Capítulo 36
¿Asesina? ¿Acaso no era un término muy fuerte? María José fijó su mirada en Theresa para poder asimilar todo lo que le estaba diciendo.
Juan Carlos Garzón había llegado hace 19 años de intercambio desde Canadá a la ciudad de Jacksonville, viéndose envuelto en una relación rápida y amorosa con Martha. Le había prometido maravillas a ella, una mujer que en su época adolescente había sido totalmente correcta pero se había dejado influenciar por aquel hombre. Alcohol, sexo y descontrol, Theresa no pudo controlar a su hija por más que junto a su esposo buscaron mil maneras de hacerla entrar en razón. ¿Resultado? Una noche de fiesta, Martha y Juan Carlos estaban tan borrachos que tuvieron relaciones sexuales sin protección. 20 días después había descubierto que a los 17 años estaba embarazada. Martha le contó desesperada, pero éste le insistía que debían abortar para poder estar tranquilos y no tener que criar a un bebé. Costó pero lograron convencer a Martha de abandonar por un tiempo el alcohol, si no lo hacía por ella al menos por la criatura que llevaba dentro. Ni el tiempo logró hacer que ella amara a su hijo que, al momento del nacimiento el 3 de diciembre (Nota: sé que el cumpleaños de María José es el 31 de octubre, pero si lo pongo así, el tiempo en el que se desarrolla la historia quedara algo desordenado) descubrieron que era una niña. Lo más triste de todo fue que ella la abandonó porque Juan Carlos la había convencido de viajar por el mundo con dinero que éste había robado de su padre. Se escapó y logró salir de Estados Unidos sin ser descubierta. Todo lo que fue su vida a partir de allí nadie la sabía más que ella. ¿Qué había pasado con Juan Carlos? ¿Por qué o como había muerto? O lo más escalofriante, ¿Cómo era que Martha estaba involucrada?
Theresa: Paguemos lo que tenemos en el carro mi vida –le dio un beso en la frente- e iremos a donde el policía me ha indicado.
Las cosas que habían comprado las dejaron en el departamento que ahora tenía una seguridad increíble e incluso una cámara bastante pequeña por fuera en la puerta. Sin que Theresa se diera cuenta, la morena fue al baño para sacar la píldora que contrarrestaba todos los síntomas desagradables producidos por el tumor. Ella lo sabía, después de unas semanas ni aquello podría frenar el degeneramiento de su cuerpo ni las secuelas físicas notorias de primera. Si hasta sentía que muy de repente se le marcaban leves ojeras.
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Los policías habían sido educados, les mostraron fotografías y dieron explicaciones que apenas entendieron, les mostraron la exactitud de las huellas digitales que encontraron entre los objetos y las marcas de huellas dactilares que dejó Martha cuando discutió con Theresa.
XX: Fue bastante inteligente de su parte, ¿cómo se le ocurrió llamar a la policía para ver el vidrio?
Theresa: ¿Cree que por ser anciana soy una mujer ignorante?
XX: -miró a María José- ¿Qué crees que quería en tu departamento? ¿Había ido antes?
María José: Sí, según un amigo cuando estuve bastante afiebrada una noche, y en otra ocasión llegó algo enojada y tuve tanto miedo que le di de mi dinero para que se fuera, es alcohólica y adicta al juego a tal punto que pide y pide dinero.
XX: ¿Sientes tu vida peligrando?
María José: Sí, bajo los efectos de la droga y el alcohol es capaz de todo.
En aquel minuto les dijeron lo mismo que le comunicaron a Theresa por teléfono, procederían a hacer la búsqueda de Martha para llevarla a juicio y lo más probable, pasaría una condena por invadir propiedad privada. El asunto de verse acusada de un asesinato a Juan Carlos Garzón quien la única manifestación de preocupación por María José fue darle su apellido, se desarrollaría al mismo tiempo pero en paralelo, juicios distintos y todo el tiempo que fuera necesario. ¿Sería una asesina? Nadie más que ella lo sabía.