Three

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Izuku suspiró con tristeza, el cielo estaba despejado y tan azul. Entrecerró los ojos, por extraño que parezca, le parecía irritante. La forma en que los rayos del sol engullían al mundo, estaba convirtiéndose en algo horroroso. Se volvió unos cuantos centímetros y observó como Bakugo dormía. Se encontraban en la escuela, sus compañeros charlaban y más de un alfa le echaba una ojeada a Katsuki. Gracias a Kirishima, el mejor amigo del omega, ahora sabía ciertas cosas sobre él. Descubrió el motivo de su apodo "Omega salvaje". El chico era agresivo, energético y mal hablado. Amaba el chocolate y el picante y eso le pareció adorable. Incluso había traído chocolates para él, lo rechazaría, estaba seguro, pero le daba igual.

Katsuki despertó y alzó la cabeza, podía sentir un poco de enojo en el alfa. Arrugó la nariz, había estado ignorándolo por dos semanas y por extraño que sonase, dolía. Leer acerca de los compañeros destinados, no ayudaba. No obstante, no debía molestar a otros con sus problemas. No debía arrastrarlo consigo. Apretó los puños, acababa de perder su trabajo y todo por ser un omega. El lugar estaba atestado de alfas y él era considerado, "Peligroso" No era su culpa que todos esos putos salvajes quisieran aventarse sobre cualquier omega que se les atravesara. Apenas y sobreviviría con el dinero del servicio social.

De súbito, soltó un chillido de incomodidad, todo su cuerpo se sintió caliente y su corazón palpitó violentamente, ¿Los supresores no habían hecho su trabajo? Hurgó en su bolsillo y extrajo un pequeño frasco de pastillas. "Antidepresivos" Leyó en la etiqueta, ¿Cómo pudo confundirlos? Asustado, golpeó la mesa, espero unos minutos y se levantó con pesadez, las feromonas de algunos alfas lo hicieron tambalearse. De reojo, observó como todos lo analizaban — ¡¿Qué mierda están mirando?! — Gritó y abrió de un tirón. Tenía que llegar a su apartamento y rápido — Maldito psiquiatra y sus malditos antidepresivos — Bisbiseó. Katsuki había estado acudiendo al psiquiatra. Pese a ello, al fallecer su madre todo se había ido a la mierda.

Izuku gruñó por lo bajo, Katsuki estaba en celo y todos se habían percatado. Miró en todas direcciones, todos los alfas veían hipnotizados la puerta por donde había salido — Midoriya, luce peligroso — Balbuceó Kirishima. Sin pensarlo, el alfa se puso de pie, recogió sus cosas y se dirigió hacia la salida.

Se detuvo, se giró y sonrió — ¡Hola! Ya saben, soy Izuku — Se presentó — Y ese omega que salió es mío. Si alguno de ustedes lo toca o se le acerca, se muere — Habló con amabilidad y gentileza. Kirishima rio por lo bajo. Izuku era demasiado amable, nunca había conocido a alguien así. Sin embargo, la forma suave y agradable en la que lo dijo y sus feroces y potentes feromonas fueron capaces de asustar a todos los presentes. Salió de la escuela, no había ningún rastro de Katsuki. Vaya que era rápido. Siguiendo su olor, llegó a un pequeño complejo de apartamentos, subió las gradas de dos en dos y llegó al último piso. Vio a un alfa cerca de la última habitación, olfateando — ¡Largo de aquí! — Izuku lo dijo fríamente y con la expresión ensombrecida.

Qué miedo da este chico, pensó y se marchó. Mientras tanto, Izuku analizó el terreno con angustia y desesperación. Las feromonas de Katsuki lo volvían loco, pero debía protegerlo. Era lo único que podía hacer. Se acomodó sobre el suelo, cerca de la puerta. Al menos, su presencia no permitiría que ningún otro alfa se acercara.

Estoy aquí | DekuKatsu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora