16. Las pruebas Autobot

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Siempre había sido hombre y máquina, pero para ese momento, ya era más máquina que hombre. Cuando su Don fue evolucionado a nivel celular, su cuerpo se volvió un cuarenta por ciento de metal, que cubría parte de sus brazos, de su espalda y sus piernas. Mientras se duchaba, podía apreciar con mayor detalle su cuerpo.

Pasaba los dedos de su mano sobre su bíceps izquierdo, tocando la carne y el metal del cual se pasaba: Era extraño, no parecía que el metal se hubiera implantado de forma violenta sobre la carne, más bien, parecía que la carne se iba volviendo metal.

Se preguntaba, que si así se veía por fuera, cómo sería por dentro. Cabía la posibilidad de que sus huesos o sus venas ahora fueran de acero y en vez de sangre llevarán Energon. Era... irreal. Tras haberse enjabonado en la ducha, se metió en la bañera, donde se sumergió hasta la nariz.

El agua caliente lo apaciguaba de alguna manera, pero sus pensamientos lo absortaban, como restos comida en la cañería del lavaplatos. Pensamientos sobre las prácticas, sobre los Decepticons, sobre sus amistades... sobre las pesadillas. Seguían atormentándolo, haciendo que sus ojeras se volvieran cada vez más grandes.

Tenía sueño, inclusive en el agua. Se sumergió un poco más en la bañera y cerró los ojos, dejándose llevar por ese sentimiento de calma y serenidad que le daba.

Sintió como un chispazo recorría por su cabeza, haciendo que sintiera una rápida punzada. Más, no abrió los ojos y se siguió sumergiendo en aquellas profundas aguas, que parecían un abismo sin final. Sintió varias presencias escabulléndose en el agua, como sombras sin cuerpos a los que pertenecer.

Otra punzada, esta vez más brusca que la anterior. Apretó los dientes y las sombras se siguieron acercando, como depredadores a una indefensa e inmóvil presa. Una tercera punzada fue suficiente como para hacer que gritará bajo el agua, dejándolo soltar burbujas que flotaron hacia la superficie.

Abrió los ojos con lentitud... para ver pares de cuencas oculares brillantes, que centelleaban de rojo a pesar de su inmensa oscuridad. Izuku se atragantó con el agua y se levantó de la bañera, tosiendo y tratando de recuperar aire. No se había dormido, más bien había tenido una pesadilla mientras estaba despierto.

Eso no tenía sentido, por lo que solo negó la cabeza, intentando reaccionar. La pesadilla siempre era la misma, pero en diferentes lugares: Sombras de ojos rojos que trataban de acercársele. Siempre despertaba justo cuando estaban frente a él, como un instinto de defensa para que nunca lo alcanzaran.

No entendía por qué de repente había comenzado a soñar con esas sombras y por qué tan continuamente. Estaba empezando a tener miedo, sobre lo que podrían significar... Cabía la mínima posibilidad, de que esas sombras simbolizarán a más mestizos. A eso le tenía miedo: A que hubiera más como él que no pudieron huir de las garras de los Decepticons

No quería que más armas llegarán a la Tierra. No quería que él se volviera un arma... No deseaba lastimar a sus amigos y personas cercanas.

Solo, en la bañera, abrazó a sus piernas, mientras que lágrimas se escurrían sobre sus mejillas, siendo invisibles ante las gotas de agua de la bañera que se escurrían de su cabello.

Tenía miedo de que todo lo que tardó en construir... fuera destruido en un par de segundos.

(. . .)

—¿Las qué cosa?

—Las "pruebas Autobot". Una estrategia ideada por el director sobre un distinto grupo de pruebas para que los demás cadetes de la academia se acostumbren a las circunstancias que ustedes vivieron en la USD —explicó el general Aizawa, ya completamente sano tras semanas de reposo—. Las pruebas serán peligrosas, por lo que deberán trabajar de forma coordinada y evitar que ninguno se quede atrás, porque si alguno lo hace, dense por muertos.

Izuku Midoriya: El Primer MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora