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Capítulo 1

Miércoles 14 de Agosto del 2015

Apretó el botón plateado que se encontraba en la esquina de la enorme máquina expendedora de dulces. Había visto un chocolate de papel dorado que le atraía como las monedas de oro a duendes irlandeses. La verdad era lo único que le apetecía en ese minuto, el exceso de sudor en las noches, el dolor de cabeza y el hecho de que se resfriara constantemente hace casi un año atrás, la estaba volviendo loca. Cuando la máquina iba a lanzar el apetecible dulce, se atascó.

María José: Demonios -Murmuró enojada, no había visto el cartel que decía "en mal estado". Su mala suerte parecía extenderse hasta con el simple hecho de saborear una barra de chocolate. Miró el reloj en su muñeca y supo que debía reunirse en un gimnasio espectacular de la universidad de Loyola, en Nueva Orleáns, la ciudad más grande del estado de Luisiana. Apenas había entrado a clases el día 7 de agosto, y vio el aviso de que se necesitaban señoritas para entrar al equipo de Cheerleaders (porristas) que alentarían este año escolar al equipo de fútbol americano de la universidad. A María José le llamaba mucho la atención todo lo relacionado con ejercicios físicos, saltos, gritos y la apariencia. No por nada fue la porrista principal en el High School, tal vez algo perversa con los estudiantes un tanto "nerds" pero era buena amiga de corazón.

Si había tenido esa personalidad un poco desagradable con quienes no la conocían de verdad, todo era causa de quien fue su primer novio a los 15 años, un desgraciado de pies a cabeza.

Estaba bajando los peldaños de la escalera cuando de improviso sintió un mareo y un leve dolor en el centro de la cabeza. Era como si todo a su alrededor diera vueltas y vueltas como le sucede a los borrachos. Un quejido fue lo único que pudo pronunciar antes de tantear con la mano la barandilla de su lado, posó su mano en ella y cayó hacia delante en un desmayo.

Lunes 3 de agosto de 2012, Jacksonville, Florida.

Los autos llegaban con la música a volumen máximo, tanto así que las ventanas y los asientos vibraban. Durante días se comentó lo grandioso que sería la fiesta de cumpleaños de Esteban, irían los chicos más populares, con un estatus socio económico delirante. Ese día, María José había estado toda la tarde pensando en la casa de su abuela donde ella vivía, en que podía regalarle a su novio. Apenas hace tan sólo 4 meses estaban saliendo, pero ella una morena de buen corazón, creía que era el amor de su vida, un muchacho ideal tanto físicamente como en su personalidad. Siempre le decía que la quería, que iban a estar bien juntos, que no escuchara los malos comentarios de los demás. A decir verdad, María José Garzón a sus 15 años era bastante sencilla, con un cuerpo delgado sin muchas curvas, por eso molestaban a Esteban, por salir con una niña perdedora.

María José: Adiós abuela -besó sonoramente su mejilla- iré al centro comercial para comprarle algo a mi novio, hoy es su fiesta.

Teresa: Ese chico no me gusta nada, tiene un... no sé qué -María José la abrazó un momento antes de partir por el regalo. Sí, aquel dulce gesto sería tan distinto a su estado de ánimo después de ese día, ese en que su pequeña no parecería la nieta adorable que siempre fue.

Y allí se encontraba Garzón, se había comprado una blusa celeste y pantalones sencillos. El rubor en sus mejillas y algo de brillo era todo el maquillaje que tuvo que colocarse. Su propia abuela la había dejado en un auto poco agraciado, que casi se caía a pedazos por el año de fabricación. María José avergonzada le pidió que la dejara al menos una cuadra lejos, mientras menos fracasada se viera, mejor. A medida que iba llegando, se sintió como no deseaba estarlo. Las chicas llegaban en preciosos automóviles, en grupos de amigos y ella sola.

María José: ¿Preparada Garzón? -murmuró con inseguridad, era como si entrase a la casa del terror en los parques de diversiones, pues muchos la miraban de reojo como si fuera una extraña- Maldición, tranquila, sólo busca a tu novio y estarás bien. -Cuando pasó por la sala de estar, unos muchachos borrachos derramaron sin darse cuenta un recipiente de cerveza en sus zapatos. -¡Oye! Mira lo que haces.

bittersweet feeling | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora