15. Época de tormenta

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Finales de mayo, a nada de comenzar junio. A los cadetes del pelotón 1-A se les había comenzado a dar atención recurrente para lidiar lo sucedido en el ataque de semanas atrás, siendo unas pocas sesiones que habían sido de buena o nula ayuda.

Todos los pelotones habían estado teniendo adiestramientos más apresurados y más vigorosos, siendo que la amenaza Decepticon necesitaba soldados preparados y capacitados para la batalla, y no solo cargas para los generales. El pelotón 1-A estaba del todo seguro que quería sobrevivir a los próximos ataques, porque era claro que habría más ataques, y sabrían que correr y esconderse ya no sería una estrategia óptima para la victoria.

Pero la fortaleza no se conseguía de la noche a la mañana, y esa era la motivación que los obligaba a entrenar.

—¡Salto, esquivo y remate! ¡Otra vez! —sentenció con fuerza Ironhide, examinando a los cadetes que entrenaban con robots de prueba que simulaban a los Decepticons en pleno campo abierto. El cielo estaba nublado, con posibilidades de lluvia y tormenta eléctrica.

Los jóvenes soldados repetían el mismo ejercicio una y otra vez, queriendo perfeccionar el asesinato en contra de los enemigos de los Autobots.

Los Decepticons eran diferentes a los robots de prueba, pero de igual manera, gracias a estos sabían qué puntos atacar para dejar a las verdaderas amenazas inmovilizadas:

Ojos, manos y piernas: Al quitarles los ojos les impediría el disparar o atacar con certeza; sin brazos no podían usar sus cañones o armamentos más poderosos y sin piernas evitaban que huyeran de la batalla para que los generales o ellos pudieran asesinarlos.

Si lograban atacar en esas tres simples áreas, vencer a los Decepticons sería pan comido. Igualmente tenían una ventaja: Eran pequeños y escurridizos.

—¡Cadete Todoroki, trabaje en equipo, no haga todo por su cuenta! —regañó el general Autobot al bicolor, que refunfuñó al oírlo. Mina y Kirishima solo suspiraron: Odiaban que los emparejaran con él—. ¡Cadete Bakugo, deje de atacar en el torso, si solo usa un mismo movimiento podrán saber qué harás y serás carne muerta!

—¡Sí, general! —contestó el rubio, al alejarse y acoplarse con Ochako y Midoriya, sus compañeros de ataque—. ¿Alguna táctica de ataque, Izuku?

La mirada del pecoso se hallaba perdida entre el espacio y el tiempo, para luego reaccionar tras un golpe en la cabeza de Uraraka.

—¡Ah! ¡¿Qué?! ¡¿Qué sucede, a quién golpeo, qué...?!

—Izuku, dime por favor que has estado durmiendo bien —pidió la castaña, al ver la reacción de su compañero.

—¿En serio crees que ha dormido bien? ¿No le has visto las bolsas que carga en esos ojos? ¡Ya parece mapache! —Se burló el rubio, para recibir un puñetazo por parte de su amiga—. ¡Auch!

—L-Lo siento, Uraraka... —susurró apenado, mientras se tallaba los ojos—. Las pesadillas no se han ido y no he podido pegar bien el ojo, lamento defraudarte. —La chica suspiró ampliamente.

—Te perdono, Izuku. Pero tienes que tratar de prestar atención. En medio de las prácticas puedes acabar...

—¡¡Cuidado!! —Bakugo empujó a Uraraka y a Izuku a un lado, acabando arriba sobre los dos—. ¡¿Pueden dejar los sermones a un lado?! ¡Ahora mismo seguimos en práctica!

—¡S-Sí! —pronunció el chico de pelo verde. Se levantó junto a sus compañeros y enfocó su mirada en dirección al robot de prueba—. Bien, tengo un plan: Kacchan, apunta a las piernas con tus explosivos y ataca inmediatamente cuando yo me lance a distraerlo. Uraraka, ¿crees poder crear un campo anti-gravitacional lo suficiente para elevarlo un poco en el aire?

Izuku Midoriya: El Primer MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora