CAPÍTULO 5

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—Nada más y nada menos que 25cm —cito sus palabras.

—No me jodas, nos mide lo mismo.

—Pensé que media menos —digo sin darle importancia al asunto.

—¿Cuando esta erecta nos medirá lo mismo?

—No lo sé, no soy urólogo —respondo y guardo la regla en el cajón del escritorio.

—Debemos ponernos un apodo en honor a nuestros 25cm.

—¿Estás escuchando las estupideces que dices?

—Sabes ayer cuando estaba con Sam, note que le crecieron los pechos —comenta como si fuera su madre.

—¿Que hacías mirándole los pechos?

—Siempre le miro los pechos, por eso noté el cambio... —paciencia Alessio me digo a mi mismo— ... y su culo también creció.

que gilipollas, no le pegues es tu hermano.

—¿Ahora te dedicas a ver el crecimiento de los pechos y las nalgas de las mujeres?

—No, solo los pechos y las nalgas de Sam —responde con una sonrisa.

—Gracias Aarón —dice Sam cuando entra sin tocar.

Tiene la maldita costumbre de siempre estar husmeando todo.

—Mi culo creció es verdad, pero no note el cambio en mis pechos —vuelve a tomar asiento a su lado y Aarón la repasa una vez más.

Es la misma mierda de esta mañana.

—Si quieres puedo encargarme de que sigan creciendo —le dice Aarón.

—Gracias, pero los prefiero así.

¿Qué mierda me perdí?

—¿Quieren cervezas o café? —pregunto sarcástico.

—Una cerveza —responde Sam.

—Lo mismo que ella —dice Aarón.

—Genial, ahora díganme que mierda se traen ustedes dos —me levanto a buscar tres latas de cervezas en la parte trasera de la oficina, donde hay un mini bar que Arthur insistió en poner.

—Nada —responden al mismo tiempo.

A mi no me engañan.

—Claro, y yo soy Iron Man —le entrego una lata a cada uno.

—Enserio, no tenemos nada —responde Sam mientras intenta abrir su lata.

—Nunca aprendes —la regaña Aarón y le abre la lata.

Siempre hacen los mismo.

—El que no aprende eres tú, ¿Qué tanto me miras el cuerpo? —le da un sorbo a su cerveza.

—¿Ahora no puedo mirarte? —responde él enojado.

Y aquí vamos de nuevo.

—¡¿Acaso yo ando mirando tu pene?! —le grita.

—¡Eres libre de mirarlo las veces que quieras!

—Par de idiotas —digo por lo bajo.

Sam se acerca a desabrochar el botón del pantalón de vestir de Aarón, y él no la aparta sino que la ayuda bajándose el cierre el mismo.

—¿Qué mierda hacen? —pregunto confundido.

—¡Voy a mirar su pene! —me grita enojada.

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