jay.

XXIV

Muchas veces Jay no se esforzaba en hablar conmigo estando en público, él solo permanecía junto a mí o jugaba a mi alrededor, eso me daba mucho tiempo para pensar en cosas sin sentido, como las cosas que hubieran pasado si yo jamás hubiese seguido el hilo. Era absurdo, miles de personas no seguían su hilo ya que este se extendía demasiado lejos, incluso había parejas de diferentes estados, así que yo no debía ponerme en esa situación teniendo a mi compañero ahí, conmigo.

Miré a Jay jugar con mi bufanda y traté de imaginar dónde estaría si tan solo nunca lo hubiera conocido. Quizás mantendría toda mi vida esa ilusión de encontrarlo, quizás me hubiera rendido y me hubiera casado con alguien más, o quizás hubiera estado amargado y solo viviendo de por vida con mis padres. Había demasiados quizás para mí.

Extendí mi mano hasta Jay y acaricie su mejilla. Yo podía tocar a Jay, pero él no me sentiría, no importaba cuántas veces yo lo alcanzara, siempre estaría lejos de mí. Esa vez la sonrisa de Jay no pudo arreglar nada, yo estaba perdido en el hilo que me conectaba a él que no quise verlo.

"¿nunca has pensado...?" mi voz se detuvo a media frase, respiré. "¿...que el hilo solo nos conectó al azar?"

Pensé que el destino era solo una mierda inventada para mantenernos callados, que el hilo solo era una tontería sin significado. Pensé que todo el mundo había malinterpretado su función. Detestaba ese hilo detestaba que me uniera a Jay, y también detestaba que no me podía imaginar conectado a otra persona.

Jay era un infierno, pero había algo que él que me hacía estar feliz de mirar aquel listan rojo uniéndonos.

"No." respondió Jay. "Eres la única persona que podría soportarlo." Jay besó mi mano. "Fuimos hechos para estar unidos"