Five

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— ¿Por qué sigues aquí? — Preguntó.

Katsuki golpeó su cabeza un par de veces. Necesitaba su cordura intacta. Respiro hondo y contó mentalmente hasta diez. Su lado omega había tomado el control y no podía concentrarse — Sé que estás allí, tu aroma es intenso — Agregó serio. No entendía el motivo, pero necesitaba hablar con él. Escuchar su voz y aferrarse a ella. Con su dedo, repasó la marca en su brazo, ahora que la analizaba con calma, la parecía linda. Una bonita esmeralda de color negro. Repentinamente, recordó algo que leyó en la biblioteca, "Si la marca cambia de color, significa que el enlace está completo y los sentimientos son mutuos". La observó por unos segundos, aún seguía oscura.

— ¡Me volviste a hablar! — La sorpresa y la alegría de Izuku, era demasiado obvia. Katsuki también lo sentía. Se trataba de una emoción abrumadora y cálida — Porque quiero protegerte... — La frase se esfumó y la grácil risa del omega rebotó contra las paredes del lugar. Izuku mordió su labio con fuerza. Eso fue demasiado tierno para su corazón, ¿Cómo podía existir algo tan puro y maravilloso? Cerró los ojos, disfrutando del sonido y de los leves gruñidos que salían de la boca de Katsuki.

— ¿Protegerme? — Volvió a reír, Izuku arqueó una ceja, ¿Por qué el ambiente se había tornado tenso? Él no mentía — No necesito protección — No dijo nada más. El silencio los cubrió con una rapidez dolorosa. Izuku frunció el entrecejo, ¿Debería decir algo? — No tienes que preocuparte por mí, no soy un omega que necesita a un puto alfa para sobrevivir — Habló con decisión. El corazón de Katsuki dio un vuelco. Estaba cansado de la angustia que sentía al soltar las palabras y del pesar de sentir las emociones de Izuku.

Izuku resopló. Ya lo sabía, Katsuki no era un omega común y corriente. Era único y explosivo. Sonrió, era encantador, le parecía una caja de sorpresas — Ya lo sé, pero no quiero irme — Dijo con firmeza. Nadie podría obligarlo a marcharse, ni siquiera el omega. Sacó otra barra de chocolate y le dio una mordida. Tenía muchas, todas para Katsuki. De repente, se le ocurrió una idea. Su mamá le dijo que a algunos omegas en celo les gustaba comer dulces — Tengo tanto chocolate, no sé si podré comerlo solo... — Vociferó fingiendo ignorancia. Como si hablara consigo mismo.

Katsuki arrugó la nariz, ¡Chocolate! ¡Chocolate! Repitió su mente. Entendió la indirecta, sin embargo, debía resistir. De nuevo, su lado omega tomó el poder. Sin pensarlo tanto, abrió la puerta con lentitud y sacó su mano. Izuku solo pudo ver su palma y sus dedos. Sonriendo, le dio los chocolates y percibió una mísera cantidad de felicidad en Katsuki. Repentinamente, sintió las feromonas de otro alfa. Un hombre de unos cuarenta años se acercó al apartamento y observó a Izuku con enojo.

— ¡Katsuki! ¡Tus feromonas están extendiéndose por todo el edifico! ¡Eres peligroso para todos los alfas que viven aquí! ¡Además, tienes una semana para desalojar! ¡No has pagado la renta! — El hombre gritó irritado. Estaba harto de tener un omega viviendo en su edificio. Las quejas de los alfas y tenerlos controlados, era cansino y aburrido — ¡Consíguete un alfa! — Katsuki golpeó la puerta con ira.

— ¡Jódete, maldito viejo! ¿Quién mierda querría vivir aquí? — Contestó. Segundos más tarde, una frase salió de sus labios sin su consentimiento, sin siquiera darse cuenta lo gritó y volvió a golpear la puerta — ¡Mi puto alfa está allí afuera! ¡Sus feromonas son más fuertes que las tuyas! ¡Joder, déjame en paz! — Cuando se dio cuenta de lo que había dicho, cubrió su rostro con ambas manos. Sintió vergüenza por lo dicho y porque Midoriya fue testigo de su embarazosa vida, ¿Sentiría lástima? Sollozó silenciosamente y limpiando bruscamente sus lágrimas.

Mientras tanto, Izuku le sonrió al hombre. Fue una sonrisa gentil y calmada. De súbito, sus feromonas asustaron al otro alfa, ¿Cómo era posible que un chiquillo le aterrara tanto? Chasqueó la lengua y se marchó. Midoriya apretó sus puños. Quería golpear al hombre.

— Imbécil... — La voz de Katsuki le dio tranquilidad y le dio toda su atención — ¡Vete! ¡Pediré que me dejen quedarme en la escuela mientras pasa mi celo! ¡No te me acerques y no me veas a la cara! ¡Qué te vayas pequeña mierda! — Lloró amargamente, no quería ver pena en los ojos del alfa. Izuku se dejó caer sobre el suelo, algunas lágrimas bajaron por sus mejillas, pero no se marchó y Katsuki lo supo.

Estoy aquí | DekuKatsu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora