12. Los lazos de la batalla

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El folleto de la academia quizás no decía que habría "comodidad máxima para los estudiantes", pero lo que sí decía era que los cadetes serían alimentados correctamente por los altos estándares de la cocina militar. A pesar de ser una academia militar, también era una escuela preparatoria y debía alimentar correctamente a los jóvenes en crecimiento y mejora constante.

Y es por eso que para cada pelotón, ofrecen un bufé del cual elegir solo durante la tarde. Pero la gran variedad de alimentos en el establecimiento saciaba las ansias alimenticias de cualquier adolescente con hambre. Había teriyaki, ramen, udon, soba, tonakatsu, katsudon, tempura, sashimi, sushi, entre muchos más.

Así que sí: Quizás el desayuno era lo más duro, pero la hora de la comida era un manjar total.

Los cadetes de un pelotón estaban forzados a comer en una gran mesa donde tendrían que tener un convivio de manera forzosa. Los cadetes al principio se sentían incómodos y bastante distanciados unos con otros, pero cuando pasaron las semanas, muchos de ellos ya no podían vivir sin la existencia de sus demás compatriotas.

Era la oportunidad perfecta del pelotón 1-A para poder conocerse mutuamente, formar lazos y volverse realmente un equipo de cadetes con aspiraciones increíbles.

—¡Oh, sí...! —Midoriya se quedó petrificado cuando se dio cuenta de que ese grito lo había dicho en voz alta, llamando la atención de muchos de sus compañeros, debido a su euforia por formar lazos con los demás. Su rostro se enrojeció y se encogió por la vergüenza. Katsuki solo rodó los ojos y siguió comiendo de su tempura.

Momo se sintió bastante avergonzada por la actitud de su compañero sargento, soltando un aire de pena ajena. El pelotón comía y comía sin parar, mientras que Midoriya lo que más deseaba sobre todo era que interactuarán y no solo comieran. Aunque no quería ser grosero e interrumpirlos durante su comida, así que básicamente estaba en una encrucijada donde cualquier salida saldría mal para él.

Uraraka vio a su compañero sonrojado y tras comerse su teriyaki, decidió dar el paso antes que Midoriya.

—Entonces... chicos, ¿cómo creen que serán las próximas prácticas? —preguntó Uraraka, iniciando el tema de conversación. Izuku salió de su bola de vergüenza. Los demás cadetes lo pensaron un poco.

—El general Aizawa dejó muy en claro que cada práctica será cada vez que peor que la anterior, así que supongo que tendríamos que adaptarnos y prepararnos para lo peor —dijo Kyoka, mientras bebía de su soda.

—¡Aghh! ¡El general es muy cruel con nosotros! —lamentó la alegre Mina Ashido, que estaba aterrada con la idea de sufrir otra de esas prácticas mortales y tan despreciables.

—Es su deber. Si nos trata como princesitas, moriremos en campo de batalla. Si nos trata como soldados, sobreviviremos en la batalla. Así de sencillo —sentenció Bakugo, mientras mordisqueaba su sushi.

—¡Pero sigue siendo muy duro...! —dijo de nuevo Ashido, bastante cansada.

—¡No te quejes, Ojos de Mapache! —gritó Bakugo, harta de su actitud. Kaminari contuvo una carcajada.

—¿Cómo la llamaste? —preguntó Denki, aguantándose la risa por el apodo que le había dado a su compañera.

—Kat-Boom tiene una costumbre por poner apodos a la gente —explicó Uraraka, con una expresión tranquila a diferencia de la de su compañera.

—¿Tú por qué lo llamas "Kat-Boom", Uraraka? —preguntó Tsuyu.

—Solo le regreso el favor. Si él puede ponerme un apodo, ¿por qué yo no a él? —dijo la castaña, encogiéndose en hombros.

Izuku Midoriya: El Primer MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora