19. La verdad en la sangre

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«Mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos aún más cerca», así decía la célebre frase, que hacía que Midoriya se siguiera cuestionando: ¿Todoroki era su amigo... o enemigo?

Su primer encuentro fue cuando casi chocaba con él en la entrada de la academia. Ahora, eran compañeros, o más bien, eran forzados a serlo. Se trataba de dos caras de la misma moneda, si se colocaba a perspectiva.

Uno, abierto y una parte esencial para el pelotón. Otro, cerrado que se comportaba como el lobo solitario en la manada.

Todoroki escondía muchos misterios, como el origen de su cicatriz. Abarcaba gran parte de su rostro y parecía como si un gran oso pardo la hubiera arrancado de la carne. Más de una vez lo habían visto rascándose la cicatriz, como si tratara de arrancársela o librarse de ella.

Un recuerdo permanente, de un suceso pasado.

—Oye —Izuku alzó la mirada, topándose con Todoroki, que lo miraba detenidamente. Midoriya le devolvió la mirada, y por primera vez en todo su hospedaje de academia, sintió como chispazos salían de sus ojos e impactaban contra los de Todoroki.

Solo había visto ese tipo de combate entre Ochako y Bakugo, solo que esta vez, era más bravo y violento.

—¿Qué se te ofrece, Todoroki? —preguntó el pecoso.

—¿Puedo hablar contigo en privado, sargento...? —Izuku miró a sus compañeros en la mesa, y muchos desviaron la vista para no meterse en la plática. Momo lo miró a los ojos y le hizo una seña para que fuera con él, para que averiguara de qué se trataba.

A regañadientes, tomó la decisión de ir con él. Se aislaron de todos, entrando en los baños para que hubiera privacidad. No había nadie más que ellos, por lo que el asunto que Todoroki quisiera tocar, sería tomado con seriedad y privacidad total.

Todoroki se recargó contra los lavamos y Midoriya contra una de las puertas del baño, estando cada uno a su distancia y sin cortar su batalla de miradas. Izuku nunca había mantenido una mirada tan agresiva tanto tiempo en su vida.

—¿Y? ¿De qué deseas hablar...? —Todoroki lo miró con mucha atención, examinándolo de arriba abajo. Miró sus mejillas y brazos, compuestos en su mayoría de metal brillante.

—El metal —mencionó—. Lo obtuviste tras la evolución, al igual que tus habilidades de transmutación que hicieron que te fusionaras con tu traje.

—... Sí, ¿qué tiene?

—Entonces, lo que no me queda claro es cómo lograste dominar esas habilidades en menos de un día cuando a nosotros nos tomó casi una semana. Como si comprendieras tu Don mucho más de lo que parece... —Midoriya perdió la seriedad en su mirada, y sintió como comenzaba a sudar tras la camisa.

—N-No entiendo a lo que te refieres... —Todoroki alzó una ceja.

—¿No lo haces... o solo dices no hacerlo? —El pecoso se comenzó a sentir arrinconado, inquietándolo—. Creo que sabes más de lo que dices.

—Mi Don apareció cuando tenía cuatro, he sido un niño con Don como tú y todos los demás. N-No hay nada de raro en eso.

—No, lo raro es que digas que no sabes mucho de tu Don, como si fuera el primer año que llevas usándolo —Midoriya sintió un impacto con sus palabras. Se estaba acercando demasiado—. ¿Cómo lo llamabas... "Tranformium"?

—S-Sí —tartamudeó, tragando saliva por mientras.

—Como el término que se le puso a los cybertronianos en su primera llegada a la Tierra: Transformers. Es una coincidencia muy grande que tengas habilidades similares a ellos —Shoto se cruzó de brazos, alzando la cabeza con aires de superioridad—. Tu Don, tus gustos y hasta tu traje... Todo grita Transformers, no importa de dónde lo veas.

Izuku Midoriya: El Primer MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora