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–Para que lo sepas, no me caracterizo por ponerme nerviosa –dijo Jisoo para contrarrestar el apabullante efecto que su aura de masculinidad ejercía sobre ella. Aunque hasta entonces había hecho las preguntas, ella tenía una muy importante que hacer– ¿Estabas... estás casada?

–Es un poco tarde para tener problemas de conciencia.

Jisoo entornó los ojos. –¿Lo estás o no?

–Nunca he estado casada, aunque estuve a punto en una ocasión.

Jisoo se sintió aliviada. Al menos había un asunto menos por el que sentirse culpable, aunque fuera por puro azar.

–¿Te entró miedo? –Jisoo podía comprenderla. La idea de comprometerse con alguien para toda la vida también le asustaba a ella.

Kim sonrió con desdén. –No, me plantaron.

Jisoo pensó que añadiría alguna gracia, pero al ver que no era así, abrió los ojos de sorpresa.

–¡No me lo puedo creer!

–¡Qué buena eres para mi ego! –bromeó Jennie–. Me temo que no todo el mundo me encuentra tan irresistible como tú.

Jisoo no dudaba de que su ego estaba protegido por una capa de titanio. Respondió al tirón que recibió en la falda y, agachándose, tomó a Nae en brazos.

–Es una niña preciosa –Jennie suavizó el tono y añadió– Hola, Nae.

Respondiendo a su nombre, la niña alargó sus regordetas manos y se agarró a la blusa elegante de Jennie. Luego tiró de ella, que en lugar de resistirse, acercó el rostro a ella. Estaba tan cerca que Jisoo podía verle los poros de la piel, las puntas doradas de sus largas pestañas... podía oler la colonia que invocaba tórridas escenas.

–Lo siento –masculló a la vez que intentaba soltar los dedos de Nae. Incapaz de apartar la mirada del aguileño perfil de Jennie, su frustración aumentó.

Jennie pudo percibir su nerviosismo en la tensión de sus facciones, pero no sintió la mínima compasión.

–Eso ya es algo –dijo, cáustica.

Jisoo fingió no oírle al tiempo que se ruborizaba cuando sus senos le rozaron el brazo. Aquel no era ni el momento ni el lugar para mantener un enfrentamiento y ella ya tenía suficiente con sobreponerse a la turbación de tenerla tan cerca. Su olor seguía disparando todo tipo de imágenes que creía haber borrado de su memoria. Una oleada de calor le recorrió la piel, pegándole el vestido al cuerpo.

–Se parece a mí –dijo Jennie.

Refunfuñando, Jisoo exclamó aliviada cuando Nae soltó a Jennie y pudo retroceder un paso.

–Al menos eso la libra de mis pecas –dijo ella, mirando la arrugada blusa de Jennie.

Kim le recorrió el cuerpo con una lenta mirada, de los pies a la cabeza. Un golpe de deseo le atravesó el vientre y por un instante la fuerza de la primaria atracción física que despertó en ella diluyó su enfado y su resentimiento.

–Es muy guapa –dijo.

Jisoo solía enorgullecerse cuando alguien piropeaba a Naehun, pero en aquella ocasión se tensó.

–Lo sé.

De soslayo, vio con alivio que entraba en la sala un grupo de invitados, cuyas risas y cháchara ahogaron la música del piano. Con suerte la presencia de testigos daría fin a la conversación ya que dudaba de que Jennie quisiera continuarla en público.

El problema era que, por mucho que fuera la otra madre de su hija, no le conocía en absoluto, así que no sabía de lo que era capaz... al menos fuera del dormitorio. La anotación mental hizo que se le acelerara la sangre, causándole una pulsante presión en la pelvis.

HEIRSS - Jensoo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora