Eleven

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Mina empujó a Bakugo. Lo hizo entrar a través de una puerta alta de madera. El omega inspeccionó el lugar, buscando algún indicio que le recordase a Izuku. La casa era grande y pulcra. Todo estaba en su sitio y los muebles lucían nuevos. Movió la cabeza en todas direcciones, ¿Hacia dónde estaba la habitación del imbécil? Amaría sentir su esencia. Suspiró, ya se había acostumbrado a esa clase de pensamientos y deseos de mierda. Se reprendió mentalmente y se concentró en las personas frente a él. Con curiosidad, estudió a la mujer. Sus rasgos faciales eran muy parecidos a los de Izuku. Tenía gestos amables y una voz delicada.

— ¡Tenía muchas ganas de conocerte, Katsuki! — Dijo con alegría. Lo tomó de las manos y le dio un corto abrazo. Por un instante, le había recordado a su madre, incluso el calor de estar entre sus brazos. Un nudo se formó en su garganta y sus piernas flaquearon. Se obligó a mantener la compostura, apartó la mirada y se cruzó de brazos. Inko sonrió, era un chico muy tierno. Su rostro era fino y se veía suave. No pudo contenerse y acarició la mejilla del omega — ¡Qué piel tan suave! — Katsuki se sonrojó. Sintió como el calor recorrió la cara. Con las manos temblorosas, hurgó en su bolsillo y extrajo el papel de presentación que había escrito. Se la extendió a la mamá de Izuku y habló bajo.

— Todo lo que tiene que saber de mí — Dijo cabizbajo. Decir que estaba nervioso, era muy poco. Desde atrás, Mina le enseñó ambos pulgares. Esa chica le caía muy bien, era muy, pero muy genial. Inko parpadeó y leyó el papel. En el, se describía la personalidad explosiva de Katsuki, su personalidad grosera y algo cruel, su encantadora e impulsiva forma de actuar y después pensar y sus constantes gritos. Acerca de su madre fallecida, la mujer rió, era lo contrario a su hijo. Igual, ya habría tiempo para conocer y tomarle cariño al omega. Katsuki era familia y ella se encargaría de demostrárselo. Pese a eso, al recordar lo de la familia del chico, el corazón de dio un vuelco.

Para Inko no había pasado desapercibida la reacción del chico cuando lo abrazó. En cierto modo, le recordó a ella misma. Se decidió a contarle una parte de su vida — Mi mamá murió cuando tenía tu edad — Le dijo con suavidad — Recuerdo esa soledad insoportable y oscura. Una de las memorias más bonitas después de eso, fue cuando mi maestra me abrazó. Me recordaba a mi madre y en verdad quería abrazarla. Al hacerlo, lloré mucho...— Habló bajo. Katsuki la observaba en silencio. Su manos estaban empezando a sudar, ¿La mamá de Midoriya había notado su reacción? Había abrazado al alfa, pero no era lo mismo. Abrazar a esta mujer era como tener cerca a su mamá — Ahora tienes una familia — Susurró Inko.

Katsuki no lo soportó y corrió a refugiarse en los brazos de la mujer, ¿Por qué no podía dejar de llorar? Su mente rebosaba de imágenes y memorias. La primera vez que vio a su mamá, cuando comía con ella y todos esos valiosos recuerdos. Desde que su madre murió, era la primera vez que el llanto se sentía cálido. Se aferró con todas sus fuerzas al cuerpo de la mujer. Inko le acariciaba la cabeza y le susurraba palabras de aliento. El omega se estaba desahogando y eso le hacía feliz. Izuku regresó a casa, sus mejillas se encontraban húmedas. Se sentía muy triste, su pecho se sentía pesado. Sabía que era Katsuki el que sufría y él lo entendía. Entendía a la perfección lo que el omega estaba sintiendo. Compartir esa carga con él, era una de las mejores cosas que le habían pasado.

Mina lo detuvo en la entrada y lo silenció. Izuku y Katsuki compartían las lágrimas y la tristeza. Es algo hermoso, pensó Mina, al verlos llorar por la misma razón la hizo sonreír. Algún día, ella podría experimentarlo.

Estoy aquí | DekuKatsu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora