¿Una pesadilla? Él
¿Un sueño? Ella
¿O era al revés?
No lo sé, pero lo que si era seguro al verlos, era su obsesión por el otro.
Serás mía por todo la eternidad.
Aunque eso signifique que tenga que destrozarte y armarte a mi antojo una y otra vez.
Y...
Estoy bastante adormecida, así que cariño...solo sigue aniquilándome con tu amor.
—Malcriada.
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Él condenado de blanco y negro me besó.
No era dulce, no era románico. Era maligno, con el justo sabor a la miseria.
Sus besos eran la puta víspera de mi entierro, de mi esperado final.
Mis labios y los de él queriendo dominar al otro, en un furioso juego en donde el amor no existía. Y jamás debería existir. Jack sujetó con su filo mi labio inferior y clavó sus dientes con la clara intención de mezclar la desesperación y un sádico deseo en uno. Dejó que la sangre proveniente de la herida bajara por mi cuello. Su lengua grotesca, negra y muy peligrosa le siguió el recorrido al líquido, de manera lenta y tortuosa.
— ¿Qué se siente intentar reemplazarme con algo tan pequeño y débil? —murmuró entrecortadamente, agitado, ronco. Un tono de voz digno de un espectro macabro, pero tan necesitado de mí, demostrando su lado más débil, tan hambriento que volvió a estampar sus labios en los míos con bruteza, sin misericordia.
"¿Celoso, payasito?" .Lo pensé, pero no iba a interrumpir este venenoso y lascivo beso por decirlo.
—Sí, malcriada, he estado peligrosamente celoso más veces de lo que tú respiras —gruñó entre mis labios. Presionando sus garras en mi trasero con agresión, pegándome a su pecho fornido—. Eres tan deliciosa...—deslizó el índice de su filo por mi espalda, rompiendo, partiendo la remera en dos, quitándomela por completo.
Mis pechos sudorosos y adornados con manchas sutiles de sangre fueron atacados sin espera. Su boca ancha cubrió uno de los mis pezones duros, jugueteando con el, lamiendo, tironeando con la fuerza justa de no arrancarlo con su filo mortal. Los sentimientos y sensaciones se mezclaron en un poderoso éxtasis cuando sus labios negros succionaron la dureza rosada con fuerza, y lujuria incontrolable.
— Creíste que no podía leer tu mente...—susurró, subiendo con su lengua hasta mi cuello, mordisqueándolo. Su filo dental junto a la adrenalina de que podría morir por cualquier error que él cometiera, o un minúsculo movimiento mío sin aviso, me excitaba de manera peligrosa, quebrantándome internamente. Con decisión clavé mis uñas en su cuello, descendiendo por su espalda ancha, buscando desesperada quitarle ese maldito disfraz de monstruo. Jack depositando un beso húmedo en mi hombro, continuó—.Creíste que no pensaba en ti, de la manera más eróticamente perversa.
Sentí cada gloriosa gota de mis flujos descender por el interior de mis muslos.
Un gemido escapó de mis labios cuando presionó su grueso e inmenso miembro contra mi debilidad que latía solo por él. Mi culo recibió una abierta palmada, para seguir frotándome contra su dureza.
—Ese sonido que haces con tu apetitosa boca. Genera más estragos en mí... que cualquier otro grito de dolor que he provocado a lo largo de los siglos —aseguró, conteniendo ese lado de él en donde todo lo que desea, debe romperlo.
