CAPÍTULO 10

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Jueves, 3 de enero de 2012

Querida Anna, como te prometí voy a contarte lo que ocurrió al hablar con Gwen.

En cuanto llegamos de Los Ángeles cada uno se fue a la casa de sus padres, por lo que yo me fui a King George, y Gwen y Beth a Dinwiddie. Allí pasamos el último día del año 2011 y el primero del 2012.

El día 2, o sea, ayer, volvimos a la rutina. Así que por la noche, a pesar de que Gwen volvió a llegar tarde del trabajo, tuvimos la tan esperada conversación.

Ella entró a la casa como siempre. Yo estaba sentado en el sofá y aunque en un principio me miró extrañada, después volvió a la normalidad e intentó marcharse a su habitación como si no hubiera nadie.

-Gwen –le dije seriamente.

-¿Qué quieres? –pregunto ella resignada.

-¿Podemos hablar? –continúe con tono serio. Y es que cada vez que yo quería decirle algo seriamente y ella denotaba cansancio me daba pena y la dejaba tranquila. Pero esa vez no.

-¿Hablar? ¿No puede ser mañana? –ella seguía arrastrando las palabras.

-¿Mañana? –sonreí sarcásticamente- ¿Cuándo? ¿Cuándo llegues a casa a la misma hora y me vuelvas a decir que estás cansada? –después negué con la cabeza mirando hacia otro lado.

-Vale, está bien- se sentó en un sillón que quedaba casi en frente del sofá- ¿Qué quieres?

-Verás… -al fin la tenía allí, pero no sabía cómo empezar- ¿qué hiciste mientras estábamos en Los Ángeles? –ella puso cara de extrañada.

-Pues trabajar y el resto del tiempo estar aquí, ¿Por qué?

Era el momento de decirle la verdad. Pero no sabía cómo. Nunca se me ha dado bien ser directo. Pienso tanto antes de hablar que siempre me arrepiento y acabo pensando que no merece la pena o que otro momento será mejor.

-¿No saliste para nada más? –le pregunté poniendo cara de incrédulo. Ella negó con la cabeza.

-Pero ¿qué pasa? ¿A dónde tenía que salir?

-Alguien me dijo que te vio fuera- ella sacó el labio inferior para demostrar que no recordaba nada- y que te vio entrar con alguien aquí- eso último lo dije casi sin voz, porque no estaba seguro de decirlo.

Ella se sorprendió al escuchar aquello. Pero se calmó casi al mismo tiempo.

-Bueno- hizo un gesto como si no fuera algo importante- el viernes después del trabajo quedamos todos para comer en un bar cerca de aquí y Dan bebió más de la cuenta, así que le ofrecí el sofá para que no tuviera que coger el coche.

Guardamos silencio durante unos segundos. “¿Y no había nadie más del trabajo que pudiera ofrecerle su casa? ¿O que lo llevaran y al día siguiente volviera a por el coche? Y ¿Por qué no me ha contado eso antes, cuando le he preguntado si había salido a algún sitio?” La respuesta a todas esas preguntas estaba bastante clara para mí, así que no las hice.

-Está bien- le dije disimilando conformidad – ¿sabes otra cosa? –quería decirle tantas cosas. Y quería hacerlo tan brevemente…

Tu hermana me besó… y no me importó, nuestro amor se ha desgastado, se desgastó desde el momento en que decidiste irte a Yale. No nos tocamos, no nos miramos, no nos importamos. Vivimos un espejismo, y ninguno quiere ser el primero en comprobar si este oasis es cierto o estamos viviendo en medio del desierto.

-¿Qué cosa? –me preguntó ella.

Las palabras se agarraban en mi garganta desesperadamente.

-No sé… ¿por qué…? –entonces creí encontrar la forma- ¿sabes lo que hicimos en Los Ángeles? ¿Sabes lo que hice aquí mientras tú estabas en Yale? –esas preguntas no eran para que las respondiera, pero ella intentó hacerlo- ¿sabes lo que hacemos día tras día? –la interrumpí antes de que dijera nada.

-¿Qué te pasa hoy? –ella comenzó a indignarse- estás haciendo unas preguntas muy raras. Me voy a dormir.

-¿No has entendido nada, verdad?

-¿Qué quieres que entienda? –me miró con cierto asco.

-Nada… -me resigné y la dejé que se marchara.

Y hoy vuelvo a esperar a Beth para ir a entrenar en el mismo banco y en el mismo parque de siempre, ese banco desde el que te suelo escribir. Pero hoy miro hacia el horizonte y el laberinto sin salida ya no parece tan complicado.

Hoy, si todo va bien, le contaré a Beth la conversación que tuve con su hermana ayer, y le adelantaré que he tomado la decisión que debería haber tomado hace mucho tiempo. Voy a romper con Gwen.

Y puede que después de todo sigas pensando que dejar a Gwen porque un tipo me dijo que la vio entrar a su casa con un hombre sea una decisión precipitada. Pero sabes bien que no es solo por eso, sabes que la realidad es que desde hace mucho tiempo nuestra relación no tiene futuro.

Creo que ha llegado la hora de despedirme. Beth acaba de aparecer. Se avecina tormenta, querida Anna, así que me despido para siempre por si después de esta noche ya nada vuelve a ser lo mismo.

Tu Josh.

 

Viernes, 12 de enero de 2012.

Querida Anna, nada de despedidas por ahora. Ha pasado una semana y te preguntarás por qué no te he escrito antes.

Verás, aquella noche no pasó nada. Pero no por qué me arrepintiera, sino porque Gwen no apareció, de hecho, lleva sin aparecer desde entonces. Dice que últimamente están teniendo mucho trabajo y que una compañera le ha ofrecido dormir en su casa para que no tenga que madrugar y llegar tarde. Así que en estas estamos.

Al principio pensé que con esta situación mi valor se enfriaría, pero lo que está ocurriendo es lo contrario: cada día que pasa estoy más decidido a dejarla –no me gusta decir eso de dejarla. Prefiero decir que estoy decidido a abrirle los ojos para que ambos podamos ser libres-.

Solo quería contarte esto para que no te preocupes. Ha pasado tanto tiempo que cada día estoy más fuerte, así que he decidido que pase lo que pase seguiré escribiéndote.

Hasta la próxima, querida Anna, que espero que no sea muy tarde, porque estoy deseando quitarme este peso de encima.

¡Ojo! No quiero que pienses que mientras tanto estoy iniciando con Beth una relación. Ella está muy concienciada. Cuando le conté mis planes no me dijo apenas nada, tan solo que no quería entrometerse entre nosotros. Aunque podría afirmar que la vi esbozar una leve sonrisa cuando se lo conté. En definitiva, sabe que cuando la ruptura sea oficial –los dos sabemos que la ruptura real se produjo hace mucho tiempo- las cosas no cambiarán mucho hasta que las aguas se calmen, y que incluso entonces será muy complicado tener una relación normal.

No te entretengo más con mis líos. Te volveré a escribir cuando el camino sea andado.

Tu Josh.

SIN SALIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora