CAPÍTULO 13

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Lunes,  22 de febrero de 2012

Querida Anna, el fin de semana en Chicago ha sido inmejorable. Intentaré contártelo todo antes de que llegue Beth.

El viernes por la mañana muy temprano marché para la casa de las hermanas para recoger a Beth. Justo cuando llegaba a la entrada la puerta se abrió y Gwen salió por ella. Al girarse me vio y se sobresaltó.

- Me has asustado -dijo llevándose la mano al pecho y espirando exageradamente. Después me miró y se extrañó- ¿Dónde vas?

- Vengo a recoger a tu hermana -y por la cara que puso debió recordar que me iba con ella a Chicago.

- Vaya -sonrió- veo que para vosotros no ha cambiado nada -avanzó hacia la escalera y dejó la puerta abierta. Sus palabras me hicieron dudar sobre si sospechaba algo- eso está bien -dijo mientras se perdía por la escalera. Y yo, en fin, seguía dudando, aunque sus últimas palabras me tranquilizaron.

Entré a la casa y vi una maleta en mitad del salón, supuse que era de Beth, así que me acerqué e intenté cogerla. Después me agaché para comprobar que no estaba pegada al suelo. Obviamente no estaba pegada, y tampoco me agaché para comprobarlo, solo quería que te hicieras una idea de lo pesada que era.

En unos segundos Beth asomó su cabeza por la puerta del baño.

- Hola -estaba preciosa a pesar de tener cara de sueño. Al verla pensé que quizás el que seguía sumido en un sueño era yo.

- Hola -le respondí esbozando una sonrisa- en cinco minutos viene la grúa para sacar la maleta -ella sonrió.

- Antes de que llegue estaré lista -y se escondió de nuevo, aunque su cara se me quedó grabada durante unos segundos.

Algo que me encanta de Beth es su sinceridad. Había dicho que pronto estaría lista, y eso significaba que en pocos minutos estaríamos subidos en el coche de camino al aeropuerto, como así fue. Una vez montados en el avión solo tuvimos que esperar dos horas para llegar a Chicago.

Es increíble que haya pasado de no montar en avión en mi vida a coger dos en apenas tres meses. Claro que el viaje a Chicago era mucho más corto que el de Los Ángeles, no solo por la diferencia entre distancias, que es abismal, sino por la compañía. Para ir a Los Ángeles tuve que permanecer sentado al lado de Richard, que fue dormido casi todo el trayecto, mientras que en esta ocasión mi compañía fue la mejor posible.

Como te digo, las algo más de dos horas pasaron volando -tanto literal como figuradamente-, escuchamos la música que llevaba en mi iPod -que es la que nos gusta a los dos, además Beth descubrió algunas canciones nuevas de un grupo que ha comenzado a despuntar en este inicio de 2012, Imagine Dragons-, después dormitamos durante unos tres cuartos de hora, ella con su cabeza apoyada en mi hombro y yo con la mía sobre la suya. Una de las veces que me desperté me di cuenta de que su mano izquierda y la mía derecha estaban entrelazadas, la miré de reojo y creo que vi sus ojos cerrados, entonces apreté y después ella me devolvió el apretón, aquello me reconfortó. Los últimos instantes los pasamos hablando, en realidad, ella los pasó hablando y yo escuchándola. Demostraba tanta emoción... y la transmitía tan bien... y estaba tan bonita... 

Al llegar a Chicago un encargado del equipo promesa nos estaba esperando para llevarnos al hotel. 

- Hola -dijo tras soltar el cartel en el que aparecía el nombre y el apellido de Beth- me llamo John -le estrechó la mano a Beth- y tu debes de ser Beth -ella afirmó sonriendo. Y es que como te dije hace algún tiempo Beth tiene una sonrisa para todo el mundo. Después John me miró a mí y me tendió la mano -y tu debes ser su acompañante...

SIN SALIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora