CAPÍTULO VIII

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Allí estaba frente a la puerta, detrás de la coordinadora, Leonela Rickford, vestía una camisa bordada con el nombre del centro de capacitación y un pantalón de mezclilla de color azul, Aaron había quedado sin palabras, jamás se imaginó que mandarían a una persona, que a primera instancia y por el pasado que cargaba, emanaba miedos, prejuicios, nervios y ansiedades, pero que Montealegre proyectó con alguna certeza que las cosas en su empresa iban a cambiar, más no sabía si para bien o para mal.

- ¡Buenos días licenciada! Es un gusto volverla a ver, desde la última reunión comitiva que no nos volvemos a topar. – Dijo Montealegre con alta emoción para romper aquel silencio tan inquietante del momento.

La coordinadora del centro presentó a Leonela Rickford frente al personal que se encontraba en la sala de juntas, y les explicaba que ella sería quien asistiría a Aaron por órdenes del ingeniero Montealegre.

El personal recibió con fervor aquella visita de la coordinadora y las secretarias de Montealegre volteaban a ver a Aaron, pues su rostro volvía a retomar algo de color, se secreteaban entre ellas pues sabían cómo era él.

Montealegre divisó el comportamiento de las secretarias y de igual manera miró a Aaron que se encontraba atento a la presentación de la coordinadora, y por instinto mismo solo movió la cabeza de manera desaprobatoria hacia Aaron.

La coordinadora procedió a retirarse con Rickford para iniciar la semana siguiente su intensivo en la empresa de Montealegre.

La reunión de la sala terminó y procedió a retirar a todos y todas, a excepción de Aaron, pues quería hablar con él al respecto.

- ¡Te eh notado algo atento a la nueva chica! ¿No es así Aaron? – se dirigió a Aaron obligándolo a dialogar.

- ¿Qué? ¿Cómo? – parecía distraído Aaron.

- ¡Hay, Aaron! No cambias muchacho, te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir, hay unas líneas muy delgadas que divide o las relaciones dentro del trabajo: la relación laboral en la empresa y la relación sentimental dentro de la empresa. ¿Acaso no oíste a la coordinadora? Es una mujer muy ocupada en otros asuntos, debes concéntrate en tu trabajo y dejar que otros hagan el suyo. – dijo Montealegre.

- ¡Si, lo se! ¡Le pido una disculpa! No pude contenerme al momento de mirarla – respondió Aaron.

- ¡Aaron! Concéntrate, el evento patrimonial es dentro de cinco meses una vez terminado el periodo, ella dejará de trabajar con nosotros, ¡no te ilusiones con alguien que no estás seguro hasta donde llegarán! Te lo repito una vez más, después del evento, terminará su asistencia. Encárgate de capacitarla, de hablarle de nosotros y de los demás ejecutivos, no te distraigas con tonterías y haz tu trabajo, si te solicité una asistente es para que te ayudara con los preparativos, recuerda que eso me dijiste ¿Lo recuerdas, Aaron? – Dijo Montealegre con tono recto.

- ¡Si, no se preocupe! Me concentraré en el evento – dijo Aaron, pero Montealegre no se notaba del todo satisfecho con esa respuesta.

Montealegre habló de los puntos que debe tratar con Rickford apenas inicie y las funciones que hará durante su estancia en la empresa, entre tantos puntos, le reafirmaba mucho lo principal, no mezclar lo laboral con lo sentimental.

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