Capítulo 11

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Henry win descendía la escalera principal del hotel mientras uno de los lacayos de los Cho, Charles, lo seguía de cerca.

—Cuidado, señorito Cho —advirtió él—. Un resbalón y podría romperse el cuello en esta escalera.

—Gracias, Charles —dijo el sin disminuir su velocidad—. Pero no hay ninguna necesidad de preocuparse. —Estaba bastante acostumbrado a las escaleras, habiendo subido y bajado largas escaleras en la clínica de Francia como parte de sus ejercicios diarios—. Debería advertirle, Charles, que llevaré a cabo un vigorizante paseo.

—Sí, señorito —dijo él, pareciendo disgustado. Charles era algo voluminoso, y nada aficionado a los paseos. Aunque estaba entrado en años, los Cho se resistían a despedirlo antes de que él deseara retirarse.

Henry win reprimió una sonrisa.

—Sólo hasta a Hyde Park y de vuelta, Charles.

Cuando se acercaban a la entrada del hotel, Henry win vio a una alta y oscura figura moverse por el vestíbulo. Era Zhou, parecía malhumorado y distraído mientras caminaba con la mirada concentrada en el suelo. No pudo evitar que aleteos de placer lo atravesaran al ver al gallardo y malhumorado bruto. Él se acercó a la escalera, alzó la mirada, y su expresión cambió cuando lo vio. Hubo un destello de hambre en sus ojos antes que fuera capaz de extinguirlo. Pero esa breve y brillante llama hizo que los ánimos de Henry win se alzaran inconmensurablemente.

Después de la escena de esa mañana, y la demostración de rabia celosa de Zhou, Henry win había pedido perdón a Zi Tao. El doctor se había sentido divertido más que desconcertado.

—Él es exactamente como usted lo describió —había dicho Zi Tao, añadiendo con pesar—... y aún más.

«Más» era una palabra apropiada para aplicar a Zhou, pensó el. No había nada subestimable en él. En este momento parecía más bien el villano meditabundo de una novela sensacionalista. Del tipo que siempre era vencido por el héroe rubio.

Las discretas miradas de que era objeto Zhou por parte de un grupo de damas en el vestíbulo dejaban patente que Henry win no era el único que lo encontraba cautivador. El atuendo civilizado le beneficiaba. Llevaba ropa bien entallada sin rastro de cohibición, como si no le importara nada si vestía como un caballero o un trabajador portuario. Y conociendo a Zhou, no le importaba.

Henry win se detuvo y esperó, sonriendo, mientras él se acercaba. Su mirada se extendió por el, sin omitir un detalle del sencillo vestido de paseo rosa y la chaquetilla a juego.

—Ahora estas vestido —comentó Zhou, como si le sorprendiera que no paseara desnudo por el vestíbulo.

—Este es un vestido de paseo —dijo el—. Como puedes ver, salgo a tomar algo de aire.

—¿Quién te escoltará? —preguntó él, aun cuando podía ver al lacayo esperando a unos cuantos centímetros de distancia.

—Charles —contestó el.

—¿Sólo Charles? —Zhou parecía indignado—. Necesitas más protección que eso.

—Sólo caminaremos hasta Marble Arch —dijo el, divertido.

—¿Estás fuera de tus cabales, doncel? ¿Tienes alguna idea de lo que podría pasarte en Hyde Park? Hay carteristas, ladronzuelos, estafadores, y pandillas, todos listos para desplumar a una pequeña y linda paloma como tú.

En lugar de sentirse ofendido, Charles dijo con impaciencia:

—Quizás el señor Zhou tenga razón señorito Cho. Está bastante lejos... y uno nunca sabe...

Conquístame al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora