidente, además de el de su espalda, y que sólo lo esté ocultando.
—Sé lo que estás pensando, pero solo estoy cansada. No hago actividad física hace mucho tiempo, es por eso— Hinata seguía con su muñeca en las manos de Kageyama, pero éste aliviandó el agarre y ella pudo poner distancia.
—Está bien, pero volvamos igual— Kageyama caminó colina abajo, pero ésta vez no fué seguido por Hinata, en cambio, ésta siguió su camino hacia la cima.
LuNeel: Lloré cuando escribí "Siguió su camino hacia la cima"
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HAIKYUU!!: Una historia diferente...
RomanceSi estás leyendo ésto, probablemente conozcas Haikyuu!! y de que se trata. Así que haré esto corto y conciso. "Un fanfic que nos narra la historia de como sería la vida de Hinata Shoyo si fuera una chica, pero con un toque de romance para hacerlo má...