LOVER BOY━━ BUCKY BARNES.

f i f t e e n. the engagement

La pareja bajó del auto. Ann Wembley detuvo su paso frente a la puerta dando largas para abrir de esta. Miro fijamente a James y tras pensarlo por un momento finalmente habló.

— Será mejor que te vayas. Yo me encargo de ellos.— el chico la miró sorprendido ante su petición.

— ¿Qué? No, ni lo pienses, entraré contigo y seré yo quien reciba los gritos. Yo asumiré la responsabilidad.

— No quiero que Alice arroje de nuevo algo hacia tu rostro.— rió nerviosa.— Ni siquiera quiero que arroje algo contra el mío.

— No te voy a dejar sola, no importa lo que suceda.— Ann sintió alivio en sus palabras, realmente sí deseaba que James la acompañase para así hacer menos intenso el regaño.

Wembley, respiró profundo antes de insertar la llave en la perilla, giró de está escuchando como el seguro botaba y finalmente abrió. Para sorpresa de ambos, Alice se encontraba detrás de esta recibiéndolos con una gran sonrisa fingida.

— ¡Ann, mi niña! Que bueno que llegas.— su recibimiento logró desconcertar a la pareja.— Igual es un gusto verte a ti, James. ¿Cómo se lo pasaron?

— B-Bien.— respondió confundida ante la actitud de su madre. Barnes, por otro lado, tragó saliva, esta era la primera vez en que Alice se dirigía a él con respeto.

La pareja se adentró a la vivienda complemente desconcertados, Alice se hizo a un lado permitiéndoles el paso y unas fuertes risas resonaron por todo el lugar. Ann poco tardó en reconocer el sonido, extrañamente lo hacía, pues se trataba de la risa de Thomas, seguramente habían visitas y por eso el extraño comportamiento de madre.

James dio un ligero apretón en la mano de la chica al notar la presencia de nada más y nada menos que Víctor Miller. Era él quien se encontraba sentado junto al padre de Ann, riendo en sintonía mientras bebían una copa de vino. Su cuerpo se tensó cuando ambos hombres notaron su presencia, las risas cesaron y ambos se pusieron de pie dejando las copas de lado.

Thomas, para sorpresa de James y Ann, se dirigió hacia este dándole un fuerte, en serio, fuerte apretón de manos al ojiazul, quien hizo una mueca de dolor ante tal contacto. Abrazo a su hija por los hombros y una gran sonrisa maquiavélica de formó en su rostro.

— Que te parece, Víctor, ¿acaso no es preciosa?— Ann lo miró extrañada.

— No cabe duda que lo es. No sabes cuánto he esperado este momento, Thomas.— ambos parecían ignorar la presencia de James.— Solo que me temo que aún es una niña.

Ann se congeló al escuchar aquellas palabras, ¿acaso era lo que imaginaba?

— Ann sabe hacer todas las tareas domésticas, créeme que está más que preparada, yo mismo me encargué de enseñarle a cómo tratar a un hombre.

Entonces si era lo que imaginaba.

— ¿Y tú porque vienes con ella?— se dirigió a James como si no lo conociera.— ¡Vamos, Thomas! Prometiste que era virgen.— chasqueó la boca desanimado.

Ann comenzó a sentirse expuesta ante el hombre frente a ella, y a su vez, comenzó a sentir tristeza al recordar que James estaba detrás de ella escuchando todo.

— ¡Oh, claro que mi Ann es virgen! Este chico es solo un amigo de infancia, ¿cierto, cariño?— Barnes no respondió.

Se dedicó únicamente en mirar a Ann con tristeza, lamentándose una y otra vez el haberla sacado de su casa sin permiso, tal vez si no hubiese sido tan impulsivo la chica no se encontraría en una situación tan desagradable como la actual.

Quizás si hubiese sido otro tipo de chico cuando llegó a Brooklyn no estarían pasando por nada de eso. Quizás, si hubiera sido diferente, Alice si lo hubiese aceptado.

— Bueno, Thomas, Alice, primero que nada permítanme felicitarlos, su hija es hermosa y definitivamente si, si quiero que mis hijos lleven sus genes. Seguiremos en contacto para arreglar temas como la boda y por el dinero no se preocupen, se los haré llegar lo más pronto posible.

Ann Wembley miró aterrada a sus padres, sin poder creer que en verdad habían sido capaces de venderla al mejor postor. James, por otro lado, apretó la mandíbula tratando de contenerse así mismo, pues ganas de lanzarse sobre Víctor y darle nuevamente la paliza de su vida, le sobraban.

El hombre de rulos comenzó a despedirse de todos los presentes, incluyendo a Barnes, con quien estrechó fuertemente su brazo.

— Te dije que ganaría.— murmuró de forma inaudible para los demás.

— Ya lo veremos.— le retó James.

Víctor ignoró por completo las palabras de Barnes y se acercó hasta Ann, quien lo miró con repudio.

— Nos vemos pronto.— depositó un beso en la comisura de sus labios dejándola helada. Y con una gran sonrisa abandonó el lugar acompañado de los padres de la chica.

Una vez ambos se encontraron solos, corrieron a los brazos del otro uniéndose en un fuerte abrazo.

— Pensaré en algo, voy a sacarte de esto, lo juro.— habló James en desespero.

— No hay nada que puedas hacer, todo esto es por dinero nada más.

— ¡No! Voy a encontrar la manera de evitarlo, ya lo verás. No dejaré que ese asqueroso te toque, no permitiré que te haga nada. Lo juro.— una lágrima se escapó de sus ojos, el nivel de impotencia que sentía en esos momentos era desesperante.

— No, por favor, no llores.— trató de consolarlo.— Confío en ti, sé que nos sacarás de esto.— besó cortamente sus labios.

James se encontraba frustrado, la sola idea del tener que aceptar que Ann se casara con otro tipo lo mataba por dentro.

— Trabajaré horas extras y administraré mejor mi dinero. Conseguiré algo, un lugar para rentar. Prometo que te irás conmigo, nos iremos de aquí.— besó las manos de Ann.

La rubia simplemente asentía ante las palabras de James, conteniendo las lágrimas que amenazaban con salir, sabía que era casi imposible que James sacara tanto dinero para vivir juntos, el tiempo era contando y apenas tenía diecinueve años, no lo lograrían, simplemente, no había nada que hacer, más que resignarse.

Los pasos de su padre se escucharon cada vez más cerca y al tener a Thomas de frente sintió un fuerte ardor en la mejilla provocado por aquella bofetada recibida por parte de este. James abrió los ojos sorprendido y sin poder seguir conteniéndose, soltó un fuerte puñetazo en dirección del hombre mayor, impactándolo gravemente en la nariz.

— ¡Lárgate de mi casa y no vuelvas!— ordenó Alice aterrada por la sangre que su esposo derramaba.

— ¡No me iré sin ella!

— ¡Qué te vayas!— gritó más fuerte. James miró fijamente a Ann antes de salir corriendo por la puerta principal, ella entendió de inmediato lo que eso significaba.

— Y tú lárgate a tu habitación, ¡y ni se te ocurra salir de ahí!

Ann subió corriendo las escaleras deseando encontrarse nuevamente con James, quien seguramente ya se encontraba esperándola en el balcón.