CAPÍTULO II

438 48 11
                                    

  Arienne.


Muchas personas me habían dicho que yo solía ser demasiado obstinada y terca y en este preciso momento lo estaba confirmando por mi propia cuenta.

Nuevamente me encontraba aquí, al frente de esa gran puerta que me abría paso a la antigua y arcaica biblioteca, y por supuesto, a ese chico tan extraño e indescifrable.

Las manos me sudaban y la adrenalina que estaba sintiendo era impresionante. Saber que me podría encontrar o descubrir me impulsaban a adentrarme, pero también me atemorizaba que consecuencias podría traer mi otra visita inesperada cuando le había prometido aquel chico de nombre desconocido que nunca iba a volver a saber de mi existencia.

La puerta hizo ese chirrido estremecedor y como la última vez, todo se encontraba en penumbras. Al fondo se podía visualizar las escaleras que guiaban a las distintas plantas de la biblioteca, pero entonces lo vi; en la tercera planta de espaldas rebuscando de seguro un libro entre las repisas.

Quise esconderme pero mis pasos fueron todo menos silenciosos. Entonces cuando me encontraba escondida en la primera planta, el gritó:

― ¡¿Quién anda ahí?!

Me mantuve muda y quieta, pero empecé a escuchar como bajaba las escaleras y mi respiración empezó hacerse pesada.

Tomé valor e iba a dar la vuelta para poder desaparecer de la primera planta e irme escapando de su vista por medio de los grandes anaqueles, pero fue demasiado tarde. Sentí como mi brazo fue atrapado con fuerza y me obligaron a estamparme contra los empolvados libros.

―Tu― pronunció el, dejándome ver claro el disgusto que tenía― ¿No que no volverías?

Intenté zafarme, pero solo conseguí que atrapara mi otro brazo y su agarre fuera más fuerte causando cierto dolor.

― ¿Acaso eres el dueño? ―pregunté molesta por el daño que me estaba haciendo.

El me soltó y lleno de furia respondió:

―Sí, ahora largo.

―Eso no lo sabía, no tienes por qué ser tan grosero― Quise esquivar su cuerpo, pero él se plantó adelante de mí, dejándome claro que no iba andar de entrometida en su propiedad.

La sonrisa arrogante que tenía hacía que me enojara por su actitud tan déspota.

―No tienes por qué saberlo, te bastaba con saber que esto―hizo énfasis en la última palabra mientras con su dedo índice mostraba el lugar ―, está cerrado al público hace mucho.

―Puede que no me importe―me mostré calmada y relajada. No quería alimentar más su ego mostrándole que me producía pavor­­­―. ¿Entonces que prosigue? ¿Matarme?

Su carcajada hizo eco por todo el lugar. Se acercó al stand y extrajo un libro el cual con un soplido logró quitarle gran cantidad de suciedad y extrañamente me lo extendió.

­― No vales tanto la pena como para ponerme en peligro por una simple chica que no puede saciar su curiosidad― me guiñó el ojo para tomar mi mano y depositar el libro rojo―. Si quieres un libro, toma, pero no vuelvas.

Su cuerpo empezó a caminar hacia una pequeña puerta al final de los pasillos que al abrirla dejaba ver otro lugar que se veía mucho más cálido.

Molesta lo seguí y pude escuchar como un resoplido lleno de fastidio salía de sus labios.

― ¿Entonces crees que con un libro vas a lograr que no vuelva?­ ― pregunté indignada―. Pues no, si yo quiero volver lo voy hacer cuantas veces me plazca― estreché el libro en su pecho y me iba a dar la vuelta para marcharme, pero su voz fría y sin emoción alguna me detuvo:

― Si sabes lo que te conviene, no lo harás. Entiende que aquí no eres bienvenida

Pasé por alto sus palabras, y seguí caminando en dirección a la salida. Era mejor que saliera lo más rápido que pudiera antes de arrepentirme de haberle hablado de esa forma tan intrépida. 


********

chicos, apenas estoy empezando a publicar esta historia, espero ir ganando su apoyo poco a poco <3

ENIGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora