t e n. the kiss

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El deseo de hacerla suya dominó por completo sus pensamientos, permitiéndose así mismo tocar su piel por debajo de la ropa, un gesto bastante atrevido para alguien tan virginal como Ann Wembley, quien extasiada permitió que James siguiera en lo suyo, permitiéndose así misma el placer de sentir las suaves yemas de sus dedos recorrer su cuerpo. Barnes, en forma de caricias, recorría la figura de la chica deteniéndose justo antes de llegar a sus pechos, no deseaba cruzar la línea, o al menos, no ahorita.

Primero debía calentar su comida.

La tomó con fuerza por la cintura y tras un leve apretón volvió a pegar sus labios a los suyos, al separarse, fue directo al cuello de la rubia, quien de forma inconsciente lanzo su cabeza de forma sutil hacia atrás, permitiéndole a James el libre acceso a su cuello, el cual, comenzó a besar con pasión, dejando pequeñas mordidas sobre este. Ann pegó un pequeño gemido el cual James lo cayó con un beso.

Barnes observó sus ojos esmeralda con atención tratando de descifrar la voluntad de Ann Wembley, quien lo miraba con deseo, dando así, luz verde a lo que James estaba apunto de hacer, pues la tomó por la cintura y en un giro rápido, terminó sobre de ella. Ann no sabía qué hacer, todo esto era nuevo para ella, pero James se encargaría de guiarla hasta el extasis.

La tomó por las muñecas y las posó sus brazos justo arriba de su cabeza, ejerció un poco de presión sobre estás indicándole así, que no podía moverlas de ahí, se abrió paso entre sus piernas y con la mirada de Ann fija en el, utilizó su mano libre para viajar desde su pecho hasta su ombligo y ahí tomó una pequeña pausa.

— ¿Q-qué ocurre?— preguntó Ann con la respiración agitada.

— Necesito tu consentimiento para seguir, Annie.— su voz era ronca.

— James... p-puedes hacerme lo que quieras.— una sonrisa se formó en el rostro del ojiazul, quien no siguió perdiendo el tiempo.

Con sus largos y delicados dedos, hizo de lado la ropa interior de Ann, quien se ruborizó al instante, pues comenzó a sentirse bastante expuesta. James pudo percatarse de eso y depositó un beso tierno en sus labios intentando calmar todo sentimiento de vergüenza en ella. Al separarse, mantuvo su mirada fija en los ojos esmeralda de la chica, quien lo miraba extasiada, y sin perder el contacto visual, llevó sus dedos hasta su boca lamiendo lentamente estos antes de introducirlos lentamente en ella.

Ann se retorció del placer y dolor que esto le causaba, era una sensación completamente nueva, su piel se erizo y un fuerte escalofrío comenzó a tomarla, su espalda se arqueó y su respiración comenzó a entrecortarse, James no dejaba de mover sus dedos dentro de ella y eso le provocaba un fuerte cosquilleo en todo el cuerpo, así como ganas de orinar. Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos provocando fuertes gemidos en la chica, quien parecía haber olvidado que sus padres se encontraban en casa.

James soltó de inmediato sus muñecas y dirigió su mano hacia su boca, intentando callarla, pero era casi imposible pues Ann Wembley estaba a punto de tener su primer orgasmo. Barnes, al percatarse, comenzó a formar pequeños y delicados círculos con su pulgar sobre su clitoris, provocando así que esta comenzara a pegar gritos ahogados.

Saco sus dedos de la zona y los llevo hacia la boca de Ann, introduciéndolos dentro de esta. Una sonrisa se formó en el rostro del ojiazul al ver como esta los lamía de forma inocente.

— ¿Te gusta tu sabor?— su voz ronca provocó que un fuerte escalofrío recorriera el cuerpo de la rubia, quien asintió de forma tímida.

James desabrochó con desesperación el botón de su pantalón, y aún en bóxer, comenzó a rozar su miembro con pequeños movimientos de cadera, Ann se sonrojó al sentir el contacto con aquel bulto tan duro, pero por alguna razón, deseaba sentirlo dentro de ella.

Y poco antes de que James pudiese quedar completamente expuesto ante la chica, tres golpes fuertes sonaron del otro lado de la puerta. Ann se levantó rápidamente de la cama y le indicó a James que se escondiese justo debajo de esta, el ojiazul obedeció al instante.

Respiró hondo y abrió la puerta encontrándose con su madre quien la miraba furiosa.

— ¡Ann Wembley! ¿se puede saber porque todavía no estás durmiendo?— le cuestionó furiosa.

— Eso estaba haciendo madre.— respondió nerviosa.

— ¿Con quién estabas hablando?— Ann abrio ampliamente los ojos sorprendida por la pregunta de su madre.

— ¿C-con quien quieres que hable? Estaba dormida.— mintió.

— Me pareció escuchar unas voces, tu padre también las escucho y por eso estoy aquí. Seguramente de nuevo estás hablando dormida.

— S-sí, debe de ser eso. Me iré a dormir madre, buenas noches.— sin esperar respuesta, le cerró la puerta en la cara, se quedó unos segundos escuchando detrás de esta y cuando escuchó los pasos alejados de su madre, colocó el seguro de esta.

— Perdóname, Annie, perdí el control completo sobre mí y...— el calor en el cuerpo de James había desaparecido trayéndole una gran sensación de vergüenza.

No quería que Ann malinterpretará sus intenciones, o peor aún, que pensara que era igual que el resto de chicos. Se dejó llevar por el deseo y gracias a ello, sentía que le había faltado el respeto a Ann. Nunca se había sentido así de avergonzado.

Wembley, por otro lado, se sentía de la misma forma, le preocupaba la forma en la que James la tomara después de esto. Sentía que había perdido el respeto que este le pudiese tener, no deseaba que él pensara que era una chica fácil o chica de una sola noche. Quería esconderse del mundo y nunca más salir.

— James... yo... yo no soy así con nadie, créeme, por favor, no se que me pasó, yo no soy así.— comenzó a justificarse.

— ¡Hey! Yo lo sé, te creo, pero no tienes porque avergonzarte.— acuno su rostro entre sus manos.— Ambos nos gustamos y nos gano el deseo, pero no va a pasar nada hasta que tú estés lista.

— Y-yo... yo...— James beso tiernamente su frente.— No quiero que cambies tu opinión sobre mi.

— Eso no va a pasar, nunca. Nada ni nadie puede cambiar mi opinión sobre ti.— beso su nariz.— Y yo espero que tú tampoco la cambies sobre mi. Mis intensiones son buenas, lo juro.— Ann sintió alivio en sus palabras.

— Permitámonos seguirnos conociendo antes de hacer cualquier otra cosa.— pidió Ann tomando las manos de James, quien sonrió ampliamente.

— Como tú me lo pidas.— beso sus manos.— ¿Pero podremos seguir dándonos besitos?— Ann reprimió una sonrisa ante aquella palabra tierna dicha por James, sintiendo su corazón latir con intensidad.

— Si, podemos seguir dándonos besitos.

LOVER BOY━━ BUCKY BARNES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora