¿Una pesadilla? Él
¿Un sueño? Ella
¿O era al revés?
No lo sé, pero lo que si era seguro al verlos, era su obsesión por el otro.
Serás mía por todo la eternidad.
Aunque eso signifique que tenga que destrozarte y armarte a mi antojo una y otra vez.
Y...
Gracias a la canción que está de inicio, que la escuché una noche de navidad hace un par de años... cree esta historia, agradezcanle.
Porque sin ella, mis párrafos no se sentirían tan reales.
Disfruten este 26 de diciembre...con la tensión que se merecen, mis lectores de lo oscuro.
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Narrador ¿?
El 25 de diciembre se celebra la fiesta más esperada por la humanidad.
La familia unida, el amor tan predominante como siempre, los niños se divierten entre sí, esperando sus regalos con ilusión. Y como ignorar a la oscuridad que se esfuma gracias a las incontables luces que adornan e iluminan hasta el alma más malévola.
Excepto a una.
La mansión gris ubicada en una elevación de tierra. Con la vista al bosque, que para dirigirte hacia sus muros...—deberías estar enfermo para ir al lugar en donde nadie se atrevería a pasar—...llenos de donosura, debías pasar por una lúgubre carretera de tierra, impregnada con sombras del pasado, y de secretos cautivadores.
Pero la pesadilla se terminaba cuando llegabas a esa casa, en donde las luces navideñas que la decoraban creaban en ti paz, una paz demasiado fuerte y sospechosa para pertenecer a este mundo.
Ellos, los que atravesaban esa carretera pensaban que estaban a salvo, solo porque todo el exterior era de colores —cuanta farsa—. La imponente imagen de una mansión de una familia de millonarios te hacía sentir seguro ante tanto espíritu navideño en aquella solitaria casa en medio de extravagantes árboles negros.
Sin embargo, los gritos provenientes del interior, expulsaban cualquier sentimiento de seguridad.
Porque los demonios romantizados prevalecían ahí.
Una mujer, amante de los dibujos en blanco y negro. Una estudiante de artes. Una artista de lo erótico y sangriento bailaba por su habitación. Vestida con un pijama de satén, sexy y costoso. Danzaba con sensualidad y gloria mientras cortaba por partes un joven...que cayó en su belleza.
La joven destacaba siempre gracias a su obsesión con el gris, que hasta en su cabello lo hizo notar. Ella pisaba la sangre del suelo, dejando sus delicadas huellas sobre el piso de madera. Tomo un pincel y de los agujeros abiertos del cuerpo de su presa, apoyó las hebras manchándolo, y bailó hasta un gran cuadro y pintó.
Pintó con la sangre caliente y aún fluyente en las venas de su víctima a un paisaje. Su presa se estremecía pero no gritaba ante el acto perturbador, gracias a la auténtica creatividad de colocarle un bastón de navidad en su garganta, ahogándolo.
Malcriada coloreó a un circo, uno muy alegre para la clase de materiales con lo cual lo creaba. Un circo muy familiar y acogedor para un monstruo y la niña que crió.
