CAPÍTULO 5

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Antes de nada tengo que decir que he decidido llamar a mi diario Anna, en honor a Anna Frank por dos razones.

En primer lugar porque me parece que es uno de los diarios más influyentes de la literatura, por no decir el que más.

Y en segundo lugar porque después del suyo cualquier intento de realizar un diario parecerá un insulto. De manera que llamando a mi diario con su nombre pretendo realizar una sentida disculpa por intentar compartir su mismo género.

Una vez aclarado esto comienzo.

Viernes, 26 de octubre de 2011

Querida Anna, hoy he dado el paso para escribirte porque ya no aguantaba más esta angustia.

Estoy aquí sentado, en este banco, en este parque, y da la casualidad de que cuando tenga que irme tendré que elegir uno de los dos caminos que se presentan ante mí,  aun sabiendo que ninguno de los dos conduce a la felicidad, que es a fin de cuentas, por lo que nos movemos todos. Como te digo, no veo felicidad al fondo, ni nada que se le parezca, lo que veo es un laberinto. Efectivamente, los dos caminos conducen al mismo sitio, un sitio sin salida. O sea que haga lo que haga quedaré atrapado…

Voy a contarte la situación concreta mientras espero a Beth para ir al entrenamiento. Intentaré hacerlo antes de que llegue.

A Gwen y a mí se nos ha gastado el amor –al menos a mí, y a ella por lo que parece también-. No es que la odie, sigo sintiendo cierto afecto o cariño por ella, pero ya no me atrae nada, ni física ni psíquicamente. Todo lo contrario me ocurre con Beth. Es preciosa, y además coincidimos en muchos gustos.

Y tú dirás:

-Deja a Gwen y vete con Beth.

Pero no es tan sencillo. En primer lugar no sé si Beth siente lo mismo. Y suponiendo que así fuera, creo que ella tampoco querría hacerle una jugarreta de esa magnitud a su hermana. Yo al menos, no podría hacerle eso a Gwen. Pero tampoco puedo dejar de pensar en Beth. Otra vez ese dichoso pensamiento… “sin salida”.

Y luego está el tema de…

Beth acaba de aparecer a lo lejos. Seguiré contándote cuando pueda.

Tu Josh.

 

Lunes, 29 de octubre de 2011

Querida Anna, ya no recuerdo lo que iba a contarte, pero no te preocupes, seguramente surgirá mientras te cuento las nuevas noticias.

Como te dije el otro día, estaba esperando a Beth para ir al entrenamiento. En ese entrenamiento el entrenador principal me comunicó que nos han invitado a un torneo nacional de navidad en Los Ángeles. Eso es una gran noticia para todos, pues acudirán equipos de todo el país, algunos de los cuales son de primer nivel, y eso supone una motivación extra para todos.

Además podré pasar unos días sin Gwen, que cada vez está más irascible –y acabo de recordar lo que te iba a contar-.

Bueno, resulta que ya casi nunca quiere tener sexo, ella lo atribuye al estrés por el trabajo, la presencia de su hermana en la casa, la obligación de acostarse temprano porque al día siguiente tiene que madrugar, o si no, siempre tiene el comodín del dolor de cabeza… En fin, que para mí tampoco es que sea una catástrofe porque como te dije ya no me atrae mucho, pero de vez en cuando lo necesito, supongo que será cosa de la fisionomía de los hombres o algo por el estilo. No es una cosa de la que entienda mucho, la cuestión es que el cuerpo me lo pide aunque ella ya no sea la fuente de erotismo que era.

Bien, dicho esto, seguiré hablándote sobre el torneo al que probablemente asistiremos. Tranquila, sé que no te gusta el baloncesto, pero como ya te habrás imaginado el torneo tiene otra importancia aparte del básquet.

Efectivamente, será la primera vez que pueda estar con Beth a solas sin su hermana desde que empezaran a florecer mis sentimientos hacia ella. No quiero decir que eso vaya a llevar a confesarle mis sentimientos ni nada por el estilo, solo que me servirá de prueba para ver qué significan esas miradas llenas de ternura que me lanza cada día cuando ceno con ellas.

Y ahora, en último lugar, te explicaré lo de las miradas.

Como sabes, cada día después de trabajar voy a la casa de Gwen a cenar porque es el único momento del día que puedo estar con ella. El problema –aunque para mí es un soplo de aire fresco- es que Beth también cena con nosotros. Vemos la tele y charlamos. Beth y yo nos llevamos aparentemente mal: nos insultamos mutuamente, yo le riño a ella porque come cosas que no debería, ella a mí porque siempre quiero ver series que no le gustan, y en fin, por cosas de ese estilo. Aunque en el fondo todos sabemos que son meras actuaciones, y que en el fondo, nos llevamos bien.

Como te iba diciendo, el problema es que aunque sea para insultarnos, nos miramos, verás…

-¡Gwen! –llamo su atención pero ella pasa de mí porque sabe lo que viene después- dile a tu hermana que como siga comiendo hamburguesas y perritos calientes la vamos a echar del equipo –esto último lo digo mirando a Beth. Ella sonríe mientras mastica y después de tragar suelta su dardo.

- ¡No sois capaces! ¡No ganaríais ni un partido sin mí! –es entonces cuando se queda mirándome sin siquiera parpadear, y sonriendo. Gwen está mirando la tele, probablemente ni siquiera sepa lo que está pasando.

Y lo que está pasando, querida Anna, es que Beth me está hipnotizando con sus grandes ojos marrones. Lo que está pasando es que mientras mi novia ve la tele, su hermana me está enamorando sin siquiera hablar, sin siquiera abrir la boca, sin moverse, sin pestañear, simplemente manteniendo sus ojos abiertos, con un toque desafiante pero a la vez tierno y tímido. Y yo no puedo aguantarle la mirada más de un par de segundos porque tengo la sensación de que si lo hago iré hasta ella y le haré tales cosas que entonces si tendrá que dejar el baloncesto.

Y lo peor de todo, querida Anna, es que esto ocurre varias veces durante la cena. Lo peor de todo es que durante el día sus ojos se aparecen en mi mente, y cada vez que lo hacen mi cuerpo se derrumba, suelto un suspiro, trago saliva y cierro los ojos unos segundos para poder ver esa cara que me llena el corazón de tristeza y felicidad al mismo tiempo.

Querida Anna, entenderé que aún no comprendas muy bien mi situación. Y entenderé que me veas como un cabrón que está enamorado de la hermana de su novia y que sigue con ella por miedo. Pero al fin y al cabo ¿acaso no son el miedo y el amor los únicos motores del mundo? Unos hacen cosas por amor, y otros no las hacen por miedo. Veremos en qué lado estoy yo.

Tu Josh.

SIN SALIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora