CAPÍTULO XXXIX

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Dash.

Observé a Arienne, dándole el tiempo suficiente para que pensara bien las cosas. Si la decisión que estaba a punto de tomar fuese la correcta. Lo que menos quería era que se arrepintiera de ello o peor aún, que sintiera alguna presión. Quería que fuera libre y que si decidía dar luz verde para lo que proseguía después de esto fuera porque ella lo deseaba tanto como yo, más de lo que me atrevería a decir en voz alta.

―¿Estás segura?

Ella sin dudar un segundo asintió con su cabeza, otorgandome una mirada que mostraba esa expectativa de lo que esto implicaba, pero no había un rastro de duda o miedo. Al frente mío tenía la Arienne más segura quizá que había podido tener el placer de ver.

Sin dudarlo un segundo más me abalancé sobre ella, desviviendome por sentir sus labios, su piel suave contra mis temblorosas y ansiosas manos que querían explorar todo su cuerpo. Ella sin vacilaciones retiró mi camisa dejando expuesto mi torso que sintió el frío helante de aquella noche, pero cuando ella fue la que retiró su prenda dejando al desnudo su pecho con un delicado sostén de color negro y con lentitud condujo mis manos hasta ahí, todo rastro de frío desapareció de mi ser, reemplazandolo por una llamarada de excitación que solo ella podría apagar.

Arienne era mi detonante.

Sin duda ella me hacía perder los estribos.

Sin delicadeza retiré el sostén, admirandome y deleitandome por la obra de arte que se podía contemplar en la oscuridad de la noche. Relamí mis labios anonadado, extasiado. No tenía palabras para describir el deseo tan efervescente que crecía en mi. Me di al descaro de tocarlos a mi antojo, algo que pareció encantarle. Echó su cabeza hacia atrás, dejando escapar un sutil gemido que si fuera posible encendió mas el fuego que estaba a punto de consumirse todo.

Ansioso por poder apreciar a Arienne en completa desnudez, retiré la tela que cubría su pecho mientras le daba mordiscos leves en su cuello, regalandome así unos sonidos exquisitos para mis oídos. Desabroché su pantalón y ella sin poner resistencia se levantó de mi regazo para terminar de deshacerse de este, quedando al descubierto el cuerpo que me estaba consumiendo en el deseo.

Arienne se agachó sorprendiendome cuando tuvo la iniciativa de desabrochar los botones de mi jean para empezar a descender por mis piernas y volverse a sentar en mi regazo. Esta vez solo separandolos aquella delgada tela. Sus movimientos circulares me estaban volviendo loco, una delicadeza tan seductora que desarmó todo mi ser. Me tenía a sus pies.

Era dueña de mi y cada pensamiento le pertenecía

Aprisioné sus caderas con ansiedad vehemente. 

―Dash...― gimió una vez mi dedo hizo contacto en su intimidad, deslizandome lentamente como sabía que a ella le gustaba

Mantuve el mismo ritmo, lento y puasado, disfrutando de las expresiones tan espectaculares que hacía ella cuando mis dedos la recorrían de arriba hacia abajo. Introduje un dedo lentamente y el sonido de satisfacción no se hizo esperar, y he aquí donde aumenté el ritmo gradualmente.

―Más por favor― pronunció ella con dificultad y no la hice esperar.

Sus desesos eran ordenes para mi, así que poniéndola en una mejor posición en mi regazo introduje otro dedo, otorgandole el placer que nadie había sido capaz de darle y que a mi tampoco.

Con tan solo verla disfrutando por mis toques y caricias, verla retorcerse de placer que yo le estaba generando era una descarga eléctrica y un estímulo que no se podía inigualar con lo que había sentido anteriormente.

Mordí el lóbulo de su oreja mientras continuaba sin cesar allí abajo. Quería que se viniera, deseaba provocarle un orgasmo con mis caricias para después hacerla mía como quería hacerlo desde hace tiempo.

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2023 ⏰

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