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31 de Diciembre d 2018

Desde el balcón de la casa de papá podía observar varios apartamentos con las luces encendidas y la gente en familia, celebrando, disfrutando de tenerse y deseando seguir teniéndose por el mayor tiempo posible. Yo también celebraba, estaba feliz y disfrutaba de haber agrandado la familia desde que Dani llegó a mi vida, pero, a pesar de ello, la falta de Martha siempre se hacía muy presente en estas fechas. A pesar del tiempo, la herida nunca terminaba de sanar.

Cuando la brisa comenzaba a golpear con un poco más de frío, avisando que la madrugada se acercaba, los brazos que más calor y felicidad me daban me rodearon la cintura, dejando que mi espalda descanse sobre el pecho de Dani. Ella apoyó su cabeza en mi hombro y en silencio disfrutamos de la noche estrellada. A nuestras espaldas se escuchaba a nuestras familias reír y compartir anécdotas mientras escuchaban música, no había señal más grande de que íbamos por buen camino.

—Me haces muy feliz— dije dándome la vuelta luego de dejar la copa de vino blanco sobre una pequeña mesa para mirar a mi amor.

—Tú también— contestó volviendo a rodear mi cintura.

Wonderful Tonight comenzó a sonar de fondo, nos acercamos más, todo lo que nuestros cuerpos nos permitían, y comenzamos a bailar al ritmo de la voz de Eric Clapton.

—Te amo tanto…— dije. Las lágrimas se alborotaron en mis ojos y alteraron el tono de mi voz. Dani, preocupada, se separó de mí para verme el rostro.

—¿Qué pasa?— susurró ella volviendo a abrazarme y a moverse al ritmo de la música.

—Nada… solo que estoy muy feliz— dije soltando una pequeña risa mezclada con llanto—, mamá amaba esta canción— confesé cuando escuché I want know what love is.

—¿Cantaba tan lindo como tú?— preguntó y me llevó de vuelta al recuerdo de una de nuestras últimas noches viejas.

—Para mí cantaba hermoso… Cuando era pequeña y veía a papá y mamá bailar me ponía celosa y terminaba bailando yo con alguno de los dos— Le conté, animándome a recorrer más los recuerdos que mi mente se empeñaba en guardar muy seguido.

—Pues, que raro, porque ahora no me celas ni una sola vez— bromeó y ambas reímos.

—¿Cómo quieres que te cele si se que estás perdidamente enamorada de mi?— Aunque lo dije para molestar, sabía que era así, estaba feliz de poder estar segura del amor de una mujer tan espectacular como lo era mi Dani.

—Bueno… me alegra que lo tengas claro.

Luego de estar un largo rato bajo la luz de las estrellas, charlando de mamá, de nuestro futuro y, por sobre todas las cosas, haciéndonos saber, o mejor dicho, recordándonos lo mucho que nos amábamos, volvimos a la sala a disfrutar de nuestras familias. El ambiente era extremadamente cálido, la comodidad que sentía al estar rodeada de tanta gente me hacía recordar a la adolescente que odiaba salir y que prefería encerrarse en su habitación con un cariño especial, sin tenerle rencor ni tampoco culparla por perder el tiempo. Ahora podía entender y abrazar a todas mis versiones, que, con las herramientas que tenían, hacían lo mejor que podían.

La cuenta atrás se comenzó a escuchar dentro del apartamento. Algunos estábamos en el balcón viendo como algunos ansiosos ya habían comenzado con el "espectáculo de luces", otros seguían en la sala disfrutando de la música y la bebida.

—Feliz año— le dije a mi amor cuando la cuenta llegó a cero y se desataron aún más los fuegos artificiales.

Nos besamos bajo las luces de colores que iluminaban el cielo, rodeadas de gente felicitándose y abrazándose. Nos besamos en aquella casa donde reinaba el amor, donde la falta de algunos ya no era tan triste, donde celebrabamos lo que teníamos y recordábamos con amor a quienes ya no estaban.

InmóvilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora