¿Una pesadilla? Él
¿Un sueño? Ella
¿O era al revés?
No lo sé, pero lo que si era seguro al verlos, era su obsesión por el otro.
Serás mía por todo la eternidad.
Aunque eso signifique que tenga que destrozarte y armarte a mi antojo una y otra vez.
Y...
¿En serio pensaron no tener ningún adelanto antes de las fiestas?
¡FELIZ NAVIDAD, BASTARDO!
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25 de diciembre 04:44 am
—¡Ya! ¡Silencio, Lowen! ¡Me hartas! —exclamé entre dientes conduciendo hasta el interior de mi garaje.
El muy imbécil del bufón que conseguí como falso novio se emborrachó.
Y ese mismo imbécil está riéndose por cosas que no entiendo, cosas que no me importan, —él no me importa—, pero ¿por qué lo elegí viviendo entre muchos niños bonitos, mimados y ricos sin nada de oscuridad que realmente me atraía? Porque, siendo sincera conmigo misma, el colorado tiene una habilidad interesante con sus manos.
Esperé con una mano en el volante y la otra en la palanca del auto que el portón eléctrico se abra por completo. Golpee mis uñas contra la superficie de la palanca impaciente. Impaciente porque tengo una conversación pendiente —Y no cualquier conversación— con un payaso con colores y felicidad inexistentes.
Ese era mi payaso.
Ingresé apenas la luz verde del portón se encendió permitiéndome acceder a mi garaje, haciendo rechinar las ruedas de mi bugatti chiron grise, un auto tan glamoroso como yo. Miré por el espejo retrovisor la oscuridad absoluta del lugar apenas apague el motor. El ruido del bosque nocturno me acogió "Mi dulce y abandonado hogar". Deleité tres autos de lujo estacionados uno junto al otro, el mío, el de mamá y el de Lowen.
—¡Pero es que la comadreja!... ¡No entró al... — estalló el pelirrojo a carcajadas—. ¡No entro al agujero!...
Apreté mi lengua entre los dientes y baje del auto dando un portazo.
Qué vergüenza me dan los humanos. Mientras yo daba la vuelta para llegar a su lado y bajarlo del auto, la irritante voz de un borracho, exclamó:
—¡¿Por qué tan malhumorada, bebé?! ¡Saca ese ceño fruncido de tu bello rostro! ¡Las niñas bonitas no se enojan!
Le proporcione una falsa sonrisita abriendo la puerta del auto. Hice enrollar su bazo en mis hombros para estabilizarlo.
—Tienes razón...las niñas bonitas como yo...—ensanché mi sonrisa mostrando cada uno de mis dientes perfectos—. Fingen.
Pero por supuesto que Lowen no prestó atención a mis palabras y continuó con su parloteo:
—Tu garaje da miedo, ¿Qué clase de persona es tu madre para elegir construir su casa en la zona más alejada y elevada con el bosque detrás? Hasta creo haber escuchado una carcajada...
