Seven

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Katsuki gruñó por lo bajo, el idiota frente a él lo miraba con desdén. Era un alfa, lo vio al alzar las comisuras de sus labios y caminar lentamente en su dirección. Sabía lo que deseaba. El omega sonrió, alzó su puño y le encestó un golpe directo en la nariz. Por naturaleza, los omegas son más débiles que un alfa. No obstante, a Katsuki no le importaba. Si podía golpear a alguien, lo haría sin dudarlo y sin pensarlo — ¡Jódete! — Gritó y se dirigió a la salida. Echo un último vistazo y gruñó, el alfa continuaba frotando su nariz. Al parecer, no tenía la intención de seguirlo — ¡Maldita vida! ¡Malditos alfas ! — Masculló con enojo. Era la cuarta vez en el día que recibía un no, por respuesta. Estaba cansado, caminar de aquí para allá buscando trabajo, era en verdad cansino. Faltar a clases, eso si valía la pena.

¿Qué mierda había hecho para merecer esto? Primero, su celo se alargó veinticuatro horas más de lo previsto. Pero al fin, estaba libre de eso. Segundo, vivir en casa de Kirishima lo hacía sentir inútil. Él no era una persona que gustaba del hecho de aprovecharse de la amabilidad de las personas. De súbito, su corazón dio un vuelco. De nuevo, su omega gemía, deseoso por buscar a su alfa. Sus manos empezaron a sudar, cerró los ojos y maldijo por lo bajo — Puto lado omega... — Susurró y corrió — Suprimir sentimientos, suprimir sentimientos — Repitió y repitió. Si vacilaba, no habría servido de nada todo su esfuerzo. Romper lazos con sus amigos y no depender de nadie, era lo único que necesitaba hacer. Divisó la casa de Kirishima e inhaló y exhaló.

Al llegar, gritó. Su lado omega en verdad estaba necesitado de correr a los brazos de Izuku. Las lágrimas bajaban como torrentes y humedecían sus mejillas sin piedad. Alzó la cabeza, las nubes tan blancas parecían burlarse de él. Moviéndose y cubriendo el cielo azul — Chico, tus feromonas son deprimentes — El abuelo de Kirishima lo observó con seriedad. Había estado estudiando al chico. El omega era independiente, de eso no cabía la mejor duda. Sin embargo, llevarlo al límite no era nada bueno.

El corazón de Katsuki estaba aprisionado por gruesas cadenas de dolor y por obviedad, solo existía una persona que era capaz de ayudarlo. Él odiaba la manera en que la sociedad se movía. Omegas dependientes al extremo de sus alfas, eso era algo sin sentido. Sonrió, Katsuki no necesitaba a su alfa para vivir o para solucionar sus problemas— Déjame... — Escuchó la voz cortada del omega y frunció el entrecejo. En cierto modo, la situación era irritante. El abuelo de Kirishima chasqueó la lengua.

— Katsuki, no vas a depender de tu alfa. Él no va a solucionar tus problemas. Simplemente, te ayudará a sobrellevarlo. A sentirte mejor y si es posible, buscará la manera de superar todo contigo. No lo tomes como dependencia. Tómalo como apoyo — Katsuki se dio la vuelta con lentitud y asintió y con resignación, suspiró. Por una vez, le daría el placer a su lado omega.

— ¿Qué mierda estoy haciendo? — Se preguntó y de nuevo, empezó a correr.

Corrió y corrió sin parar. Izuku por su parte, sintió la tristeza de Katsuki a una velocidad sorprendente. El aroma del omega se coló por sus fosas nasales. Se puso de pie y movió la cabeza en todas direcciones. En ese momento, la puerta se abrió con violencia. Todos se quedaron perplejos. Katsuki entró, cogió a Izuku de la camisa y lo arrastró hacia afuera — ¡Tú vienes conmigo! — Gritó. Tiró de él hasta que llegaron a un salón vacío — Siéntate sobre el suelo — Ordenó. El alfa acató la orden, las manos de Katsuki temblaban.

— ¿Qué pasa? — Interrogó. De repente y sin previo aviso, Katsuki se sentó en su regazo. Ambas piernas en cada lado de sus caderas. Sorprendido, sintió como el omega se aferraba a él con fuerza. Una fuerza cálida y tierna. Katsuki lloraba, las lágrimas humedecieron su cuello. Lo único que pudo hacer, fue abrazarlo y sujetarlo con ternura. En el lugar, los sollozos de Katsuki creaban un eco doloroso. El omega había faltado a la escuela dos días. Kirishima le aseguró que estaba bien. Esto no es estar bien, pensó.

Por estúpido que suene, pero el olor de Izuku lo llenaba de paz, era embriagante y dulce. Aspiró lentamente, en verdad se sentía bien. El calor de sus brazos se comparaba con el paraíso, su lado omega al fin estaba feliz. No era deseo, era el lado del enlace amoroso de un alfa y un omega. Pese a ello, tenía que desahogarse. Así que balbuceo y lloró — No consigo trabajo, vivir en casa de Kirishima me hace sentir mal. Aveces me siento tan solo — Izuku no dijo nada. Solo se dedicó a escuchar. Pese a ello, decidió ayudarlo aún en contra de la voluntad de Katsuki. Lo haría sonreír y le demostraría que no estaba solo.

Estoy aquí | DekuKatsu |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora