18. Gravedad y zona cero

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"Brillantes", así se les llamaban a los nuevos soldados en Cybertron. El nombre venía haciendo referencia al estado del bot: Brillante, ni abolladuras, ni pintura desgastada o rallada, recién salidos de los campos de entrenamientos.

Nuestros cadetes eran los brillantes de la Tierra, aunque no lo supieran. Hasta que obtuvieran sus primeras cicatrices de guerra, hasta que sangraran sin control, hasta que perdieran alguna extremidad u órgano en combate, seguirían siendo un par de soldados recién salidos de fábrica.

La guerra no era bonita, y no era lugar para los brillantes debiluchos. Por eso, debían dar todo lo que tuvieran al alcance, no importaba si se trataba de una victoria, o una derrota. Y, teniendo en cuenta de que el primer combatiente de la última prueba era a la general Windblade, estaban seguros de que muchos estaban considerando que sus posibilidades eran las de perder.

Muchos tenían Dones realmente destructivos y ofensivos. Pero otros no, y pugnarían para lograr hacerle frente a la general.

Según los parloteos de Midoriya, Windblade era una "CitySpeaker": Una cybertroniana que en los tiempos pasados de la guerra, podía entrar en entrelazo con los titanes durmientes de Cybertron.

Si bien, no estaban en Cybertron, el saber que la general Windblade era una guerrera que podía entrar en contacto con cybertronianos el triple de grandes que la torre de Dubái, provocaba pavor en todos los corazones.

—Oye, ¿estás nerviosa? —preguntó su amigo de pecas.

—Ah... —Uraraka trató de organizar sus palabras tras la explicación que Midoriya les dio sobre la general Windblade. Estaba absorta en sus imaginaciones, que creaban los distintos de futuros en los que ella perdería—... No. Un soldado nunca debe tener nervios.

—Un soldado no debe mostrar tener nervios. Tenerlos es normal. —objetó Yaoyorozu.

—Sí, es normal tenerlos, es decir, todos aquí los tenemos. O sea, ¡vamos a enfrentar a Autobots de verdad! —exclamó Mina, tratando de hacerlo sonar como juego de niños. No lo logró.

—Creo que lo que Mina trató de decir, es que es regular pensar que no lo vamos a lograr. Pero, si sobrevivimos a un ataque Decepticon, podremos con lo que sea —proveyó Kyoka, con la cabeza recostada sobre sus antebrazos en la mesa. Todos comenzaron a apoyar a Kyoka sobre su comentario, menos Kaminari, que durante toda la carrera y los desafíos había estado bastante silencioso.

Se estaba volviendo loca: Hasta había comenzado a querer que volviera a ser el molesto de antes en vez del chico callado del fondo. A ese paso, se volvería un segundo Todoroki.

—El punto es, que nunca estaremos seguros qué pasará. Pero te recomendamos que obtengas la victoria —Kirishima le dio una sonrisa cordial a Ochako. Mina, siguiendo el ejemplo del caballero de melena ardiente, también le dio una sonrisa: Así se elevaba en espíritu, sabiendo que todos tus conocidos estaban apoyándote de cerca.

Una mano se posó sobre el cabello de Uraraka revolviéndole el cabello. Bakugo y Uraraka se miraron a los ojos, con el primer mencionado sonriéndole.

—Da lo mejor.

Un altavoz se activó en la sala de espera:

—Cadete Ochako Uraraka, preséntese a la sala de simulación.

—Te toca —Bakugo le quitó la mano de encima y estiró su puño hacia ella—. Muéstrale a la general quién es la reina de los cielos.

Ochako contempló el puño del cadete, y sin cuestionar lo correspondió, haciendo un efecto de explosión del cual rio. Pronto, la castaña se fue alejando de su amigo de ojos escarlata, encaminándose hacia la puerta de la sala de simulación. Al desvanecerse tras cruzarlas, dejó a Bakugo con un remolino de inseguridad.

Izuku Midoriya: El Primer MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora