¿Una pesadilla? Él
¿Un sueño? Ella
¿O era al revés?
No lo sé, pero lo que si era seguro al verlos, era su obsesión por el otro.
Serás mía por todo la eternidad.
Aunque eso signifique que tenga que destrozarte y armarte a mi antojo una y otra vez.
Y...
¿Prefieres el dolor en la entrepierna por sexo salvaje o en tu corazón sin importancia?
Piénsalo, estorbo.
-Malcriada
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23 de diciembre 16:30 P.M
Sentada en un taburete de madera. Mirando al papel posado en mi escritorio, intentando que alguna idea saliera de mi mente. Quería que el blanco dejara de reinar en aquella hoja y que algún dibujo a lápiz cobrara vida en ella, pero nada salía de mi cabeza. Mi escritorio de madera oscura adornado con papeles hechos una bola. Ellos eran bocetos que rechacé minutos atrás, lápices de distintos tonos de grises los acompañaban porque los colores no me gustaban.
Que desastre soy.
Solté el aire de mis pulmones rendida ante mi escasa imaginación del momento y deje caer mi cabeza ante el escritorio dejando a mi nariz ahogada ante el olor característico de la madera. Levanté mi mano hasta el pequeño parlante a mi lado y subí el volumen de la canción.
— Everybody's looking for something (Todo el mundo está buscando algo)... Some of them want to use you (Algunos de ellos quieren usarte)... Some of them want to get used by you (Algunos de ellos quieren ser usados por ti)... —canté intentando que esa estrofa me diera algún impulso para crear algo, pero de nada sirvió—. Some of them want to abuse you (Algunos de ellos quieren abusar de ti)... Some of them want to be abused (Algunos quieren ser abusados)...
Dando leves toques con mi frente a la fría madera siguiendo el ritmo de Sweet dreams con mis ojos cerrados empecé a sentir esa sensación que me acompañaba desde niña, la sensación de sentirme observaba. Mis fosas nasales comenzaron a detectar un olor a circo, esa mezcla de pochoclos y pirotecnia.
Sin moverme de mi posición, abrí mis ojos levemente mirando de reojo como una neblina negra comenzaba difuminarse, él estaba ahí, observando como siempre.
18 años observándome.
Detalle mis grandes muslos con algunas estrías, celulitis y cicatrices viejas de diferentes tamaños y proporciones. Mi piel blanca resaltaba aún más con la ropa interior roja, note que mis pezones se pusieron duros debajo de la remera gris básica.
Tantos pensamientos que me genera su mirada trastornada, la piel de mis piernas se cubrieron lentamente por un escalofrío, cerré los ojos nuevamente suspirando.
Sentí una presión fría en mi espalda, cubriendo cada centímetro de ella, algo duro que se pegó a mí. Algo duro e inhumano.
A regañadientes abrí mis ojos, levantando mi cabeza dejando que una pared llena de mis dibujos a lápiz sea mi panorama, no me gire para verlo, solo me quede ahí, con una sonrisa caprichosa en mis labios. En mi antebrazo que yacía apoyado en el escritorio comenzó a ser cubierto por unas garras negras gruesas, afiladas de unos veinte centímetros cada una. En donde debería haber dedos, existían esas armas mortíferas, como todo lo que él presentaba, maldad. No me dañó, solo dejó su letalidad envuelta en mí, dejándome diminuta y frágil.
