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Capítulo 26:

De todas las situaciones posibles nunca había imaginado esa: ser besado bajo la lluvia. Ese beso tan cliché de tantas películas e historias, ese beso que nunca espere tener la oportunidad de recibir, y mucho menos por parte de Sunoo.

Mantuve mis ojos abiertos con temor a cerrarlos y que todo fuese solo una alucinación.

Las gotas caían sobre nosotros mojando nuestra ropa y todo a su paso.

Mis lágrimas se perdían en la lluvia, al igual que la de Sunoo.

Él separo sus labios de los míos y abrió los ojos. Me observó sin expresión alguna, antes de por fin cuarbar sus labios en una sonrisa y volver a juntar sus belfos con los míos nuevamente.

Todo eso no estaba bien. Se suponía que él debía odiarme, aborrecer cada parte de mí. Se suponía que él no me quería más. No debía besarme, no debía sonreírme, no debía mojarse bajo la fría lluvia por mí. Yo tampoco debía dejar que el me besara, estaba mal. Se suponía que Sunoo estaba con Jimin, no era correcto.

Pero si no era correcto, ¿por qué estaba disfrutando tanto su beso?

Y lo hice, lleve mis manos a su cintura y lo apegue más a mí. Ladeé mi cabeza y profundicé el beso cerrando mis ojos, seguí el compás de sus labios y moví los míos.

No importó lo demás, no importó nuestra separación, no importó nuestra pelea, mis lágrimas y sus lágrimas, mis cortes y nuestro sufrimiento. Todo dejo de importar cuando unió sus labios con los míos. 

Cuando nos separamos por falta de aire, Sunoo junto su frente con la mía.

—Te extrañe.

Esas dos palabras bastaron para que abriera los ojos.

Él sonreía, su sonrisa era hermosa y tranquilizante. No tenía idea de porque sonreía, pero era feliz viendolo.

—¿Tú me extrañaste?—abrió sus ojos lentamente y me observó con lágrimas en los ojos—¿Lo... Lo hiciste, Ni-ki?—dio un paso atrás.

—Yo...—Sunoo bajo su mirada al suelo, más lágrimas salieron de sus ojos y sus sollozos se perdieron en el sonido de la lluvia y lo pocos autos que circulaban—Aún te extraño.

Él levantó su cabeza y me observó, di un paso adelante y está vez fuí yo quien tomó sus mejillas y unió nuestros labios.

La lluvia y el cielo nublado, fueron los únicos testigos de nuestro encuentro y lo que sucedió.

                         [...]

Lo observe de reojo. Sun Woo caminaba cabizbajo y con la capucha de mi chaqueta sobre la cabeza.

Nuestros pasos eran lentos, uno junto al otro, mientras nuestras manos rozaban.

La lluvia seguía callando incesantemente sobre nosotros, pero poco nos importaba seguir  mojando nuestros cuerpos.

—¿Aún vives ahí?

—¿Disculpa?—pregunté prestando esta vez más atención a sus palabras.

—¿Aún vives frente a mi casa?

—Si, aun soy tu  vecino—deje de observarlo para llevar mi mirada al suelo.

—¿Vas a casa? ¿en este momento, vas a casa?

—Si... ¿y tú?

—También—se detuvo, yo hice lo mismo—Oye...

—¿Estás bien?

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