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Jennie se marchó temprano a la mañana siguiente para acudir a una subasta de beneficencia a la que se había comprometido meses antes.

–Si pudiera, no iría –dijo, sentándose en la cama para despedirse con un beso.

Unos minutos más tarde estaba de vuelta.

–¿Qué pasa? –preguntó Jisoo, soñolienta.

–Ven conmigo.

Jisoo lo miró sorprendida –¿A la subasta?

–¿Por qué no? Puedo esperarte.

Plenamente despierta, Jisoo sonrió con pesadumbre.

–Me encantaría, pero he quedado para ver a los pintores y Soojin viene conmigo. Tiene muy buenas ideas. Vamos a dejar a Nae jugando con...

–Muy bien. Solo era una idea.

Jisoo creyó percibir que a Jennie le había desilusionado su respuesta, pero se frotó los ojos y cuando volvió a mirarla, pensó que lo había imaginado.

–Pásalo bien. Y espero que Nae también disfrute.

Pero no fue así. Nae se despertó indispuesta e Jisoo canceló su cita.

Para el mediodía, Naehun había empeorado y lloraba inconsolablemente. Jisoo le tomó la temperatura y la tenía tan alta que volvió a tomársela por si se había equivocado.

Le había subido aún más.

Tras un titubeo inicial, llamó a urgencias. Acunando a su hija que de pronto se había quedado inquietantemente callada, llamó a Jennie, pero le saltó el mensaje del buzón de voz en varias ocasiones. No queriendo dejarle un mensaje preocupante y confiando en que solo fuera una falsa alarma, decidió esperar a hablar con ella directamente.

Durante el recorrido en la ambulancia, se arrepintió de su decisión y pensó que habría dado lo que fuera por tener a Jennie a su lado.

Los médicos la trataron con cortesía y eficiencia, pero las noticias no fueron tranquilizadoras. Por los síntomas, Nae tenía un ataque de apendicitis.

–Tendremos que operar –dijo uno de ellos.

–Pero si es solo un bebé; no es posible –dijo Jisoo, aterrorizada. Un frío helador le encogió el corazón. Respiró hondo. No podía perder el control.

Quiero que venga Jennie, tomó aire de nuevo. No, puedo hacerlo sola.

–Comprendo que le preocupe, pero le aseguro que su hija estará bien.

–Por supuesto. Perdone... ¿Cuándo...?

–Inmediatamente. ¿Le importa firmar el consentimiento? 

Jisoo se pasó una mano temblorosa por la cara.

–Claro –dijo con voz quebradiza– Es tan pequeña...

La mano le temblaba tanto que no supo si su firma era legible. 

Unos minutos más tarde no podía comprender cómo hacía unas horas contemplaba a Nae en su cuna, y de pronto se encontraba recorriendo un frío pasillo arriba y abajo.

Tras llevarse a la niña al quirófano, una enfermera le dijo que la avisarían en cuanto la operación terminara, y le ofreció una taza de té.

Volvió a llamar a Jennie desde la sala de espera. La cuarta vez contestaron, e Jisoo estuvo a punto de llorar de alivio hasta que oyó la voz de una desconocida.

HEIRSS - Jensoo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora