XLVIII

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Una noche fue particularmente ruidosa, los maullidos de converse y "otro" gato no me dejaban dormir. A las tres de la mañana ellos seguían cantando haciendo eco entre las habitaciones, y yo con trabajo al día siguiente no estaba muy feliz de escucharlos. Tome mi celular y observé la hora; cuatro cincuenta y dos de la mañana, a tan solo una hora con ocho minutos para que mi alarma se activara. Me senté sobre la cama y observé por un minuto mi sombra en la esquina del cuarto.

Cuando me levante de la cama los maullidos seguían así que fui hacía ellos. Converse no solía molestar, él solo se acostaba sobre los pies de la cama y dormía toda la noche, y durante el día era completamente libre de explorar el departamento y hacer destrozos. Era un buen gato que no me había dejado dormir. Cuando llegue a la sala de estar lo encontré, le estaba maullando al sillón, y Jay estaba maullando con Converse.

"¿Qué haces?" le pregunté malhumorado. Jay me miró.

"No podía dormir"

"¿y por eso maúllas con Converse?"

Jay asintió como si él estuviera más confundido de lo que yo estaba. Camine hasta ellos y me senté sobre el sillón tomando al pequeño gato y poniéndolo sobre mis piernas, quería dormir a uno, por lo menos, el otro podía ser golpeado en la cabeza para caer desmayado, igual no le dolería.

"¿te despertamos?" Jay sentó a mi lado. No lo veía hace dos semanas, pero él seguía igual.

"No me dejaron dormir"

"Fue su culpa." Acarició a Converse en la cabeza, el hilo rojo seguía ahí, sobre el pelaje blanco del animal. "No dejaba de discutir, creo que tiene serios problemas de conducta"

"él está bien, el que tiene serios problemas de conducta es otro."

"No te preocupes, trabajaremos con tus problemas de conducta luego." Sonreí. "Dos semanas." Dijo Jay de repente. "¿Por qué pasó tanto tiempo?"

"Tengo trabajo"

"Entonces déjalo"

"¿Qué?"

Miré a Jay pero él no apartó su mirada de Converse. En ese punto estaba un poco confundido, Jay me había hecho pedir trabajo y ahora quería que lo dejara, si quería dejar el empleo pero no esperaba que Jay me lo pidiera, ni siquiera estaba esperando a que mencionara algo al respecto. Es decir... Yo no tenía que hacer lo que Jay me dijera, pero de algún modo lo estaba haciendo, porque yo sentía que desde ese momento yo tenía el permiso para renunciar.

"Cumpliste la parte del trato, conseguiste un empleo, ya no tienes que seguir en él"

"Ah...No quiero renunciar" Aunque si quería renunciar.

"odias ese lugar"

"si, pero no quiero renunciar" Suspiré. "Me gusta tener un lugar donde no soy solo la pareja de Jay, solo soy... el chico del café."

"Eso no es mejor que ser la pareja de Jay"

"No, pero es un avance para mí."

"oh..." Jay apartó su mano de Converse. "Entonces yo dejaré mi trabajo"

"¿para que? ¿quieres matarnos de hambre a mi y a Converse?" me reí un poco. Jay ni siquiera me miró. "Mi sueldo no sería suficiente."

"Estaría contigo."
 
No supe que sentir al respecto. Jay quería estar conmigo, o solo quería que la gente nos viera juntos, seguramente había otra revisa de chismes sacando erradas conclusiones de un falso separamiento, lo que podía ser posible porque yo no leía las revistas o veía noticias en internet desde que comencé a trabajar. De cualquier modo no me alegre, porque estaba acostumbrado a decepcionarme y por lo tanto cansado de ello.

"Podemos salir juntos mañana." Dije sin animo. "Para que nos vean juntos"

"No quiero que nos vean juntos"

"¿entonces?"

Jay no respondió. Giré un poco para mirarlo, la sala estaba oscura y apenas podía ver gracias a la luz de la ventana, la piel pálida de Jay y sus ojos puestos en cualquier otro lado de la habitación no me dijeron nada al respecto. Jay era indescifrable, tan confuso y revuelto como un laberinto en medio de la noche. Estaba perdido en Jay, porque yo podía entender a SuNoo, podía entender a JaeYoon y podría entender a SungHoon, pero yo no entendía a Jay.

Jay estaba tan alejado de mí, pero el hilo nos unía y me hacía querer atraparlo, llegar hasta él siguiendo aquella línea roja como hice años atrás. Quizás nunca encontré a Jay realmente, quizás yo no llegue a él cuando teníamos quince. Me sentía solo.

"Solo quiero estar contigo" Respondió dejándose caer contra mí, obligándome a soltar a Converse para atraparlo. "Te extraño"

Era mentira.

"¿Qué intentas hacer?" le pregunté sin apartarlo de mí, Jay solo parpadeó. "Eres bueno actuando, pero yo soy tu pareja, soy el único que puede ver atreves de ti."

Jay me miró, sus preciosos ojos por fin encarándome sin ninguna emoción en ellos. Yo sonreí, porque amaba cuando me miraba, cuando solo yo existía para él.

"Terminé." Dijo Jay, tan sincero como solo él podía serlo. "No tengo más, llegué a donde tenía que llegar, hice lo que tenía que hacer. Terminé. Y no me provocó nada. No soy feliz, tampoco estoy triste...Pero hay algo." Levantó su brazo justo frente a mí. El hilo estaba enrollado con fuerza en él. "fallé."

"¿Cómo puedes fallar siendo exitoso?" pregunté tomando su brazo. Sentí el hilo sobre mi cuello.

"¿de que te sirve ser exitoso si no eres feliz? ¿de que te sirve si no puedes sentir nada? Pensé que mi vida se trataba de mí, porque despues de todo era mi vida, pero no. Jamás se trató de mí."

"Jay, claro que tu vida se trata de ti."

"No. Se trató de mi madre criando a un niño actor, se trató de las chicas adulando a un actor, de los productores consiguiendo un buen actor. Se trató de todos, menos de mí."

Yo le sonreí.

"Jay... si yo escribiera la historia de mi vida se llamaría así; Jay."

Jay era un nombre perfecto, el indicado para mi pequeño mundo. Yo lo amaba, y lo odiaba, y sufría por él, y era capaz de ser feliz por él. Era triste pensar que mi vida no me pertenecía, que solo era un actor más en la de otras personas, que aunque yo estuviera siendo yo en realidad no era nadie para el mundo. Solo para Jay.

Yo no era de Jay, yo era como él.

"¿y cuál es el final?" preguntó.

"El que nosotros decidamos"

Jay se sentó apartándose un poco de mi, se sentó de piernas cruzadas sobre el sofá y se inclinó. Me besó sin necesidad de pedírselo, sin que fuera para las cámaras o para las personas. Ahí solos en la habitación donde no existía nada más que un pequeño gato vagando por el lugar. Sentí el hilo aflojarse sobre mi cuello, pero no me importó, yo solo quería sentir a Jay besándome porque quería hacerlo.

Jay había terminado. Y yo también. 

jay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora