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–¡Jisoo! –exclamó, tan desconcertada que parecía querer confirmar su identidad, al tiempo que miraba a Jennie y a ella de hito en hito.

–No es lo que parece, Jang –dijo, aunque sabía que mentía. Era exactamente lo que parecía, y en aquella ocasión no podía echarle la culpa ni a un trauma ni al alcohol. Mordiéndose el labio se volvió hacia jennie y le exigió– Díselo.

–No sé qué ha parecido, honey. Solo sé que ha sido muy agradable. Y que no has perdido capacidades.

Con una sola frase había conseguido no solo confirmar la sospecha de Jang, sino también insinuar que no era la primera vez que se besaban.

La miró indignada mientras, Jennie decidida a restregar sal en la herida, le sostenía la mirada con expresión satisfecha.

Jang Mi sacudió la cabeza como si acabara de despertarse.

–Vaya, tú y... –tomó aire y súbitamente sonrió de oreja a oreja con aprobación –miró a Jennie– y sacudió de nuevo la cabeza a la vez que le guiñaba un ojo a su hermana.

– Jang, no...

–Tranquila, Jichu. No pasa nada. Continúa como si no me hubieras visto.

Y lanzando una pícara sonrisa por encima del hombro, se alejó a la máxima velocidad que le permitieron los absurdamente altos tacones que calzaba.

Jisoo fue a seguirla, pero una mano la detuvo sujetándola del hombro.

Ella le dio una palmada violenta y se volvió, furiosa. –¿Qué demonios estás haciendo?

Jennie le soltó el hombro pero le tomó ambas manos y la obligó a mirarle de frente.

–¿Y tú? –preguntó a su vez, esforzándose por mirarla al rostro en lugar de al agitado pecho.

–Tengo que impedir que cuente a la gente que nos ha visto.

Jennie apretó la mandíbula y su mirada se ensombreció.

–Puesto que tienes una hija, supongo que todo el mundo asume que este no ha sido tu primer beso –dijo con sorna.

–Puede que a ti te dé lo mismo ser motivo de escándalo, pero resulta que yo vivo aquí.

–¿Qué te hace pensar que no me importe escandalizar? –preguntó Jennie, que era muy celosa de su vida privada.

Jisoo sacudió la cabeza con gesto testarudo.

–Que eres un playboy millonario.

La descripción arrancó una sonrisa de suficiencia de Jennie.

–¿Un playboy?

–Bueno, quizá no –admitió Jisoo–. Pero sí eres millonario.

Kim parpadeó desconcertada. Era la primera vez que alguien usaba esa palabra como un insulto.

–¿Y eso significa que no valoro la privacidad? –frunció el ceño, y añadió como si se le hubiera pasado una idea por la mente– En cualquier caso, ¿por qué?

Jisoo la miró con los ojos en blanco. –¿Qué quieres decir?

–¿Por qué seguirás aquí mañana? Creía que vivías en Nueva Zelanda. ¿Por qué te has enterrado en medio de la nada? –preguntó en alto, mientras se decía que quizá había ido siguiendo al padre de su hija.

–No se puede criar a un hijo en un apartamento –dijo ella, sin comprender por qué se molestaba en dar explicaciones–. Además, aquí se vive muy bien.

–Entonces, ¿es tu lugar de residencia habitual? Jisoo desvió la mirada.

–Aquí vive mi familia –levantó las manos que está seguía sujetando–. ¿Te importa soltarme? Tengo que alcanzar a Jang Mi.

Jennei la soltó y vio que se frotaba las muñecas aunque se las había sujetado con suavidad.

–Y una vez la alcances, ¿vas a chantajearla para que guarde tu oscuro secreto?

Jisoo percibió por primera vez la ira que teñía la voz de Jennie.

–¿Y si lo contara? –continuó Kim–. ¿Se desplomaría el cielo?

Jisoo rio con sarcasmo. –Oh, siento herir tu gigantesco ego por ocultarle al mundo lo bien que besas –puso los ojos en blanco–. ¡Hazme un favor, quítate de en medio! Tengo cosas más importantes que hacer que alimentar tu vanidad. Entre otras cosas, dar de comer a mi niña.

El recuerdo de que Jisoo tenía una hija hizo fruncir el ceño a Jennie. Si ella no podía ser madre, no quería jugar a serlo de la hija de otra persona... aunque estaba dispuesta a considerar excepciones a sus propias reglas.

–Escucha, hace dos años yo era una persona muy distinta. Deja que te aclare una cosa, no mantengo relaciones con desconocidos vanidosos y provocadores.– aclaro Jisoo

–Hace dos años, sí.

–Debía de estar muy borracha.

–En absoluto, pero estuviste increíble.

Enfureciéndose consigo misma por el efecto que la voz de Jennie tenía sobre su cuerpo, Jisoo la miró con frialdad y tomó aire antes de reaccionar.

–¿De verdad? –dijo con una lánguida sonrisa–. Si tú lo dices, será verdad. Yo no lo recuerdo demasiado bien.

–Cuando quieras te refresco la memoria. Yo llevo queriendo repetirlo desde entonces.

No cabía duda de que aquella mujer era capaz de decir las cosas más provocadoras como si estuviera hablando del tiempo.

–¿Quieres emborracharte e ir a la cama con una desconocida? Supongo que nada puede impedírtelo, pero yo, personalmente, prefiero aprender de las malas experiencias.

–¿Una mala experiencia? ¿Cómo lo sabes si no la recuerdas?

–Es una deducción lógica después de volver a coincidir contigo.

Jisoo apretó los puños mientras intentaba calmar su ira con una respiración pausada. ¿De verdad la creía tan fácil?

Bueno, tal vez lo fuiste.

–Qué sugieres, ¿los arbustos? –preguntó con cinismo, indicando un rododendro que tenía a la derecha–. ¿O es demasiado romántico y prefieres el asiento trasero de tu coche?

Jennie enarcó una ceja.

–Tengo una habitación en el hotel estupenda, pero estoy abierta a sugerencias.

Jisoo la miró con lo que pretendía ser una expresión asqueada.

–¡Eres repugnante!

Jennie la miró con aparente sorpresa.

–Creía que te gustaba que lo fuera.

¿Gustarle? Ese no era el sentimiento que aquella ejecutiva en ella.

–¡Yo no he dicho nada parecido a eso!

–¿Cómo lo sabes si no recuerdas nada? –preguntó Kim una vez más–. No comprendo por qué estás tan nerviosa. Creía que eras una mujer que no se andaba por las ramas.

–Ya sé que te consideras irresistible, pero por si te interesa, quiero que sepas que te encuentro grosera y burda y que no te tocaría ni con un palo.

–La verdad es que yo estaba pensando más bien en un contacto más.... manual, honeydijo con sorna–. Así que, ¿no estás interesada?

Su divertida incredulidad despertó en Jisoo deseo de abofetearla.

–Te aseguro que no.

Jennie  encogió de hombros.

–Es una lástima.

Jisoo no supo si se sentía aliviada o insultada por que no insistiera. Y el hecho de que lo dudara era una prueba más de que aquel hombre conseguía alterar su sano juicio.

 
  
  
  
ADVERTENCIA. Todas mis historias son basadas en un mundo sin heterosexuales frustrados. Así que si no es de su agrado, les invito a darle salir. BESOS!

RE- SUBIDO!

HEIRSS - Jensoo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora