CAPÍTULO 6

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Viernes, 2 de noviembre de 2011

Querida Anna, hoy no tengo mucho que contarte. Estoy un poco triste porque llevo varios días sin ver a Beth. El miércoles Gwen y yo fuimos a una fiesta de Halloween con unos amigos –si se les puede llamar así, porque solo los vemos un par de veces al año- así que ese día no vi a Beth porque ni siquiera hubo entrenamiento. Y ayer yo no pude ir al entrenamiento porque tuve que cubrir las horas de un compañero que no pudo venir a trabajar.

Y tú dirás

-¿Para qué me escribes entonces?

Pues te escribo porque Beth también fue a una fiesta de Halloween con algunas chicas del equipo de baloncesto. Y el día de antes volvió a pedirme consejo para ligar.

-Entonces si se me acerca un chico tengo que ser dura y no parecer una chica fácil ¿no? –ese fue el consejo que le di la última vez que me pidió ayuda.

Y tú pensarás que soy un egoísta porque le dije eso para que ningún chico se acercara a ella, pero no, o puede que sí. En aquél momento aún no había admitido mis sentimientos hacia ella, y realmente pensaba que la mejor forma que tiene una chica de ligar es parecer difícil. Pero también puede que se lo dijera inconscientemente por culpa de mis sentimientos latentes. En fin, que allí estábamos de nuevo.

-Esto… -yo no sabía que responderle porque ahora mi opinión no podía ser justa. Lo único que quería decirle era que no le hacía falta ligar, que era tan maravillosa que siendo ella misma enamoraría a quien tuviera que enamorar, pero no se lo dije exactamente así- verás, creo que tienes que ser tu misma. No puedes actuar a la hora de ligar. Imagina que se te acerca un chico que te gusta y te dice que le encanta el fútbol y odia el baloncesto, tú le sigues la corriente y te pide que seáis novios ¿qué harías? ¿vivir una mentira?- ella negó rotundamente con la cabeza - pues eso, que lo único que tienes que hacer es ser tu misma- ella pareció conformarse y seguimos hablando de cosas más comunes entre nosotros, baloncesto, deportes en general, cine, etc.

Cuando se marchó, volví a pensar en lo que le había dicho y no estuve muy seguro de haber hecho lo correcto, pues si ella no actuaba y se comportaba tal y como era, muchos chicos se acercarían a ella embelesados por su perfección.

Querida Anna, a cada paso que doy siento que encontrar la salida es cada vez más difícil.

Tu Josh.

 

Domingo, 4 de noviembre de 2011

Querida Anna, hoy te escribo solo para contarte algo muy breve, aunque digno de contar.

Ayer sobre las diez de la noche, cuando Beth ya dormía y Gwen y yo veíamos un programa en la tele, el teléfono de la mayor de las hermanas sonó. Resultó ser el jefe de esta, que requería unos informes que ella, por error, se había llevado a casa. La cuestión es que el jefe necesitaba esos informes lo más pronto posible, así que pasados unos minutos, Gwen bajó a entregárselos.

Mientras, yo –y no me preguntes por qué, supongo que llamado por una fuerza superior que no depende de mí- me acerqué a la puerta de la habitación de Beth, que estaba simplemente encajada. La abrí lentamente para no molestarla. La luz de una televisión pequeña que estaba encendida iluminaba levemente la habitación, dejando ver un pequeño bulto en la cama que debía ser Beth. Mientras me acercaba lentamente me percaté de que la televisión no tenía sonido -¿qué sentido tiene eso? ¿ver la tele sin sonido? En fin… -. Cuando estaba cerca de la cama Beth empezó a moverse súbitamente, se giró, aun durmiendo, y quedó tendida boca arriba. Cuando comprobé que seguía dormida terminé de acercarme y me senté en la cama a la altura de su cintura. Ella se despertó. Antes de hablar hizo algunos sonidos ininteligibles.

SIN SALIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora