Londres, 1849
La adición de Hangeng Rohan a la familia Cho preparó la mesa para un nuevo compañero. Era enigmático cómo una persona podía cambiarlo todo. Por no decir irritante.
Pero bueno, todo era irritante para Zhoumi ahora. Henry se había marchado a Francia, y no había razón para que fuera agradable o incluso civilizado. Su ausencia lo había puesto en la acechante furia de una criatura salvaje desprovista de su compañero. Era siempre consciente de su necesidad de Henry, y del insoportable conocimiento de que el estaba en algún lugar lejano y él no podía alcanzarlo.
Zhoumi había olvidado cómo era esto, su negro odio por el mundo y por todos sus habitantes. Era un recuerdo indeseado de su infancia, cuando no conocía otra cosa que no fuera la violencia y la miseria. Y aún así todos los Cho parecían esperar que se comportara normalmente, que tomara parte en la rutina familiar, que simulara que la Tierra seguía girando.
La única cosa que lo mantenía cuerdo era el conocimiento de lo que el habría querido que hiciera. El querría que cuidara de sus hermanos. Y se abstuviera de matar a su nuevo cuñado.
Zhoumi apenas podía soportar al bastardo.
El resto lo adoraban. Hangeng Rohan había venido y había barrido a Heechul, un decidido soltero, completamente fuera de sus pies. Seduciéndolo, de hecho, algo que Zhoumi todavía no le había perdonado. Pero Heechul era completamente feliz con su marido, incluso aunque era medio romaní.
Ninguno de ellos había conocido nunca a nadie como Hangeng, cuyos orígenes eran tan misteriosos como los del propio Zhoumi. La mayor parte de su vida, Hangeng Rohan había trabajado en un club de juego de caballeros, el Jenner's, eventualmente convirtiéndose en un factótum y luego poseyendo un pequeño interés en este negocio altamente lucrativo. Agobiado con su creciente fortuna, la había invertido tan mal como le fue posible para ahorrarse la gran vergüenza de ser un gitano con dinero. No había funcionado. El dinero había seguido llegando, incluso la más alocada inversión devolvía milagrosos dividendos. Hangeng tímidamente lo llamaba su maldición de la buena suerte.
Pero después de todo, la maldición de Hangeng era útil, ya que hacerse cargo de los Cho era una tarea cara. Su hacienda familiar en Hampshire, la cual Kyuhyun había heredado el año pasado junto con su título, se había consumido en llamas recientemente y estaba siendo reconstruida. Y Donghae necesitaba ropa para su temporada londinense, y Ryeowook quería terminar sus estudios. Además de eso, estaban las facturas médicas de Henry. Como Hangeng había señalado a Zhoumi, él estaba en posición de hacer mucho por los Cho y esa debería ser suficiente razón para que Zhoumi lo tolerase.
De modo que Zhoumi lo toleraba.
A duras penas.
—Buenos días —dijo Hangeng alegremente, entrando en el área del comedor de la suite de la familia en el Hotel Rutledge. Ellos ya estaban a medio acabar el desayuno. Al contrario que el resto, Hangeng no era un madrugador, habiendo pasado la mayor parte de su vida en un club de juegos de azar en el que había actividad a todas horas de la noche. Un gitano de ciudad, pensó Zhoumi con desprecio.
Recién aseado y vestido con ropa gadjo, Hangeng Rohan era exóticamente atractivo, solía llevar el cabello oscuro demasiado largo y un pendiente de diamante centelleando en una oreja. Era esbelto y ágil, con una forma de moverse fácil. Antes de ocupar la silla junto a Heechul, se inclinó para besarlo en la cabeza, un despliegue manifiesto de afecto que provocó que el se ruborizara. Había habido un tiempo no demasiado lejano en el que Heechul habría desaprobado tales demostraciones. Ahora simplemente se sonrojó y pareció aturdido.
Zhoumi bajó la mirada con el ceño fruncido hacia su plato a medio acabar.
—¿Estás todavía somnoliento? —Escuchó a Heechul preguntarle a Hangeng.
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Conquístame al amanecer
FanficHenry lleva siendo un inválido desde que sufrió un caso casi fatal de escarlatina. Zhoumi es un gitano romaní que fue acogido de niño por la familia Cho. Él siempre ha resistido su feroz pasión por Henry en secreto, creyendo que una relación románti...