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En ese momento sonó el órgano y todos se pusieron en pie. Jisoo sintió la mirada de esa mujer clavada en su nuca, pero no supo si era verdad o producto de su sentimiento de culpa.

Sujetando a Naeun sobre la cadera, miró la hoja que tenía en la otra mano, con los himnos que se cantarían a lo largo de la ceremonia. Bajo su aparente calma, sentía que en cualquier momento podía darle un ataque de histeria.

Tenía que pensar. La progenitora de su hija estaba sentada detrás de ella. ¿Qué debía hacer? ¿Escribirle una carta? ¿Adoptar el estilo informal de su madre y decirle: "Por cierto, esta es tu hija"? Estuvo a punto de estallar en una carcajada nerviosa.

Jisoo siempre había pensado que, si se llegaba a dar la improbable circunstancia de encontrarse con ella, podría darse el caso de que no la reconociera. Eso dejaba abierta la posibilidad de no hacer nada. Pero aunque la opción fuera tentadora, la descartó. Se trataba de la otra madre de Nae. ¿Cómo la había llamado Beom..., Jennie? Al menos sabía que era de Nueva Zelanda, lo que confirmaba sus sospechas, ya que durante su noche de pasión le había susurrado en esa lengua palabras ininteligibles cargadas de fuego.

Jisoo recordaba cada detalle. Por eso mismo tuvo que esforzarse en ahuyentar las eróticas imágenes que invocaba su proximidad. Alzó la barbilla. Aceptaría lo que sucediera, incluso si la humillaba públicamente, pero protegería a Naeum.

Nae, cuyo parecido a ella le había hecho pensar que sería una mujer de una belleza espectacular, y que en aquel instante la angustiaba, pues cualquiera que las viera juntas identificaría la similitud.

Y ella había visto a la niña... Así que debía de haberse dado cuenta. ¿Qué estaría pensando? No tenía sentido seguir especulando. Una boda no era el lugar adecuado para presentarle a su hija. Pero... ¿había un lugar ideal? ¡Quizá incluso había acudido a la boda con su novia!

Jisoo intentó sin éxito recordar si había una mujer a su lado y rezó para que, ya que se había acostado con una desconocida de la que se había quedado embarazada, al menos no estuviera casada... Intentó ignorar aquella punzada de tardío sentido de la responsabilidad y se pasó la mano por la nuca.

Siempre cabía la posibilidad de que no la hubiera reconocido, o de que hubiera sufrido un ataque de amnesia. Si ese era el caso, ella podía adoptar la misma actitud.

Pero ¿por qué se torturaba? Era posible que ella estuviera tan avergonzada y que en aquel mismo momento temiera que pudiera convertir su vida en un caos. De ser así, le aliviaría saber que no esperaba nada de ella. La gente rica podía sentirse amenazada, y Jisoo creyó recordar que la palabra millonaria había sido pronunciada cuando Beom había conseguido un puesto en la empresa de Jennie.

¡Qué propio de ella haber elegido para una única noche a una millonaria extranjera en lugar de a una vulgar y anónima profesora o a un fontanero!

Al acabar la ceremonia se puso en pie con los demás asistentes y se coló entre Beom y Jang Mi para salir de la iglesia como si pudieran hacerla invisible.

Cuando reunió suficiente valor como para mirar, Jennie Kim había desaparecido.

Tiró de la manga de Beom y preguntó –¿Tu amiga va a...?

–¿Qué amiga?

–¿Tú quién crees? –intervino Jang Mi, poniendo los ojos en blanco– ¡La superatractiva Jennie! ¡Mira que es guapa! ¿Te has fijado en sus ojos? –se llevó la mano al pecho en un gesto dramático–. Podría cometer una locura con alguien así.

–Jisoo no es tan superficial como tú –dijo su hermano. Y añadió– ¿Quieres ayuda, Ji?

–Gracias –respondió esta, a la vez que le pasaba a Naeum– Quiere bajar al suelo y tiene demasiada fuerza para mí.

–¿Que yo soy superficial? –dijo Jang Mi, mirando afectuosamente a Nae, que tiraba de la nariz de su tío– Todas las mujeres Kim son fuertes – intercambió con Jisoo una mirada de complicidad– Jennie Kim solo es amiga de Beom en sus sueños. ¿De verdad crees que le daría un trabajo a un obseso de la tecnología como tú?

–Puede que sea un obseso, pero tengo una mente aguda y mucho encanto. ¿Por qué no iba a darme un trabajo? En cualquier caso, tengo yo más posibilidades de conseguir un trabajo que tú de pasar una noche con ella.

–¿Qué te apuestas? –preguntó Jang con ojos brillantes.

–Apostar contigo sería como robarle dinero a un bebé.

Jisoo sacudió la cabeza para borrar las imágenes que poblaban su mente, en las que veía a su encantadora hermanastra con la depredadora de Jennie Kim; y se dijo que el nudo que se le formó en el estómago no tenía nada que ver con los celos, sino con el deseo de proteger a su hermana.

Jang Mi solo tenía dieciocho años y no era ni la mitad de sofisticada que fingía ser, mientras que Jennie Kim..., una visión de su musculoso cuerpo, pechos considerables, sudorosos y brillantes, la asaltó, y la única palabra con la que se le ocurrió describirlo fue perfecta.

–¡Por Dios! –los amonestó con una carcajada que a ella misma le sonó artificial.

Pero los dos hermanos no parecieron notarlo y siguieron discutiendo, de manera que, para cuando salieron al fresco aire exterior, sus apuestas habían alcanzado niveles absurdos.

–Déjame a Nae –pidió Jang.

–Mejor no, Jang. Te estropeará el peinado y tu precioso vestido –dijo Jisoo, tendiendo los brazos a la niña.

–Tienes razón –concedió– Tengo que estar guapa para Jennie. ¿Cuántos años tendrá?

–Demasiados para ti –replicó su hermano–. De hecho, Jang, ni tú ni yo estamos de suerte. No va a venir a la recepción, así que no podremos usar nuestro letal encanto.

Aunque pudiera tratarse de un alivio meramente temporal, Jisoo no pudo contener una carcajada que le ganó una mirada sorprendida de los hermanos.

–¡No miréis, la tía Sorn viene para aquí!

No se trataba de una mentira, pero sí de una maniobra de distracción inspirada que surtió el efecto que buscaba. En cuanto la tía fue mencionada, Beom y Jang Mi desaparecieron como si se los tragara la tierra.

–Solas de nuevo –dijo Jisoo, frotando la nariz con la de Nae y aspirando su dulce aroma. Una oleada de amor tan intensa que le dificultó la respiración le atenazó la garganta al tiempo que susurraba– Nunca dejaré que nadie te haga daño, Nae. Te quiero.

Jisoo sabía que había sido amada a pesar de que su madre nunca se lo había dicho con palabras y de que había evitado por todos los medios que fuera una sentimental.

Una vez convertida en madre, a Jisoo le daba lástima, pero le había tranquilizado comprobar que los miedos que tenía sobre su propia incapacidad para expresar sentimientos habían sido infundados. Desde el primer instante que había tenido a Naeun en brazos, las palabras de afecto brotaron incontenibles de sus labios.

 
  
  
  
ADVERTENCIA. Todas mis historias son basadas en un mundo sin heterosexuales frustrados. Así que si no es de su agrado, les invito a darle salir. BESOS!

RE- SUBIDO!

HEIRSS - Jensoo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora